The Afghan Whigs están de vuelta con su noveno disco, el tercero tras el hiato que les dejó fuera del mercado de 2001 a 2012. Si bien es cierto que la banda como tal dejó el ruedo, Greg Dulli nunca abandonó la composición y sus proyectos. How Do You Burn? llega tras cinco años de In Spades (2018) y lo hace tras superar un pandemia que ha obligado a la banda a componer, crear y grabar de una forma poco habitual.
Con ya más de 35 años de carrera y discos tan enormes como Gentlemen (1993), 1965 (1998) y su obra maestra, Black Love (1996), los de Cincinnati nos ofrecen el que es el mejor disco de esta segunda etapa.
Surgidos bajo la estela de Seattle, The Afghan Whigs siempre han sido una banda que ha remado a contracorriente de las modas. Cuando todo apuntaba a que serían otra banda de grunge, Dulli decidió abrazar corrientes como el R&B y el soul para obtener un sonido tan único que, a día de hoy, aún nadie ha podido emular. Los Whigs son una banda compleja, oscura y melancólica, de calado lento y digestión pausada, pero cuando logras conectar con esta esencia, nunca más dejarás de sentir amor por ellos.
How Do You Burn? sigue ofreciéndonos esta mezcla de rock y soul tan pura. Con canciones que te erizan la piel por su poderío y su profundidad. Otras te invitan a desmelenarte como la rockera “I’ll Make You See God”. El disco tiene un estudiado y exquisito equilibrio equitativo entre las canciones más lentas en formato balada y las canciones estridentes y contundentes. Las estructuras de las canciones te invitan a prestar el 200% de tu atención para captar todo lo que los Whigs quieren explicar con estas notas, con estas palabras.
Poesía y Whigs siempre han ido de la mano. Por ejemplo, escuchad con atención “Please, Baby, Please” o “Domino + Jimmy”, dos baladas estupendas y emocionantes que reflejan unos enfoques prístinos de Dulli.
La gran variedad de sabores que los Whigs saben arrojar sobre su música es inmensa y viajar a lomos de cualquiera de sus discos es un viaje placentero. Y con How Do You Burn? el viaje es mucho mejor de lo esperado. Se trata de un disco profundo e intenso que supera sus dos últimas entregas y se sitúa entre los mejores de la banda, aunque siempre un pasito por detrás de Black Love (1996), el disco.
¡Ah, me olvidaba! Es necesario comentar que Mark Lanegan aportó unas ayudas antes de su triste pérdida. Buen amigo de Dulli, Mark era un habitual colaborador y viceversa. De hecho, el nombre del disco va en honor del ex Screaming Trees. Te echamos todos de menos, Mark.