The Jesus Lizard – Rack

Después de 26 años de silencio discográfico, The Jesus Lizard ha vuelto con Rack (2024), un álbum que retoma la ferocidad y el caos que siempre los ha caracterizado, recordándonos por qué se ganaron la reputación de ser una de las bandas más influyentes del noise rock. Como dijo el gran Steve Albini en una ocasión, hace muchos años, estamos ante «la mejor banda de los 90», afirmación que sigue siendo tan válida hoy como lo fue entonces.

The Jesus Lizard nunca ha sido una banda convencional, y Rack es una excelente y palmaria buena prueba de ello. En lugar de seguir el camino predecible de muchas bandas que se reforman y presentan versiones diluidas de sí mismas, han optado por seguir siendo fieles a su naturaleza anárquica. Desde el primer acorde, Rack estalla con una energía abrasiva que combina el noise rock más visceral con un control técnico impecable. Las preocupaciones de que el tiempo los haya suavizado se disipan rápidamente, ya que este álbum es una verdadera bomba de ruido controlado y caos vocal.

David Yow, el enigmático y salvaje frontman, sigue siendo una fuerza imparable, con sus gritos que escupen veneno y energía a partes iguales, como se demuestra en canciones como «What If?» y la final «Swan the Dog». Su capacidad para combinar humor negro y lo absurdo con una aguda crítica social sigue siendo tan afilada como siempre. En «Swan the Dog», por ejemplo, su declaración «I’m sick and tired of this fakery, I wanna bust a nut and go on a killing spree!» muestra la intensidad que define su estilo lírico. Su capacidad de adentrarse en los rincones más oscuros de la psique humana, como en «What If?», con su aire inquietante y sus referencias a psicópatas y asesinatos, es un recordatorio de la singularidad de su enfoque.

Musicalmente, Rack no es solo una muestra de caos. Duane Denison (guitarra), David Wm. Sims (bajo) y Mac McNeilly (batería) conforman una banda con un dominio técnico sobresaliente. Las guitarras angulares de Denison brillan en temas como «Grind» y la inicial y primer single «Hide & Seek», donde las disonancias y los riffs entrelazados crean paisajes sonoros que son tan abrasivos como fascinantes. En el segundo corte, «Armistice Day», la banda ralentiza el ritmo, evocando una atmósfera de desesperanza sombría, con riffs arrastrados que recuerdan la influencia de Black Sabbath, pero con el toque distintivo de la guitarra de Denison. Su capacidad para equilibrar el caos vocal de Yow con una instrumentación precisa y a menudo brutal, es lo que hace de Rack una escucha tan gratificante.

Además, las contribuciones de Sims y McNeilly no pasan desapercibidas. La base rítmica de Sims, con su bajo potente y preciso, sostiene la estructura de todas las canciones, como se nota en la pulsante «Grind» o la siniestra y ya mencionada «What If?», donde su línea de bajo se desliza como una serpiente entre las guitarras. McNeilly, por su parte, sigue siendo el motor que impulsa a la banda, con una batería que no solo es técnica, sino implacablemente agresiva, como en «Alexis Feels Sick», donde el ritmo parece estar a punto de estallar, pero nunca pierde el control.

The Jesus Lizard no se han conformado con volver simplemente para contentar a l@s fans. Rack es un grito desafiante, un recordatorio de que aún son una fuerza imparable en la escena. Estamos ante un álbum tan incendiario y fascinante como cualquiera de sus obras anteriores. Han logrado mantener la frescura y el peligro que antaño los definía, sin caer en el conformismo o la complacencia que a menudo caracteriza a los regresos de bandas clásicas.

Rack es una clase magistral en cómo una banda puede volver después de décadas sin perder su esencia ni su relevancia. Con su combinación de caos vocal, maestría técnica y una energía inquebrantable, The Jesus Lizard nos traen en 2024, 35 años después de su debut, un trabajo que está a la altura de sus mejores obras. Rack es una clara, y me atrevería a decir que visceral muestra de que, incluso con el paso del tiempo, la chispa de su genialidad sigue intacta.

Rubén de Haro

Tipo peculiar y entrañable criado a medio camino entre Seattle, Sunset Boulevard y las zonas más húmedas de Louisiana. Si coges un mapa, y si cuentas con ciertos conocimientos matemáticos, verás que el resultado es una zona indeterminada entre los estados de Wyoming, South Dakota y Nebraska. Una zona que, por cierto, no he visitado jamás en la vida. No soy nada de fiar y, aunque me gusta “casi todo lo rock/metal”, prefiero las Vans antes que las J’hayber.