Nacidos en 2013 y con más cambios de formación que pelos tengo en mi cabeza, The Dead Daisies nos presentan su cuarto trabajo, Burn It Down (2018). 4 álbumes de estudio en 5 años, eso es nada.
Antes que otra cosa, y para sentar las bases, lo mejor es ver quien forma, actualmente, el grupo. Y el line up es para quedarse ojiplático. A las guitarras tenemos David Lowy como único miembro de la formación original, ahora acompañado a las 6 cuerdas de Doug Aldrich. Al bajo sigue Marco Mendoza y a la batería se ha unido Deen Castronovo. Y a la voz, desde hace un par de años largos, tenemos al ex Motley Crue John Corabi. Si es por nombres, estos se llevan la palma. Y como reclamo, ya ni digamos.
El estilo de los Daisies es el que siempre ha sido. Rock and roll melódico y macarra a partes iguales, con riffs de tinte bluesero, estribillos memorables y muy buen rollo de fondo. Un híbrido entre Aerosmith, Foreigner y Bad Company. Si te gusta esa mezcla, te gustará el disco y el grupo. Si no estás seguro… dale una oportunidad, seguro que al menos una sonrisa te sacan. Y según cuentas las malas lenguas, espérate a verles en directo, pues son una apisonadora (tampoco me extraña, viendo el elenco de bandas con las que han girado). De esto saldremos de dudas en breve, para poner el broche final en el Rock Fest.
Si nos enfocamos en el disco en sí, cabe decir que Burn It Down es bueno, muy bueno. No sé si el mejor de su carrera, pero desde luego no desentona para nada. 10 temas de rock and roll añejo harán las delicias de todos los fans. “Resurrected” es una baza inmejorable para empezar. Suele decirse que si el primer tema del disco no te atrapa, mejor no seguir. Este no será el caso. “Rise Up” es el primer single del álbum y un tema tremendo. Al principio cuesta encontrarle el tempo, pero a los pocos segundos, cuando ya te ha atrapado, querrás ponerte una camisa con motivos florales y unos pantalones de campana. “Burn It Down” tiene ese Groove tan característico del grupo y del estilo. Medio tiempo de muchos quilates.
Como cuarta pista tenemos “Judgement Day”. Empieza muy tranquilita, como a media luz, pero de repente todos los focos se encienden. Tema a corear en directo. “What Goes Around” es setentera total. El riff suena totalmente familiar pero a la vez es muy fresco. Y Aldrich se luce como él sabe. “Bitch” tiene algo más de mala leche, y el bajo de Mendoza suena tremendo.
“Set Me Free” empieza muy suave, acústica, con un leve acompañamiento del bajo y batería y con Corabi bailando por encima. En algo que no sé definir, en algún que otro atisbo, me ha venido a la cabeza King Crimson, aunque no se parece en nada. “Dead And Gone” recupera totalmente el toque rockero en su riff, en su línea vocal y en su actitud. Para mí uno de los puntos más altos del disco. “Can’t Take It With You” sigue la misma senda aunque un peldaño por debajo (¡ojo! No es un mal tema en absoluto). El disco cierra con “Leave Me Alone”, otro tema rockero en la línea de los dos últimos.
En definitiva, las margaritas nos traen un álbum sólido, bien hecho, con riffs memorables y muy buen rollo en vena. Para mí, uno de los discos de lo que llevamos de año en lo que a rock se refiere, y si finalmente no está en el top 5 anual, serán muy buenas noticias, pues quiere decir que nos esperan grandes discos. Ahora falta esperar a verles en directo y que demuestren todo lo que se dice de ellos. Ganazas.
Llevo en esto del heavy más de media vida. Helloween y Rhapsody dieron paso a Whitesnake y Eclipse, pero Kiske sigue siendo Dios.
Como no sólo de música vive el hombre, la literatura, Juego de Tronos y los tatuajes cierran el círculo.
Algunas personas dicen que soy el puto amo, pero habrá que preguntarles por qué.