Sin lugar a dudas el Vovin de Therion es el gran disco del grupo junto a Theli y ambos son influyentes, rompedores y extraordinarios. Entre ambos quedó el experimental A’Arab Zaraq – Lucid Dreaming en el que el grupo continuó avanzando hacia límites inexplorados, con temas sueltos que no entraron en Theli, versiones y una banda sonora para una película. Estaba claro que Christofer Johnsson estaba dispuesto a explorar e ir más allá de sus límites. El metal extremo quedaba aparcado y su líder le cogió el gusto a lo de las voces metaleras y especialmente a las operísticas.
Hay que ver el Vovin como un disco casi en solitario de Johnsson. Therion ya no eran un grupo como tal y sí un proyecto de un visionario que unió la orquesta, el metal y el ocultismo en un trabajo que dejó a la escena patidifusa. Nadie había hecho algo así y los suecos se ponían en la vanguardia de todo. Si buscamos precedentes, cosas que podrían llegar a acercarse a lo que fueron Therion en el Vovin, sólo se me ocurren dos referencias: Los Celtic Frost experimentales de Into the Pandemonium y los Pink Floyd de Atom Heart Mother.
El disco
El inicio es absolutamente impactante con “The Rise of Sodom and Gomorrah”. Estamos ante toda una declaración de intenciones con un riff machacón que aparece orquestado. Aires orientales y coros por doquier. En 1998 una cosa así era toda una rareza. Johnsson dejaba todo el protagonismo al coro femenino y masculino y creó algo absolutamente rompedor y único. Es uno de sus temas más emblemáticos y una forma espectacular de dar inicio a un disco.
“Birth of Venus Illegitima” es una pieza muy lograda en la que se da protagonismo a la solista a la vez que se le da cancha a la guitarra eléctrica del maestro en un medio tiempo calmado, por momentos, y en el que el coro masculino se enfrenta con el masculino con mucha belleza. Destaca la sonoridad de la batería de Wolf Simons. La producción de Siegfried Bemm es muy destacable, especialmente porque estaba en terrenos nunca transitados. Es un tema que terminará siendo recurrente en el grupo.
Lo de “Wine of Aluqah” es una barbaridad. No sólo me parece el mejor tema de Therion, sino que es uno de los mejores que se han compuesto nunca. Corte dividido en dos partes, agresivo, original y absolutamente definitorio de lo que era el grupo. Atención cuando el coro femenino cabalga sobre el doble bombo en los versos iniciales. Nunca la música clásica había maridado así con el heavy metal. Cuando rompen el tema con el solo de guitarra y entra el coro al puro estilo Verdi es estratosférico. Tuve la oportunidad de verlo en Wacken 1999 lloviendo a cántaros y todavía se me pone el pelo de punta.
En “Clavicula Nox” entramos en terreno más pausados y elegantes. La labor de Martina Astner es capital luciendo como solista en esta pieza atmosférica y épica. Cabe destacar esas guitarras tan sencillas como efectivas por parte de Tommy Eriksson y resaltar que el bueno de Waldemar Sorychta terminó de alicatarlo todo con algunas guitarras añadidas a la mezcla final. Definitivamente los 90 fueron la década de este guitarrista y afamado productor. El quinteto de cuerda redondea el trabajo dándole al final otro extra de epicidad en sus más de ocho minutos. “The Wild Hunt” abre una forma de componer y un filón. Lo explorado en las versiones del disco anterior le dan alas a Christofer y ya cuenta con Scheepers para un tema propio muy heavy metal tradicional, potenciado por los coros y dejando lo orquestal en un segundo plano.
Lucimiento para que la impresionante vocalista Sarah Jezebel Deva, que en esos días estaba en Cradle of Filth, en la canción “Eye of Shiva”. Volvemos a una canción lenta y ampulosa con dueto de sopranos y arreglos vaporosos. Todo parece flotar en una composición que reposa en la progresión de acordes del canon de Pachelbel. Pasamos luego a la inquietante “Black Sun”, otro de los cortes más destacados con esa introducción con el teclado de Lorentz Aspen y las cuerdas a pizzicato. Volvemos a otro medio tiempo poderoso con muchos coros y pasajes realmente logrados.
Llegamos luego a la suite de tres piezas que empieza con la apertura sinfónica y desemboca en “Morning Star”, dominada por voces masculinas. No es de lo más lucido del disco, pero la idea conceptual empezaba a hacer aparición en un Johnsson que había contado con el gran Thomas Karlsson (escritor ocultista) para componer todas las letras. Cierran a lo grande con una canción ya con un título repleto de fuerza: “The Raven of Dispersion”. Muy posiblemente, de todos los medios tiempos oscuros que hay en este disco, esta sea la más lograda de todas. Atención a ese estribillo glorioso.
Veredicto
Podemos dudar si nos quedamos con Theli o con Vovin, pero lo que está claro que con estos discos el grupo consiguió algo diferente y un vuelco en la escena. Nadie hacía lo que hacía Therion y el impacto de esas obras fue rutilante. Christofer Johnsson había llevado el heavy metal hacia terrenos inexplorados, lo cual es algo absolutamente meritorio. Que este tipo de metal no fuera acompañado de grandes ventas ni de éxito no quita que lo de Therion siga siendo maravilloso.
En Sudamérica llenan grandes recintos y si los has podido ver en Wacken con orquesta el espectáculo está a la altura de lo más grande que se pueda ver. En su día todas, absolutamente todas las críticas les ponían de 9 para arriba, y no era para menos, pues esta gran bestia era algo nunca visto. Finalmente, Christofer volaba solo y Therion era ese dragón propio al que le daría voces diferentes, orquestaría y daría rienda suelta a todas sus inagotables ideas. Quedaban muchas obras gloriosas a partir de entonces, pero quizá ninguna tan grande como Vovin.