En los inicios de la década de los 2000, la industria norteamericana necesitaba una banda que capitaneara una nueva oleada estilística. Una banda que encabezara una nueva tendencia musical a la que poder aferrarse tras los bajones cualitativos del Britpop, el grunge o el nu metal. Is This it (2001) era lo que el mundo necesitaba, once canciones con melodías fantásticas, ganchos enérgicos e historias juveniles ubicadas en la ciudad de New York.
Siempre he considerado que The Strokes son una de esas bandas sobrevaloradas que estuvieron en el sitio adecuado en el momento adecuado. En 2001 rompieron los moldes, incluso se les atribuyó el honorífico título de “Los salvadores del Rock”. Demasiado peso depositado sobre los hombros de un quinteto de jóvenes ricos a los que se les abría una nueva vida enfrente de sus narices. Pero en su momento pusieron de moda el indie, una nueva oleada musical que duró una década. Después llegaron los mestizajes, pero esto ya es otro cantar.
Tras el salvadordelrock debut, se labraron una carrera irregular venida a menos que acompañaban unos directos mediocres en los que los desafinos de Julian Casablancas contrastaban con las pocas ganas del cuarteto de músicos que padecían la curiosa enfermedad de tener el ego demasiado alto.
Ahora que han pasado 19 años desde que rompieran los moldes con Is this it, ahora que han quedado por detrás de bandas sumamente más inspiradas como Kings of Leon, The Black Keys, Muse, Arcade Fire o sobretodo los camaleónicos Arctic Monkeys, parece que la banda comandada por Julian Casablancas y Albert Hammond, Jr. ha madurado. Y lo vivieron en sus carnes los asistentes del pasado Bilbao BBK, pues su concierto en la cosmopolita ciudad vasca fue uno de los mejores shows de The Strokes en nuestro país.
The New Abnormal llega a nosotros en este momento anormal, valga por una vez la redundancia. Llega tras tres anticipos notables que hacían soñar con un buen disco de los neoyorquinos. “At the Door” nos traía la versión más melancólica de la banda, “Bad Decisions” la versión hitazos y la última, “Brooklyn Bridge to Chorus” la innovadora. Una canción para cada registro conocido de la banda.
El disco llega tras siete años en los que ha habido de todo, abusos, broncas, amagos de separación. Unos años oscuros a los que sumamos otros tantos creando monstruosos discos sin identidad ni alma. Pero esto ha permitido a The Strokes liberarse. La sombra de su debut les ha eclipsado durante casi dos décadas. Pero ya no, la banda ha soltado lastre y navega libre de cargas a un nuevo resurgir.
The New Abnormal huele a melancolía. Quizás son conscientes de haber perdido unos años preciosos. Melancolía pero no de auto-compasión, pues en varios momentos queda claro que siguen confiando en ellos mismos. A fin de cuentas, todos son unos artistazos que no supieron encajar bien su estrellado repentino.
Arrancando con dos hitazos directos, “The Adults Are Talking” y “Selfless” son soberbias, delicadas pero directas. Decía Alex Turner en su precioso último disco con los Arctic Monkeys: “Yo solo quería ser uno de los Strokes”. Pues parece que estos últimos han girado la tortilla, pues The New Abnormal suena por momentos a los últimos Arctic Monkeys como en la genial “Ode to the Mets” que cierra el disco de forma sutil y preciosa.
A lo largo de nueve canciones Strokes logran recuperar tu fe en ellos al son de buenas pero simples guitarras. De hecho, los de NYC nunca han sido unos virtuosos de las seis cuerdas. El principal recurso es la moldeada voz de Casablancas, que tanto entona falsetes como canta con dureza o hasta con pena. Buen trabajo el de Julian. También encontramos algún momento menos inspirado como en “Eternal Summer” que se arregla con un tramo final algo punkarra. O la incómoda “Why Are Sundays So Depressing”, quizás la más floja del nuevo disco.
En resumidas cuentas, se echaba de menos un disco así en el indie. Un disco que logra sonar tan clásico como actual. Un disco necesario para ellos y para nosotros los fans. Cuando ya no esperabas nada de The Strokes, logran reconquistarte.