No soy un gran amante de los supergrupos y reconozco que si me he acercado a The Damned Things ha sido por Scott Ian de Anthrax, poco más. Completan la alineación Keith Buckley (Everytime I Die), Joe Trohman (Fall Out Boy), Andy Hurley (Fall Out Boy) y Dan Andriano (Alkaline Trio). Anteriormente habían estado Rob Caggiano y Josh Newton. La agrupación es puro divertimento, sin ninguna intención ni finalidad más allá de pasarlo bien. Musicalmente consideran que beben de Thin Lizzy y Led Zeppelin, pero también hay sonoridades cercanas a sus bandas de origen, así como de Corrosion of Conformity o Queens of the Stone Age. Es un disco algo irregular, intenta ser variado, aunque no termina de llegar a ningún lado. Puede decepcionar en las primeras escuchas, pero si le das oportunidad, acabas convencido de la valía del proyecto.
El aroma a desierto y los riffs deudores de C.O.C. y Kyuss se dejan ver sin pudor alguno en “Keep Crawling”, un corte que eleva el producto final. “Cells” te da la bienvenida y es el rabioso single, de absoluta influencia grunge nirvanesca, aunque hablamos del Cobain del Bleach. Se le añade un estribillo melódico y un enorme trabajo al bajo por parte de Dan, también un riff stoner. Descaradamente festiva y comercial es “Something Good” que entronca con los juguetones y desvergonzados Faith No More. Queda claro que no se cierran a nada, y eso incluye un cencerro incluso. El peso de Fall Out Boy es evidente en la composición y gancho de “Invencible”, y más si tenemos a Keith Buckley a las voces, con coros que le dan un acento más poppie inclusive. Mismos parámetros sirven para una “Omen”, que, eso sí, tiene un excelente trabajo con el bajo y que ya llega a vislumbrarse la sombra de Thin Lizzy en cuanto a composición, aunque muy débil.
Las guitarras dobladas y esos fraseos de guitarra a final de verso vuelven a hacernos pensar con Phyl Lynott en el que quizá es el mejor tema de la obra; “Carry a Brick”, especialmente por lo veloz y por el buen estribillo que gasta el combo americano. Por otro lado, piezas más extensas y cercanas a los Queens of the Stone Age no terminan de llegar a buen puerto y quedan algo difuminadas como en “Storm Charmer”. Un piano incesante le da el acabado final a un “Young Hearts” que vuelve a asomarse a los territorios de Pepper Keenan y los suyos. Riffs gruesos y voces dobladas para apoyar la línea vocal de Buckley. Decae un poco el disco en “Let Me Be (Your Girl)” y la más frenética y contundente “The Fire Is Cold”.
Si lo que esperas es escuchar algo del espíritu de Anthrax y Everytime I Die en The Damned Things… es probable que este disco no sea para ti. El supergrupo cumple con su divertimiento y te hará pasar un buen rato con su aproximación a los sonidos desérticos, un toque de hard rock de época y melodías rock para todos los públicos. Todo tiene cabida y hay un estilo muy personal, todo entronca bien en el disco, pero lejos está de ser una obra redonda. Tengamos claro que a este grupo le insuflan vida los parones de sus respectivas bandas, por lo que “las cosas malditas” se reúnen de uvas a peras. Nueve años han pasado desde que grabaran Ironiclast, por lo que tocará esperarles sentados…