La historia de The Last Ten Seconds of Life es la crónica de una banda que ha navegado por las turbulentas aguas del deathcore, desafiando las convenciones y enfrentándose a la necesidad constante de reinventarse en un género conocido por su brutalidad y su rápida evolución.
Originaria de Pensilvania, ha estado en la vanguardia del género desde sus humildes comienzos. Su nombre mismo, «Los Últimos Diez Segundos de Vida», evoca una sensación de urgencia y finalidad que se refleja en su música. Desde sus primeros días, ha destacado por su enfoque implacablemente pesado y su habilidad para fusionar elementos del death metal y el hardcore con una ferocidad sin igual. Pero a pesar de su sonido pesado, la banda tomó prestado su nombre de la letra de la canción de The Smiths, «Stop Me If You Think You’ve Heard This One Before», tema incluido en su trabajo de 1987 Strangeways, Here We Come.
El lanzamiento de su álbum debut, Soulless Hymns (2015), marcó un punto de inflexión en la carrera de la banda. Este disco se convirtió rápidamente en un punto de referencia dentro del género, estableciendo un estándar para la innovación y la agresión sin restricciones. Temas como «The Box» y «Pain Is Pleasure» calaron fuertemente entre los fanáticos de la música pesada en todo el mundo, estableciéndoles como una fuerza a tener en cuenta en la escena deathcore.
Sin embargo, a medida que la banda continuaba su camino, se enfrentó al desafío de mantenerse relevantes en un paisaje musical en constante cambio. En lugar de conformarse con su éxito inicial, The Last Ten Seconds of Life optó por seguir evolucionando, explorando nuevos sonidos y enfoques en cada uno de sus lanzamientos posteriores. Desde experimentos con melodías más melancólicas hasta incursiones en territorios más experimentales, la banda demostró una y otra vez su capacidad para desafiar las expectativas y romper los límites del género. A pesar de los cambios en la formación y los enfoques musicales, una cosa siempre se mantuvo constante: su dedicación a crear música que fuera genuinamente emocionante y auténtica.
El lanzamiento de su último álbum, No Name Graves (2024), marca un nuevo hito en su carrera. Con una atmósfera oscura y una brutalidad implacable, este disco muestra a una banda en la cima de su carrera, lista para enfrentarse a cualquier desafío que se presente en su camino. Este trabajo representa un viaje emocional a través de paisajes sonoros turbulentos, donde la agresión y la crudeza se entrelazan con momentos de intensa introspección.
Canciones como «Of All Humanity, the Sum» y «Feel My Fangs in You» son verdaderas explosiones de energía, donde la intensidad instrumental alcanza su punto máximo. Los breakdowns contundentes se entrelazan con riffs ardientes, creando una montaña rusa de emociones que lleva al oyente al borde del abismo y lo empuja hacia adelante con un poder implacable.
En «Doomsday Death Trap», la banda muestra su habilidad para evocar un ambiente sombrío y opresivo, recordando a l@s oyentes su propio legado y la trayectoria que han recorrido hasta llegar a este punto. Los poderosos riffs se combinan con una percusión variada, creando una sensación de inquietante inminencia que se extiende a lo largo de toda la canción.
A medida que el álbum avanza, la progresión se vuelve aún más opresiva, culminando en la pista final, «Thirst for Extinction». Aquí, la banda demuestra su capacidad para fusionar metalcore, hardcore y deathcore con una furia implacable, creando un torbellino de sonido que nos arrastra hacia un final cataclísmico. Especial mención para las cualidades del señor Dylan Potts tras la batería.
Pero lo que hace aún más especial a este disco son las colaboraciones vocales que encontramos en algunas canciones. Tres grandes figuras del death metal y el deathcore han prestado sus voces para enriquecer el sonido de The Last Ten Seconds of Life. Ricky Myers, vocalista de Suffocation, una de las bandas pioneras y más influyentes del death metal, participa en el tema «Letania Infernalis», una canción que brilla por su intensidad, su ritmo infernal y su complejidad. Su voz gutural y profunda se mezcla perfectamente con la de Tyler Beam, líder de The Last Ten Seconds of Life, creando un contraste brutal. Devin Swank, de Sanguisugabogg, una de las bandas más populares del death metal actual, aporta su voz en la canción que da nombre al álbum, «No Name Graves», una pieza que destaca por su pesadez y pegada. Por último, Ben Mason, vocalista, entre otras de Bound in Fear y Pintglass, colabora en «Saint No More», una canción que sorprende por ser de las más densas y pesadas, y por un doble bombo, a modo de Uzi, demoledor.
La historia de The Last Ten Seconds of Life es la historia de una banda que se niega a conformarse con la mediocridad, que continúa desafiando las expectativas y buscando nuevas formas de expresión en un mundo musical en constante cambio. Con cada disco, cada gira y cada actuación en directo, la banda demuestra una y otra vez por qué son considerados una de las fuerzas más formidables y más en forma en el mundo del deathcore.
Tipo peculiar y entrañable criado a medio camino entre Seattle, Sunset Boulevard y las zonas más húmedas de Louisiana. Si coges un mapa, y si cuentas con ciertos conocimientos matemáticos, verás que el resultado es una zona indeterminada entre los estados de Wyoming, South Dakota y Nebraska. Una zona que, por cierto, no he visitado jamás en la vida. No soy nada de fiar y, aunque me gusta “casi todo lo rock/metal”, prefiero las Vans antes que las J’hayber.