La carrera de Theatre of Tragedy, como la de casi todas las bandas, tiene altibajos y la entrada en el siglo XXI fue con el pie izquierdo, con paso errático y sus componentes acabaron con moratones de la caída que tuvieron. Cicatrizan las heridas, pero queda el recuerdo.
En 2000 publicaron un Musique que ya supuso un punto de inflexión en su carrera, que fue aceptado, aunque ampliamente criticado por prensa y fans. En 2002 llegaba Assembly con el que la primera duda era si volverían al gothic metal que les encumbró o seguirían por la senda de la electrónica. La duda no era baladí…
El planteamiento para estos dos discos fue completamente erróneo por parte de la banda por cuanto habían firmado con la discográfica de metal independiente más importante del mundo para ofrecer dos discos electrónicos. Nuclear Blast Records sabía de metal, no de electrónica y su público es el del metal.
No contentos con Musique, Theatre of Tragedy optaron por seguir desarrollando su tendencia electrónica en su nuevo álbum. Las influencias de Kraftwerk, Nine Inch Nails y Einstürzende Neubauten eran cada más más pronunciadas y desde el inicio con “Automatic Lover” pusieron las cartas sobre la mesa.
Hace tiempo que sostengo que la evolución musical de la banda ha dependido de la dupla de guitarristas que han tenido. Si bien Tommy Olson compuso la mayor parte de Aègis, su salida de la banda comportó la entrada de Vegard Thorsen y con él y Frank Clausen la banda sostuvo su etapa electrónica. “Play”, “Universal Race”, “Let You Down” o “Envision” salvaron un disco con mayor presencia de guitarras que su predecesor y mayor alternancia de atmósferas.
El inexorable paso del tiempo ha puesto a Assembly en su lugar hasta el punto que en Last Curtain Call, el doble directo con el que cerraron su carrera, incluyeron canciones de toda su discografía excepto de Assembly, fiel reflejo de la poca confianza que la banda tuvo en este disco.
Temas poco inspirados, falta de creatividad y un incesante crescendo de las tensiones en el seno de la banda comportó la expulsión de Liv Kristine, en 2003 y en plena luna de miel, a través de las redes sociales, sin una llamada ni un mensaje personal.
Ahora, 20 años después, reeditado y con la perspectiva del tiempo, Assembly ha ganado algunos enteros, pero sigue siendo un trabajo inconsistente y poco valorado por sus fans. El tiempo ha visto como es Liv Kristine, en su carrera en solitario, la que interpretando “Let you down” sigue manteniendo vivo el espíritu de Assembly.