The Police – Ghost in the Machine (Especial 40º Aniversario)

Hubo una temporada, concretamente la del verano previo al inicio del antiguo Bachillerato Unificado Polivalente (BUP), que me dio por dibujar en los separadores de mis carpetas los logotipos de los artistas que me deleitaban. Haciendo memoria, puedo aseverar que la mayoría de ilustraciones estaban copiadas, con extremada fidelidad, del heavy metal y del rock sinfónico, los dos estilos por los que sentía devoción en esa época, pero también recuerdo que incluí algunos nombres de otros géneros musicales, entre comillas, más comerciales, que por supuesto me complacían. Fue en aquel rato, al enseñar estos calcados diseños a mis diversos compañeros de clase, cuando descubrí que todo el mundo, a su manera, apreciaba o respetaba a unos The Police que estaban en la cresta de la ola.

Pero remontémonos un par de años atrás, justo en el momento en que esta notoria formación británica lanzó su cuarto elepé, Ghost in the Machine, con título inspirado en el libro homónimo de psicología filosófica publicado en 1967 por el novelista y ensayista austro-húngaro Arthur Koestler y con una carátula que por primera vez no mostraba los rostros de los tres componentes del conjunto, sino una curiosa adaptación numérica de color rojo en pantalla digital, sobre un significativo fondo negro.

Ahora, sabemos a ciencia cierta que continuos nubarrones de discordia ensombrecieron la grabación de este trabajo en los estudios (actualmente, ambos destruidos) de la isla caribeña de Montserrat y de la ciudad de Quebec, especialmente provocados por las decisiones intransigentes y autoritarias de Sting, bajo la atónita mirada del coproductor Hugh Padgham, pero en aquellos tiempos no nos llegaron dichas malas noticias y, por tanto, no pudimos contextualizar el contenido final del disco en cuestión. Aún y así, mi valoración global sigue siendo prácticamente la misma.

El fantasma en la máquina es un álbum que empieza muy bien y que termina casi mejor, aunque desciende bastante el nivel en su tramo intermedio. De entrada, la magnética “Spirits in the Material World”, la contagiosa “Every Little Thing She Does Is Magic” y la oscura “Invisible Sun” engrandecen la nómina de indiscutibles singles creados por la banda (“Roxanne”, “So Lonely”, “Can’t Stand Losing You “, “Message in a Bottle”, “Walking on the Moon”, “Don’t Stand So Close to Me” o “De Do Do Do, De Da Da Da”, por citar los más celebrados) y por otra parte, cerrando la cara B, la dinámica «Ωmegaman», la mística “Secret Journey” y la hipnótica “Darkness” apuntan con brillantez el cancionero del futuro Synchronicity. Por desgracia, el resto de cortes suenan inacabados y a veces cansinos.

Seguramente, el exquisito guitarrista Andy Summers, el impecable batería Stewart Copeland y las rígidas voces críticas os dirán que las directrices impuestas por el líder Gordon Sumner no siempre fueron acertadas, que la inserción de teclados y vientos eran innecesaria y, principalmente, que con el refinamiento de la fusión de new wave y reggae marca de la casa se perdió la esencia original del grupo, pero yo pienso, al igual que el trío canadiense Rush, que a pesar de sus altibajos este era el camino a seguir… 

Xavi Garriga Giol