Residen pocos factores comunes en los ocho trabajos y en los casi veinte años de carrera de los berlineses The Ocean, por un lado la excepcionalidad musical y por el otro Robin Staps, guitarrista, líder, fundador y único miembro fijo de la banda alemana. A lo largo de los años el desfile de músicos no tiene comparativa con otra banda pero, lejos de suponer un handicap, Robin sabe sacar lo mejor de cada formación para crear siempre discos perfectos y, con Phanerozoic I: Palaezoic, no hacen una excepción.
La continua evolución de la banda siempre reside ubicada dentro del vanguardismo más refinado y progresivo tintado con altas dosis de sludge y repleta de atmósferas intensas y crudas del mejor post-rock. Este híbrido suena mejor que nunca en Palaezoic y es difícil no afirmar que se trata del trabajo más bello y completo de la discografía de los germanos.
La banda formada actualmente por el siempre presente Robin Staps, Loïc Rossetti toma el cargo de las voces mientras que Paul Seidel y Mattias Hägersrand vuelcan su exquisito nivel musical en la batería y el bajo respectivamente. Cinco años han pasado desde su último trabajo titulado Pelagial (2013), lustro en que la banda se tomó un descanso para poder enfocar el futuro de forma diferente y lograr así una comunión plena para el proceso de creación de Palaezoic. Como acostumbran a realizar, este trabajo irá unido al próximo trabajo aún indeterminado.
Entrando en detalle, el álbum trata de forma abstracta sobre la agitación cíclica del planeta, se explora la idea de un final violento y apocalíptico que desembocan en una de las grandes extinciones de nuestra historia. Para ello, la banda despliega sus recursos durante más de 48 minutos repartidos en una introducción instrumental y seis cortes de duraciones muy dispares pero muy acertadas.
“The Cambrian Explosion”, en términos geológicos, fue la aparición repentina y la rápida diversificación de los organismos multicelulares en los inicios del periodo Cámbrico (hace unos 530 millones de años), podría resumirse, comúnmente, como uno de los primeros pasos hacia la vida. Con este título arranca el álbum, una introducción de casi dos minutos, totalmente instrumental y con un trasfondo atmosférico donde los sonidos explosionan, brotan y florecen dando rienda suelta para el arranque de “Cambrian II: Eternal Recurrence”, un tema brutal lo cojas por donde lo cojas, pero me quedo con los blast beats del minuto 3:30 que se funden en una dosis de intensidad gutural increíble a cargo de un Loïc Rossetti inconmensurable que dan paso a un mágico y calmado tramo final.
Majestuoso arranque de “Ordovicium” que avanza como un mastodonte por aguas cristalinas. “Silurian” arranca con un guitarreo y ritmos cercanos al grunge metal pero a medida que avanza el tema se mete de lleno en un progresivo puzzle en el que el canto limpio de Rossetti se funde con los calamitosos growls y los ruidos de la segunda linea, un tema lleno de contrastes brutales.
La suite “Devonian: Nascent” de más de 11 minutos cuenta con la colaboración de Jonas Renske de Katatonia en las voces limpias. El tema se abre suavemente al son del cello y una bella guitarra a las que se suman las hipnóticas voces de Jonas. La canción evoluciona hacia la pesadez musical con las voces de Rossetti primeramente acompañando a Jonas para acabar superándolo. En el tercio final del tema hay una ruptura total que te descoloca totalmente y te sumerge totalmente en el mundo de Devonian.
La instrumental “The Carboniferous Rainforest Collapse” sirve como perfecta introducción a “Premian: the Great Dying” donde el combo de voces limpias y guturales son increíbles secundados por un riff brillante, uno de los mejores temas del álbum, en él se formulan cuestiones básicas sobre la evolución y el posible reajuste terrenal al que caminamos con los actos de la humanidad.
Phanerozoic I: Palaeozoic es una clase magistral de vanguardia extrema donde la producción vocal es exquisita, la meticulosidad compositiva es increíble de principio a fin, los arreglos sutiles tanto de sintetizadores como el violonchelo de Dalai Theofilopoulou añaden una capa de complejidad sublime al disco. Pasarán los años y el tiempo acabará encumbrando a The Ocean como una de las mejores bandas de metal extremo de los últimos tres lustros.