Suelen ser ya unos habituales de nuestros escenarios a pesar de que musicalmente son una rareza, pero esta vez les tocaba encabezar su propia gira por tierras hispanas. Posiblemente esta sea la vez con que más ganas acudíamos a verles pues su nueva obra, The Hands of Time (2019), es uno de los mejores discos del presente año. Al llegar a la Rocksound uno ya podía percibir el bullicio de gente y la furgoneta del grupo, logo incluido, aparcada frente al local. Fue un llenazo total, casi sold out, algo que es genial para sala y grupo pero que termina incomodando a la hora de ver el concierto. La tarima del Rocksound es bajita por lo que desde el fondo de sala intuíamos más que disfrutábamos. Una lástima, aunque la participación del público y grupo funcionó en consonancia y pudimos vivir un buen concierto.
El sombrero vaquero de Fynn Grabke y las actitudes cavernícolas de Philipp Mirstschink nos acompañaron durante la hora larga de velada en la que el nuevo disco fue el vertebrador del set. Gran inicio con la pausada pero agónica “You Can’t Let Go” en la que Philipp ya empezó utilizando una especia de palo de lluvia para golpear el bombo mientras su vocalista expresaba y daba sentimiento a las letras. La cabalgata de cambios de guitarras y de utilización de percusiones varias es una constante y se sucedió en “I Need That Ohh” y “PCH Diamond”. En directo suenan bastante más sureños que blues y la pegada de su baterista loco es colosal, con una mala leche evidente y cavernaria. Tiran de algún pre-grabado y loop pero hay un gran mérito que, al ser dos, ofrezcan y transmitan tanto como en “Seen Those Days”. Philipp utilizó todos y cada uno de sus artilugios, algo que tiene mérito pues ocupaba medio escenario con su montaje.
Mucho feeling vocal por parte de un Fynn que tira de clase y consigue tonos muy altos sin apenas esfuerzo como en “Fire Keeps Burning” y “Wardance”. Pero un servidor venía para escuchar su nueva obra en directo y “Lizard” nos puso en solfa arrancando aplausos. Luego le tocó a la maravillosa “Howling Wolf”, la que inicia su último disco y en la que el vocalista se armó de una mandolina. Una lástima no poder llegar a ver los detalles y sólo poder intuir la brutal percusión ya que las mazas del troglo-baterista llegaban casi hasta el techo. Momentos de oscuridad en “Learn It the Hard Way” para llegar luego a uno de los cúlmens de la velada. Empalmaron las geniales “Electric Nights” con el aire western de “Rain”. Aquí las campanas tubulares de Philipp tomaron el protagonismo en una demostración de cómo con un dúo puedes sonar a multitud. Ambos temas son singles espectaculares y se evidenció que la gente conocía, y adoraba, su nuevo trabajo.
Quedaba el final, y en el este se vaciaron, con ese maravilloso single que fue “The Rabbit and the Wolf”. Subieron un punto la intensidad para alegría de los presentes y se despidieron con “Your Kisses Burn like Fire” en la que más que percutir, Philipp se peleaba con tambores y bombos como si no hubiera mañana. Entre aplausos el dúo bajó de la escena y se fue a la zona de merchandising para vender, firmar y hacerse fotos con todo quien quisiera acercarse. Quedó claro que agrupaciones como esta hay muy pocas, que su nuevo disco es maravilloso y que si la Rocksound tuviera el escenario un poco más alto sería una sala perfecta. Me marché a casa feliz mientas en la cabeza se me repetía el estribillo de “Howling Wolf” y confirmando que The Picturebooks dan color a una escena necesitada de grupos que lleven la originalidad por bandera… aunque sea a mazazo limpio.