Puede que muchos de los que estéis leyendo esta reseña no tengáis ni idea de la existencia de The Project Hate MCMXCIX pero aquí está un servidor para ponerle remedio e introduciros en su mundo. Se trata de un proyecto proveniente de Suecia que lleva más de 20 años en activo y Purgatory es su décimo tercer disco. Cada dos o tres años nos han ido ofreciendo obras de un depurado death metal con toques industriales en los que mezclan todas y cada una de sus influencias sin ningún tipo de pudor, consiguiendo unos geniales resultados. Estas influencias pasan por todos los géneros habidos y por haber dentro del amplio espectro del metal.
La mente pensante tras TPH es Lord K. Phillipson, un músico sueco que ha pasado por las filas de Leukemia, House of Usher, God Among Insects y Torture Division y ha colaborado en vivo con Candlemass, Grave y Dark Funeral entre otros. Ya podéis ver el curriculum de este señor. Además de ser multiinstrumentista la mayoría de las veces (guitarra, bajo, teclados, programación, voces…), se ha encargado de la producción y la mezcla de sus discos obteniendo unos resultados espectaculares que muchos ya querrían.
Una cosa que siempre me ha parecido extraña, es que los labels importantes no se hayan interesado demasiado por su música y al final tuviese que montar su propio sello para distribuir sus trabajos, que casi siempre ha compartido con todo el mundo de manera gratuita. Pero para este último, cansado de no recibir apenas compensación, decidió montar una campaña de mecenazgo para poder producirlo. Así que si lo quieres escuchar no tendrás otra opción que pagar 150 SEK (al cambio son unos 14 € aproximadamente) y de esta manera poder disfrutar de 80 minutos de pura maestría.
Siguiendo con la presentación de la banda hay que decir que le acompañan otros pesos pesados dentro de la escena metal del país nórdico. A la voz principal tiene a su fiel compañero de batallas Jörgen Sandström, otro gran músico que ha estado en infinidad de grupos como Entombed, Torture Division, Vicious Art, Murder Squad, Krux, etc. estando muy bien acompañado a las voces líricas por Ellinor Asp (Snowy Shaw) que si no la conocéis os dejará alucinando con su gran técnica vocal. Tras los parches encontramos al gran Dirk Verbeuren que tiene una lista tan larga de colaboraciones que solo pondré unos cuantos ejemplos (Megadeth, Scarve, Bent Sea, Cadaver…). Como habéis visto todo un maestro, no hay mucho más añadir. Para los solos de guitarra ha contado con dos grandes y reputados músicos como son Fredrik Folkare (Unleashed, Firespawn…) y Lars Johansson (Candlemass). Y para finalizar con la introducción ha contado con la colaboración en algunas voces por el más reciente vocalista de Candlemass y anteriormente en Jonah Quizz, el veterano Johan Längquist, cerrando así un gran equipo de trabajo.
Entremos ya de lleno en la parte musical para ir desgranando esta extensa obra pieza a pieza y con bastante detalle, ya que las canciones rondan una media de 13 minutos cada una. Y la manera de empezar no puede ser más especial, tanto por su título como por su desarrollo. «Kill Everyone» es una declaración de intenciones por si misma, un grito de rabia de todo el grupo, pero sobre todo de Lord K. Phillipson. Algo que siempre me ha fascinado de este grupo es como tratan un instrumento como es el bajo, dándole un gran protagonismo ayudado por una buena mezcla para que lo oigas, lo notes, hasta lo puedas paladear, un detalle que valoro mucho. Y claro, a la que empieza la canción tras una breve intro es el bajo que golpea tu cara. Acto seguido nos deleitan con la sensual y frágil, pero a su vez agresiva voz de Ellinor Asp. Son tan dinámicos y saben combinar tan bien las diversas voces que no te aburren casi en ningún momento y riff tras riff te van atrapando. Hay momentos que me recuerdan a Ram-Zet, un grupo de avant-garde black metal que también merecen mucho la pena.
No podemos obviar el trabajo de Sandström que es soberbio y lleno de poderosos guturales, un portento a la voz, aunque el trabajo de todos y cada uno de los que participan en esta obra es de perfección total. Las guitarras juegan con melodías arabescas y partes agresivas combinadas con recursos más clásicos. Encontramos también elementos electrónicos, bastante modernos y de ahí que lleven en su etiqueta la palabra industrial, elementos que, por otra parte, no desentonan para nada. Todo es como una montaña rusa de emociones de esas que te subes y no quieres bajar nunca. En los solos notamos un aroma a heavy metal de la vieja escuela, más cercano al shredding que al death metal. ¿Os he comentado que el bajo te taladra como un martillo neumático? jejeje, perdón por la insistencia.
El groove que consiguen es espectacular gracias al buen hacer de Dirk Verbeuren y aunque se vuelvan un poco más predecibles en lo que podríamos denominar «estribillo», se les perdona. Y es que en una sola canción son capaces de ofrecer mucho más que otros tantos grupos en un disco entero. Llenan de capas y arreglos todos y cada uno de los rincones ofreciendo momentos tanto de oscuridad como de luz.
Seguimos con «Atonement» y aquí van de cara a barraca desde el segundo cero. Pura brutalidad, puro death metal en vena en un festival de blast beats y tupa tupas, de esos que aceleran las pulsaciones, mezclando esos ritmos con voces demoníacas que bien podrían provenir de un portal del inframundo. Eso sí, no tardan mucho en volver a ese groove parte nucas y esos bailes dinámicos entre voces, un apartado que miman mucho, muy bien estructurado y meditado.
