La gran banda que descubrimos esta semana, cómo no, venida desde Suecia, son The Hawkins, una especie de mezcla entre Queen y The Darkness con muy buenas canciones y en una onda muy feliz. La gracia y todas las prestaciones las da la voz de un digno sucesor de Justin Hawkins llamado Johannes Carlsson. Rock feliz, de muchos matices, muchos cambios de tiempo y mucha libertad estilística. Puedes encontrar aquí un poco de todo en esta coctelera en la que hay el descaro de The Hives, estribillos que buscan la melodía de Royal Republic o incluso no se cortan en tirar de punk rock trabajado al más puro estilo de Propagandhi. Debutaron en 2017 bajo los auspicios de una gran compañía como es Sony Music, seña de que el potencial del grupo es enorme. Giraron por Europa junto a sus compatriotas Corroded, grupo con el que poco tienen en común en lo estilístico, pero la unión hace la fuerza.
Es un disco que va de más a menos en el que los tres primeros temas, casi empalmados, te vuelan la cabeza. De una pausada intro que lleva el título del disco pasas a esa explosión de color infecciosa y puramente Queen para pasar a terrenos más The Darkness en “Hilow”, ya en un medio tiempo reposado y muy bien ejecutado. Gran estribillo, muy cálido en un tema cercano al pop, pero con guitaras potentes y una onda feliz tremenda. Vuelven a arrancar a lo grande en “Stones”, segundo single, tan breve como directa, para luego encaramarse en unos pasajes instrumentales rotundos como los que pueblan “Mynah”, con la batería de Albin Gril I tirando de punk rock melódico. Juegan especialmente con los ricos coros excesivos y una sobredosis de azúcar.
El bajo de Martin Larsson comanda la furibunda andanada melódica que es “Minuette”, de sólo un minutito de duración. Pocas bandas están en condiciones de demostrar tanto en tan poco tiempo. Caja opaca de base en “Cut Moon Bleeds” muestra personalidad, pero ya entramos en unos terrenos en los que el efecto sorpresa desaparece y hay una cierta repetición de esquemas. Es un tema muy en la línea de The Hives, y eso es siempre muy bueno. Uno de los temas más sorprendentes es la final “All My Birds Are Dead”. Momento muy reposado y acústico-festivo de inicio. Hay la onda posterior al debut de The Darkness, pero sin la excelencia de ese segundo disco. Gran estribillo y muchas capas de sonido en las guitarras de Mikael Thunborg.
En “Libertine” los dejes punk asolan al tema, especialmente en el solo con salida coreable y el buen humor por bandera. El grupo es divertido y fresco a más no poder, pero tampoco tienen la brillantez compositiva de Royal Republic. Más oscuros se nos muestran en “Stranger in the Next Room”, un medio tiempo pesado y algo diferente a lo que ofrecían hasta el momento. Dejes funky y buena onda. Tras tantos temas la voz tan The Darkness termina por lastrar al disco. Es una producción muy “mate”, y eso les da una personalidad muy marcada. Gran giro de guion en esa entrada de “Black Gold”, tirando de acústicas en otro ejercicio más que meritorio. Aquí hay mucho del segundo disco de los Darkness y de esa carga de libertad. De lo mejor del disco con ritmo folk y esa aura Queen, especialmente en los recargados coros. Juegos de volumen e intensidades en “Fisherman Blues”, que poco tiene de blues.
Gran disco con el que The Hawkins siguen su escalada para hacerse un nombre dentro del negocio. Juntamente con Royal Republic estaríamos delante de una de las propuestas más rompedoras, atrevidas y divertidas. Quizá la gracia y la cruz del grupo es que ofrecen algo parecido a The Darkness, banda que parecía que se iba a comer el mundo y ha terminado en salas pequeñas. No tienen un single demoledor, pero son entretenidos y valientes y poderlos ver en directo tiene que ser una maravilla. Si pueden reproducir en directo todos los juegos de coros estaremos frente a algo realmente grande. Quizá su anterior disco no era tan completo pero los singles eran más evidentes.