Con 21 álbumes en su haber, The Flaming Lips se han ganado el respeto y la admiración de la comunidad del rock. Se puede entender que los norteamericanos son una banda básica para comprender la evolución del rock gracias a sus brillantes trabajos tan psicodélicos como experimentales. Si bien es cierto que su carrera no se puede señalar como una carrera modélica, los Lips han gestado obras de una calidad incontestable. Pero bien, también han creado discos mediocres. Y más que una negra, en parte esa es su virtud, pues nos señalan que la estabilidad y la linea más recta no va con ellos.
Los discos de la banda acostumbran a ser un libro abierto de sus mentes y sus vidas. Las canciones siempre tienen el punto de narración que invita al oyente a comprender los entresijos de la mente de los creadores. Los temas mundanos del día a día se mezclan con las paletas sensoriales que la propia vida nos ofrece: la muerte, la desesperación, la felicidad, lo mundano, el amor. Las letras escritas por Wayne Coyne siempre han sido un atisbo de simplicidad. En este nuevo disco, seguimos el patrón.
American Head captura la esencia de los 30 años de carrera de la banda. El rock psicodélico con tintes de sonido americano y folk se mezclan en unas etéreas atmósferas que te invitan a dejarte llevar a donde ellos desean llevarte. La experimentación también tiene cabida en American Head, aunque en este disco no destaca como en los anteriores registros.
En el disco también encontramos momentos de profundidad y gravedad lírica adornados con las más tristes y oscuras melodías. Por ejemplo en «God and the Policeman», una canción que habla de un asesino que se enfrenta a Dios y a un policía.
Canciones como «Mother I’ve Taken LSD» nutren de belleza el disco. En esta canción encontramos una orquestación progresiva muy interesante para adornar una historia de ingenuidad juvenil. Otro tema a destacar es «You n Me Sellin’ Weed», momento en que la banda sube ligeramente las revoluciones aportando algo de música de baile de fondo. “Mother Please Don’t Be Sad” contiene algunos de los pasajes más bellos y delicados del disco.
A medida que avanza el álbum, es fácil imaginar que los compositores han renunciado a cualquier pretensión de escribir sobre personajes de ficción y, en cambio, están escribiendo himnos para los destinos perdidos y quemados, las vidas de las personas a las que creen. Tanto «When We Die When We’re High» como «Assassins of Youth» nos muestran momentos realmente sublimes en la recta final del disco.
American Head es un disco majestuoso, triste pero de alguna manera también innegablemente edificante. Este disco es algo así como un álbum conceptual poco común que en realidad es coherente como narrativa. El disco puede disfrutarse con la misma facilidad, pero quizás de manera menos gratificante, como simplemente un conjunto de las melodías más potentes y conmovedoras de la banda desde principios de los años 2000.