Vuelven los ritmos machacones y los momentos sinfónicos llenos de intención. Las partes que más os pueden chocar son las que introducen esos elementos de música electrónica pero yo siempre los he considerado indispensables en su propuesta, de esta manera se distancian de la gran mayoría de grupos. Si nos ponemos a rebuscar encontramos otras formaciones que también usan estos recursos tales como The Kovenant, Project Silence, The Monolith Deathcult, Azure Emote, etc. Pero lo que realmente me sorprende de TPH es la naturalidad con la que pasan de una parte a otra, además que los cambios son radicales y a veces bruscos pero no desentonan para nada y si te despistas un poco ya te has perdido esa parte que tanto mola.
No es un disco de fácil digestión, eso por supuesto, ya que al haber tantos elementos y ser canciones muy largas es necesario prestar atención a cada una de ellas con sumo detenimiento y calma, pero bueno, como ahora tenemos tiempo de sobras no creo que sea ningún inconveniente.
«Sacrifice» es la canción más larga, superando los 14 minutos, y se nos presenta con los protagonistas de la base rítmica en un in crescendo hasta que nos topamos con un riff marca de la casa, ya que tienen esa facilidad para saber que son ellos tanto por el sonido como por el tipo de estructura y composición. De pronto pasamos a lo que parece ser un estribillo, pero hablando de canciones tan largas no creo que se pueda definir de esta manera, precisamente por su extensión y porque puede ser que no volvamos a encontrar de nuevo dicha parte. Son amantes también de las melodías que explotan en los solos y ahondan en ellas con los arreglos de teclado.
En esta canción apuestan por partes más contundentes con una batería profusamente potente que alardea de un amplio surtido de ritmos demostrando su alto nivel y profesionalidad. Redobles con tintes tribales, otros más pausados y delicados jugando con los toms, doble bombo mecánico pero natural siendo un gusto escuchar todos los detalles que hace gracias a la genial producción y cuidado sonido, uno de los puntales de este proyecto.
Más matraca de la buena con «Diatribe Cult», otra canción de casi un cuarto de hora que en su inicio tira hacia un black metal sinfónico pero solo en la introducción, ya que vuelven a su típico ritmo que ya resulta un poco obvio y no sorprende. En anteriores trabajos intentaban ser algo más originales y aunque siempre han hecho canciones largas intentaban no repetir patrones. Aquí no es del todo así y por eso he comentado antes que es mejor escucharlo por etapas y no del tirón. Te pones una canción, la disfrutas y ya si un caso, más tarde u otro día, te pones otra, como si fueran pequeñas píldoras. No quiero decir que no se pueda disfrutar entero pero si que puede resultar un poco repetitivo y en consecuencia cansar o aburrir.
En esta canción hay influencias de otras formaciones somo Behemoth o Septicflesh con esa fusión entre death y black que no queda mal, la verdad. Contrastan bastante con las partes más clásicas en una onda más heavy por las voces ya que aquí nos dan un respiro y nos ofrecen unos pasajes diferentes para paliar ese posible hastío que podría aparecer por lo comentado antes.
Que no pare la fiesta, que siga el desenfreno con «Greatness» y… ¿la misma fórmula? Mmmmm, y es que amigos, a partir de este momento, cuando ya llevamos casi una hora con ellos, si intercambiáramos las canciones detectaríamos sutiles cambios pero siendo sinceros volvemos a lo de antes, una repetición que puede llegar a cargar. Eso no significa que sea un mal trabajo, ni por asomo (no estoy escribiendo la crítica más larga para describir algo malo). Hay grupos que han hecho el mismo disco siete u ocho veces seguidas y son considerados leyendas, así que por repetirse más que el ajo no creo que sea un inconveniente tan grave como para no darles una oportunidad.
Llegamos a la última pieza de este extenso disco con «Birth» con un inicio muy solemne en el que detectamos algún que otro cambio. Y damos gracias por mostrarnos un poco de variedad y así salir de esa monotonía en la que nos podíamos llegar a encontrar. El tratamiento de las voces aquí es tremendo pareciendo una hueste de demonios que nos susurran versículos sumerios para invocar a algún dios poderoso de una lejana galaxia.
El bajo sigue con su paso firme y potente machacando las pocas neuronas que nos van quedando. Las geniales melodías arabescas, las cuales acostumbran a usar y abusar sin mucho complejo, vuelven a hacer acto de presencia envolviendo la sensual voz de Ellinor para luego ser devorados por Sandström y sus guturales de ultratumba. También nos muestran una faceta psicodélica que no habíamos visto antes en este Purgatory así como una parte acústica hacía el final que nos muestra la faceta más sensible de su música pero no dura mucho. Se transforma en algo más clásico que nos puede recordar a mil y un grupos escandinavos y sinceramente, es una gozada.
Se trata de un proyecto que si no conocéis tenéis un buen curro para repasar toda su discografía ya que son unos cuantos discos y cada uno de ellos es bueno y tiene cosas destacables (os dejo aquí un enlace a su Bandcamp con algunos trabajos) y Purgatory es bueno para adentrarse en su particular mundo. Por el contrario, si ya estáis familiarizados con ellos, pocas novedades encontraréis pero se disfruta igual. Por desgracia no hay disponible ningún vídeo así que no os podemos ofrecer aunque sea un pequeño taste en el apartado multimedia. Gracias por llegar hasta aquí y seguid disfrutando de la música.