El público que llenó la Sala Salamandra para ver a Neal Morse y compañía sabía a lo que iba. Los trabajos de Morse, tanto en bandas anteriores como Spock’s Beard, Transatlantic o Flying Colours o como solista son emblemas de calidad y buen gusto. Ahora, con la impresionante formación que representa su banda estable, (Mike Portnoy a la batería, Eric Gillete a la guitarra, Randy George al bajo y Bill Hubauer a los teclados) se ha convertido sin duda, en un gran referente del progresivo moderno.
Superar las expectativas con un público tan exigente como el progresivo es tarea difícil, pero cuando se consigue, es prueba suficiente de que el espectáculo es perfecto. Y las expectativas estaban muy altas. Incluso la posible mácula que podía haber generado el problema técnico con el pedal del teclado del propio Neal, que forzó a parar el espectáculo a la mitad de la primera parte durante unos larguísimos ocho minutos, pasaron agradablemente haciendo gala de afabilidad y buen carácter compartiendo anécdotas con el respetable, presionado de forma amistosa por Portnoy, aunque algunas quedaron a medio contar, el público, aún frío, lo perdonó sin reproche. Dejó claro que tenía ganas de acabar la gira, pues llevaba ya tiempo fuera de casa y echa en falta ciertas comodidades que la gira no le permite, con cierta referencia al inodoro… Sólo le quedaban el concierto de esta noche y el del día siguiente en Madrid, así que pusieron toda la carne en el asador, y se notó.
El sonido fue perfecto desde “Overture: The Great Adventure” y desde las primeras filas hasta el guardarropía, fenómeno al que la sala nos está acostumbrando y que debemos agradecer enormemente, esperando que se convierta en tendencia. Y las luces… parece fácil pero es meritorio ofrecer un espectáculo en buenas condiciones, donde la iluminación contribuye a generar el clima deseado y a que el escenario sea el punto de interés… ¡Ah, si! Y facilita el trabajo de fotógrafos y cámaras en gran medida… La cosa rueda a la perfección ya solo aparecer Neal Morse para introducirnos en la historia de “The Great Adventure” y dar paso al largo tema instrumental que abre el trabajo homónimo para lucimiento de todos los miembros de la banda. Tras la lenta narrativa melódica de “The Dream Isn’t Over” estalla “Welcome to the World”, uno de los temas con más pegada del álbum y donde Neal aparece con gafas de piloto y vestimenta harapienta cyberpunk. Ya vemos lo que será la dinámica del concierto: La banda interpreta matemáticamente sus partes sin mucha gesticulación y Neal será el maestro de ceremonias sobre el que cae el peso interpretativo de la obra… y que vamos a asistir a la interpretación de su ultimo doble álbum al completo. Ninguna queja.
Morse se presenta como intérprete, multiinstrumentista y actor, gesticulando y paseando por el escenario, interpelando al público arropado por su banda.
La Banda
Amigos, esto es una banda. Todos, excepto Randy al bajo, hacen voces, no solo coros, sino frases principales, y lo hacen con bastante buena nota. Los apoyos corales son constantes y le dan un plus a definición de banda de directo, todos remando en la dirección adecuada, aportando distintos tonos y armónicos. Para muestra, el tema “The Great Adventure” donde todos son piezas clave para llenar el espacio sonoro. Pero vayamos por partes. Los que todavía no conocían a Eric Gillette cayeron rendidos a sus pies. Versatilidad y técnica bien empleada, sonido limpio y claro y rapidez allí cuando se necesita pero sin la sobredosis de notas con las que nos están acostumbrando los guitarras técnicos… y ¡cómo brilla en las voces! Aporta un tono beatle en “Hey Ho Let’s Go”.
Bill Hubauer aparte de hacer los teclados principales y efectos sintetizados aporta, como Gillette, segundas voces aterciopeladas en “Wellcome to the World” o “I Got to Run” o principales como en “Beyond the Borders”.
Randy George al bajo es el personaje más pintoresco pero también el más estático. Cumple con su trabajo instrumental a la perfección, pero viendo la implicación de sus compañeros, por comparación, es el que pasa más desapercibido.
Que decir de Portnoy. Quien más quien menos lo ha visto en directo en alguno de los proyectos en los que colabora, pero con Morse se encuentra atemperado, comunicativo y simpático como siempre, con sus brotes efusivos a los que nos tiene acostumbrados, pero se nota que está al servicio del conjunto, cediendo toda teatralidad al protagonista.
Y Neal, en medio del cotarro, colgándose la guitarra cuando es necesario, atacando las melodías y solos de teclado o paseando por todo el escenario haciendo participe al público de la función, con la comodidad del respaldo del resto de su formación. Una formación cada vez más estable y compacta que a pear de los diferentes carácteres (o quizás gracias a ellos) funciona a la perfección.
El Show
El planteamiento es de manual. “Vamos a representar nuestro último doble trabajo en dos actos, uno para cada disco, y un bis extenso repasando antiguos himnos. Lo haremos con ganas y calidad. Doy espacio para lucimiento personal de cada uno de mis compañeros y agrademos al público”. Al que le parezca fácil que suba y lo haga.
Contar con el buen sonido de Salamandra y buen juego de luces no solo ayuda sino que hace que un show sea redondo. A parte del frenazo que implicó el problema técnico con la pedalera del teclado y que capearon con gran profesionalidad, hizo que la media parte pareciera precipitada y repentina, a parte de eso, todo estuvo en su sitio. El espectáculo esta estudiado ensayado y rodadísimo y el segundo acto es una concatenación de temas cortos que hacen que todo sea más dinámico.
Morse aparece ataviado cual “Sombrerero Loco” en “Vanity Fair” apoyado por la psicodélicos coros. El paso a “Welcome to the World 2” permite que Portnoy se explaye un poco agradeciendo al público su participación en la parte final de la gira. Gillette nos vuelve a dejar boquiabiertos en “The Great Despair” y encaramos la parte final con los dos temas épicos “Freedom Calling” y la concluyente “A Love That Never Dies” que Eric bordó a la guitarra y las voces, apoyado, como no, por toda la banda.
Hasta aquí perfecto, pero faltaban los bises y Morse y los suyos no sólo pusieron la guinda sino que nos ofrecieron un surtido de postres que podrían haber sido un set en si mismos en un larguísimo mix con fragmentos de temas memorables de su ‘Testimony’ o ‘One’ que le catapultaron a ser un referente de rock cristiano.
En definitiva, asistimos a la consagración de uno de los popes del progresivo. Sin duda fue uno de los conciertos del año para los amantes del estilo, que será recordado en mucho tiempo. El peor problema futuro de Morse puede ser que esta gira se convierta en un listón difícil de superar y se convierta en un referente comparativo. Los que estuvieron allí saben de que hablo.
Primer Acto
Overture: The Great Adventure
The Dream Isn’t Over
Welcome to the World
A Momentary Change
Dark Melody
I Got to Run
To the River
The Great Adventure
Venture in Black
Hey Ho Let’s Go
Beyond the Borders
Segundo Acto
Overture 2
Long Ago
The Dream Continues
Fighting With Destiny
Vanity Fair
Welcome to the World 2
The Element of Fear
Child of Wonder
The Great Despair
Freedom Calling
A Love That Never Dies
Bises (Medley)
The Land of Beginning Again
Reunion
The Temple of the Living God
The Conflict
Leviathan
It’s for You
Momentum
The Call
Broken Sky / Long Day (Reprise)