Si la memoria no me falla, este casete lo compré hace 30 años en una de las necesarias escapadas a la vecina Andorra. Y si no fue exactamente así, estoy convencido de que estuvo sonando durante el viaje de vuelta tras una sustanciosa estancia en la capital del Principado. Quizás no recuerde con precisión donde adquirí esta cinta, pero sin duda tengo claro el porqué. En aquellos otoñales días, The Mission era uno de mis grupos predilectos y, asimismo, un singular secreto exclusivamente compartido con unos pocos allegados. Tiempo atrás, en plena expansión de mis conocimientos y gustos musicales, había topado con esta formación inglesa al profundizar en la chocante etiqueta denominada rock gótico. El bautismo me llegó con los vinilos clásicos de The Cure, la primera comunión con el Love de The Cult y las posteriores misas fueron oficiadas por los australianos The Church o por los originales The Sisters of Mercy, el embrión de la banda que protagoniza este artículo.
Curiosamente, sus dos primigenias referencias, el debut God’s Own Medicine y el recopilatorio de seminales sencillos y otros temas inéditos, titulado evidentemente The First Chapter, de entrada no consiguieron reclutarme para la causa siniestra. Energéticas homilías como «Wasteland», «Severina» o la cover de «Like a Hurricane» de Neil Young captaron mi atención pero, en global, faltaba algo…concretamente ese tipo de biblia crucial que se te queda grabada de por vida. Y entonces aparecieron Children (1988) y Carved in Sand (1990) para cumplir por partida doble con la deseada plegaria. Un par de elepés soberbios, repletos de adictivas composiciones («Beyond the Pale», «Fabienne», «Black Mountain Mist», la revisión de la balada «Dream On» de Aerosmith, «Amelia», «Into the Blue», «Deliverance» o «Belief», puestos a destacar algunas de mis favoritas) y, por fin, con producciones notables a cargo de John Paul Jones (el talentoso bajista y teclista de Led Zeppelin) y Tim Palmer respectivamente.
En este punto, como ya he relatado al inicio del texto, me detengo en el álbum Grains of Sand, publicado por el sello Mercury tan solo nueve meses después que viera la luz la anterior gran obra del cuarteto británico. En dicho trabajo encontramos un fulgurante y comercial single («Hands Across the Ocean»), nuevos cortes marca de la casa («The Grip of Disease», «Divided We Fall», «Mercenary»), reescrituras de sus canciones más celebres (“Kingdom Come”, «Tower of Strength» y la hipnótica «Butterfly on a Wheel»), versiones atípicas (“Mister Pleasant” de The Kinks y “Love” del ex-Beatle John Lennon) y tres cautivadoras piezas que nunca debieron ser descartadas: «Heaven Sends You», «Sweet Smile of a Mystery» y la crepuscular «Bird of Passage».
En resumidas cuentas, aunque a simple vista cualquiera diría que es un artefacto para fans completistas, yo siempre he pensado que esta variopinta selección es una ideal puerta de acceso para consumidores profanos, bastante más sugestiva que la ofrecida en la mayoría de las antologías oficiales. Su única pega, como queriendo corroborar la alegórica portada que muestra los restos de un ave medio enterrados en la arena, es que para muchos este es el último disco recomendable del proyecto liderado infatigablemente hasta la fecha por el carismático vocalista y guitarrista Wayne Hussey.