Hace unos años, bastantes de hecho, quedé muy enamorado de The Gaslight Anthem. Recuerdo como si fuera ayer su primera visita en la sala Apolo, en verano de 2011, en aquel momento venían a presentar American Slang (2010), un disco que escuché cientos de veces. Les seguí y mucho hasta 2014 cuando publicaron el controvertido y errático Get Hurt. Entonces, en parte por ese mal disco, en parte por mi distanciamiento de estilos de música más suaves y también por la ruptura que les ha alejado casi una década de los escenarios, me olvidé mucho de ellos.
Escuché los dos primeros discos de Brian Fallon en solitario, sobre todo su debut. Painkillers (2016) me pareció un disco a la altura de los tres primeros discos de los Gaslight. Pero no conseguí seguir de cerca sus movimientos. Por sorpresa, hace unas pocas semanas me enteré de que el cuarteto de Nueva Jersey se reunía al completo y que trabajaban en un nuevo disco y una posible gira mundial. Miré con cierta reticencia pero en el fondo soñé en una posibilidad de reencontrarme con su hartland rock.
Hasta ayer mismo no quise escuchar los cuatro anticipos del disco. No quería imaginar, o soñar, con un disco que me conmoviera como lo hicieran los de antaño. Cuando finalmente he podido abrazar el disco lo he hecho con unos sentimientos encontrados. Ahora, con cabeza fría, puedo decir que es un notable regreso que, si bien no llega al nivel de sus tres primeros discos, nos permiten recuperar las sensaciones desgastadas por el paso de una década de silencio.
History Books (2023) es un disco de reencuentros que respira con cierta urgencia. Se detecta una madurez por parte de los artistas pero también podemos ver un choque de ideas que no ha permitido a la banda relucir con todo su potencial. Más allá de un par de piezas muy logradas, el resto son de clase media, algo que ni por asomo es una queja. El disco es ligero, 40 minutos de muy amable escucha que te hacen viajar 15 años atrás. Musicalmente es menos punk que en los anteriores registros, las melodías ahora cobran más importancia que el poso punch de los registros anteriores.
Lejos de experimentar, Gaslight ha puesto el piloto automático sin arriesgar lo más mínimo. Entiendo que simplemente han puesto otra vez la primera piedra de esta nueva etapa. Han consolidado otra vez su estatus y su sonido, han reunido las piezas primigenias para ver qué tipo de conexión hay ahora entre estas piezas. Y lo que ha quedado claro es que siguen sabiendo componer grandes momentos de música aún lejos de sus mejores momentos.