Para quien no me conozca, no tengo ni puta idea de música, ni de trémolos, ni de fuzz, ni de tempos ni nada. Yo os cuento qué me hace sentir a mí este plástico, sin meter cada canción o mierdas así. Me guío por lo que escucho, y si no os gusta (que es muy lícito) seguro que, si buscáis, encontraréis otras críticas hechas más a la vieja usanza.
Metes el CD y lo primero que sientes en tus adentros es que “¡Qué bonitos fueron los 90, joder!”. Y eso pues, a mi persona, ya le hace ponerse a tono. Un grato recuerdo me lleva por caminos aún inexplorados por este cuarteto en sus anteriores referencias. Este trabajo, para mí, ya los consagra ante un público mayoritario, no comercial (no confundamos términos). Me refiero a que ya es la misma percepción de su música la que los lleva a pabellones más altos. Atrás quedaron esas odiosas comparaciones con Deftones (grupo que he detestado y aún detesto quitando alguna canción de por medio) o esa fama de rednecks que no les hace justicia. Y es que el camino de The Wax no ha sido para nada un camino de rosas. Un grupo de un pueblo tan pequeño y que entiende tan poca gente, en muchas ocasiones, otras personas (quizá yo entre ellas), ya hubiéramos tirado la toalla. Pero no es así para ellos. Después de tragar y tragar mierda con tanto esfuerzo detrás, esto ha surtido efecto y cada vez más gente se fija en su gran potencial y, como no, en la finura con la que están llevando este nuevo nivel. Póngase por delante que este grupo, principalmente es un grupo de AMIGOS, de amigos de verdad, donde los intereses de la banda siempre se han aunado entre todos y cada una de las decisiones ha sido pensada, hablada y puesta en contexto en todas sus situaciones, y eso se nota a la hora de sacar un trabajo.
Respeto, respeto por ellos mismos por nunca venderse para ser más. Respeto para su público, pues siempre han sido ejemplo de familiaridad con otras bandas y allí donde les dejan tocar, respeto por su música, que lejos de ahondar siempre en los mismos patrones, siguen explorando nuevas vías de escape para este conjunto de notas musicales.
Ah, sí. Que tenía que hablar del disco. El disco, a mi parecer, se compone de dos partes. La primera, la más musical, introspectiva y cruel, y una segunda más visceral, más cruda, más lo que quizá esperábamos del cuarteto. Pero, de nuevo, y como siempre pasa, te sorprenden, y este disco sigue la estela de sus anteriores trabajos; LA EVOLUCIÓN. Me gustaría hablar tema a tema o hablar de ambas partes, pero no sé expresar tanto júbilo al oírlo y no parecer un pelota. No me quedo con ninguna parte en concreto porque me encantan las dos. La incorporación de un nuevo bajista, Gerard, y que el cantante Aitor ahora también rasgue la guitarra, hace que no nos parezca que falte nada, y es que joder, no falta nada de nada. (ndr. El álbum lo grabaron Aitor, Ángel y «Cacu», solo tres de los cinco miembros de la banda… y luego entró Gerard a las cuatro cuerdas; ¡gracias, Ray!) En algunos aspectos puede resultar parecido a alguna de sus otras referencias, pero siempre salvando las distancias, porque creo que estamos ante un señor disco que nos pone a todos en nuestro lugar, y a ellos, en el suyo. Aquí no hay ni trampa ni cartón. Aquí lo que hay es un charco de humildad, de amor por la música, de amor al arte, y muchísimo esfuerzo e ilusión detrás. Me encanta este puto disco, y buscar palabras para desgranarlo sería no ser tan auténtico como lo que estoy escuchando, así que creo que lo dejo aquí, y si queréis saber bien de qué hablo, ponedlo en unos buenos cascos, y escuchadlo muchas veces seguidas. Os sorprenderá la de pistas escondidas que tiene cada una de sus canciones. Para mí es un disco perfecto. Un 10/10.
Sí, y son amigos míos, casi mi familia, pero si fuera un truño, estoy seguro de que aceptarían esa crítica y seguirán escalando como han hecho hasta ahora. Uno de los discos que voy a escuchar más en mi vida, sin duda alguna.
No sé hacer fotos y no sé escribir, pero voy a conciertos e intento dejar un recuerdo de esos grandes momentos.