Soy de los grandes fans de este punk de raíces irlandesas y folk y desde hace algo más de una década los The Rumjacks han sido uno de los nombres destacados, brindándonos obras maestras de la talla de “An Irish Pub Song”. Las cosas no funcionaron nada bien con su carismático cantante Frankie McLaughlin y su retahíla de agresiones tanto domésticas como al resto de miembros de la banda. Tras años de vivir situaciones insostenibles el grupo le echó en 2020 para fichar a Mike Rivkees. Un vocalista procedente de Boston y ya fogueado en bandas como Mickey Rickshaw. Estamos ante un nuevo inicio en la carrera de los australes-célticos.
El camino que han ido haciendo es cada vez más melódico, pegadizo y para todo tipo de públicos. En el fondo esto se trata de crecer, y dudo que sus seguidores se vayan a sentir decepcionados con temas como “Nayseyers”. Caja-bombo a piñón y con una producción que les acerca más a Turisas que a Dropkick Murphys. Fiesta y diversión sin freno, como tiene que ser, lo que ya no contaba tanto es con esta épica que les sienta tan bien. Más evocadora y Saloon es “Bullhead”, con esos aires western que tan bien le sientan y con el siempre protagonista acordeón. La letra versa sobre una chica que mata en propia defensa a un lobo.
“Hestia” posee más alma marinera y muestra su cara más templada para arrancar luego con ese arrebato metálico y con un gran estribillo, trabajado y pegadizo como pocos. En “Through These Iron Sights” tenemos esa bella entrada de cuerda para volver a deambular por terrenos más cowboys, algo que solían y suelen hacer D.A.D. En “Sainted Millions” vuelve el aroma de pub y comunidad a la vez que camaradería. Un tema cercano a los himnos de Dropkick Murphys.
Tenía el disco en orden equivocado y una de las canciones que más me engancharon desde el inicio fue “Light in My Shadow”, uno de esos himnos, cargado con gaita protagonista, que se acerca a esas maravillas como son “Fields of Athenry”, y claro, esa es una de las claves de la música folk irlandesa actual: mezclarla con el punk y con los Dubliners. “Tell Me What Happened” es felizona y divertida demostrando que el grupo ha hecho un paso adelante, pues esta sería de las supuestamente de relleno y no está nada mal, incuso funcionaría en directo. Posee el ramalazo punk con todo el arsenal folkie.
Lo más notable de esta obra es que a pesar de que es bastante larga, con 14 cortes, no decae ni la acción ni la capacidad de sorprender para bien, por mucho que estén acotados en lo estilístico. “Golden Death” es puramente The Clash y va cargada con mandolinas y coros hooligans. Sorprende el titulo de “Lizzie Borden”, la asesina del hacha, apareciendo aquí para musicar el rebanamiento de cabezas a pizzicatos.
Melodía a la primera línea en la deliciosa “Wonderlust”, una de las piezas más conseguidas del disco, otra vez con esos tiempos tan The Clash en clave reggae. Va para clásico. Aquí destaca la labor de la batería de Pietro Della Sala, con unos breaks tan rápidos como precisos. Vuelve el acordeón y el bajo de base de Johnny McKelvy para hacer cabalgar el ritmo de “Athens to the North”. Os puedo decir que Grecia ha sido un país que ha jugado un papel importante en la trayectoria de los Rumjacks. Merecían el homenaje… Adam Kenny se luce en las bases acústicas de la delicada y eficiente “Motion”. Otra balada animada y acústica marca de la casa.
El pestillo lo pone una melosa tonada tremendamente comercial y que ha llegado a ser single incluso. Hablamos de “Goodnight, Make Mends”, en la que hay esos muchos arreglos de cuerda y vientos, parada incluida, y mucha sensación evocadora. La gran balada acústica lleva por nombre “Rhythm of Her Name”. Aquí percibes perfectamente el por qué se ha fichado a Mike Rivkees. Excepcional vocalista para este estilo.
Paso adelante para The Rumjacks con un nuevo vocalista, Mike Rivkees, que mejora al pendenciero anterior y que les lleva más al gran público. Accesibilidad notoria pero un feeling espectacular y una colección impecable de temas que están a la altura de lo que podemos esperar de estos australianos. Hay himnos que van a quedar para el grupo y Dropkick Murphys siguen siendo el espejo en el que se miran, aunque también hay momentos en los que suenan metal-folk escandinavo con excelentes maneras y un plus de creatividad. Yo mismo me he servido una Guiness para terminar el artículo…