Pocas bandas más grandes hay que The Hellacopters. Ellos simbolizaron la invasión escandinava de rock sucio y macarra de los 90 siendo punta de lanza del estilo junto a Backyard Babies, Turbonegro o Gluecifer. Obviamente el nombre de Nicke «Royale» Andersson sobresale liderando el proyecto. Aquí canta y toca la guitarra, pero recordemos que era también el batería de Entombed. Él es un genio y en todas sus encarnaciones como banda hace que el culto a su persona siga creciendo sin parar. También de culto alcanzó el estatus el grupo, pero a día de hoy, y tras su reunión, fueron capaces de llenar toda una Razz sentando cátedra. Lo que vivimos en Azkena con Dregen y Sami Yaffa fue también estratosférico. Y si echamos la vista atrás y tenemos que elegir el mejor disco de todos los que nos han brindado… posiblemente me decantaría por High Visibility (2000), un disco de cambios, tanto en formación como en estilo. Allí Dregen dejaba el grupo en pos de impulsar su propio proyecto en Backyard Babies y con la entrada del añorado Robert «Strings» Dahlqvist a la guitarra. La preciosa e icónica portada le premia apareciendo él en primer plano con esas alas. Algo bastante premonitorio en el fondo pues desde allí nos mira.
¿La cima musical de Hellacopters?
En cuanto a lo musical hay obras maestras como ese inicio con «Hopeless Case of Kid on Denial». Himno generacional que destaca por esa huida de su espíritu garaje en pos de algo más propio y personal. Rock de decibelios y quilates con ese incesante teclado de Bobby Lee Feet acentuando las notas y con una línea vocal maravillosa. Si tuviera que mostrarle a alguien cómo suenan The Hellacopters creo que me inclinaría por esta composición. Otro de los himnos atemporales es «Toys and Flavors» con ese repiqueteante bajo de Keny Hakansson y la clase en el solo de entrada de «Strings». La clase y el giro de guion viene de la mano de «No Song Unheard” con un estilo absolutamente The Clash y demostrando que las influencias se asimilan y se pasan por su filtro. Grandísimo medio tiempo evocador con clase a borbotones. La velocidad y ese estilo vacilón, tan de ellos, te pasa por encima en «Sometimes I Don’t Know», otra de esas canciones que te hacen despegar pues justamente es lo que uno espera del rock ‘n’ roll.
La sucia batería de Robert Eriksson arremete con todo en «Baby Borderline» siendo pura electricidad. Corte definitorio de los suecos con alma de garaje y mucha guitarra. Si eres baterista disfrutarás de ese sonido tan cálido y real. Luego hay los coros femeninos de «You’re too Good (to Me Baby)». Tremenda composición en la que Nicke vuelve a derrochar estilo. Una de las tapadas es «Throw Away Heroes» en la que Andersson anticipa a Imperial State Electric. Los momentos en que el piano toma riendas y va al frente consiguen ser de lo más logrado en uno de los temas más melosos y calmos de la obra. Deberíamos remarcar el gran trabajo en producción de Chips K. y del afamado masterizador George Marino. Imposible tener los pies y caderas quietos cuando arranca «Truckloads of Nothing» con las poderosas guitarras de Robert y Nicke.
Se disfruta especialmente ese arranque instrumental en medio de «A Heart Without a Home» con esas guitarras juguetonas que en base rockera juegan a ser sureñas. Espectacular final de canción. Aquí no hay canción menor y la gracia del disco es saber mantener esa tensión y calidad y el mejor ejemplo de ello aparece en «No One is Gonna Do It for You». Otra vez se adivina lo que serán los Imperial State Electric basándose en un rock añejo, pero consiguiendo una personalidad abrumadora en un tema pausado y suave. Sin pausa ni descanso «I Wanna Touch» se nos muestra como un tema redondo y feliz. “Es solo rock ‘n’ roll pero nos encanta…» Homenajes a Chuck Berry, Little Richard y a los más grandes. «Hurtin’ Time» no saca el pie del acelerador ni baja el listón para nada cerrando con el teclado de “Envious”, que es la canción más larga del compacto y es carnaza de directo en su máxima expresión. Estamos posiblemente ante el mejor disco de rock ‘n’ roll de los últimos 30 años, y cuanto más lo escucho más claro lo tengo. A pesar de estar hablando de una banda de culto recordemos que el disco llegó a ser de oro en su Suecia natal.
Veredicto
Nicke siempre ha buscado hacer el disco de rock ‘n’ roll perfecto, y a pesar de que posiblemente nunca lo consiga, sus múltiples intentos son maravillosos. La vuelta de The Hellacopters ha sido sonada llenando grandes recintos y siendo cabezas de cartel en festivales importantes. Hicieron ondear la bandera del rock en lo más alto y ahora hay decenas de bandas nórdicas que abrazan el rock clásico de los 70, pero le meten base e influencias evidentes de los Hellacopters. Es lo que a día de hoy conocemos como retro rock. Y curiosamente la mayoría de agrupaciones de estas características tienen el High Visibility como el disco clave, el que más les gusta y les influye. Si hiciéramos una encuesta entre sus fans seguramente este disco rivalizaría en el primer puesto con el Payin’ the Dues. Ha sido un placer volver a este trabajo, pues de todos los discos de aniversario este ha sido, y de largo, el que más veces he llegado a escuchar. Simplemente, por placer.