Obra maestra.
Desde que el chillido de Dustin entonando “They are sick, they are poor” entra, sin previo aviso, sabes que vas a caer rendido ante Thrice, una de las mejores bandas del último cuarto de siglo. Y no exagero, muchas veces menospreciada. Otras tanta olvidada. El post hardcore no es atractivo a los oídos de los seguidores de lo tradicional. Pero no hay nadie como Thrice y nada como The Artist in the Ambulance, la obra maestra del post hardcore melódico.
Muchos querrán oponerse a esta última afirmación citando discos como No Control (1989) de Bad Religion, pero la obra magna de los californianos solamente lo es en la faceta de hardcore melódico. Otros citarán algún disco de Fugazi, Hüsker Dü, Refused o At the Drive-In. Coincido, las cuatro bandas tienen obras maestras, pero solo en la vertiente del post hardcore. Entonces, ¿qué tiene Thrice que les pueda situar sobre todas estas bandas que forman parte de la historia del hardcore?
La respuesta es corta: The Artist in the Ambulance.
Doce canciones, poco menos de 40 minutos. La combinación perfecta de guitarras pesadas creando monstruosos riffs de metal puro con la increíble voz de Dustin Kensure. Nadie, en los 20 años que han transcurrido des de que los de Irvine publicaran su tercer disco, ha sido capaz de llegar a las cotas de musicalidad asesina y virtuosismo que Thrice nos mostró en este disco.
Ya un año antes nos aplastaron con The Illusion of Safety (2002), una entrega memorable que situaba a Thrice como una de las bandas más prometedoras de la escena. Post hardcore, emo, screamo, metal alternativo… todo ello fusionado y condensado en 38 minutos. En “Deadbolt”, una de las piezas más memorables de su carrera, incluida en Illusion, ya pudimos ver que las normas están para saltárselas. Thrice aún querían perfeccionar su propuesta y no tardaron demasiado en hacerlo. Pues meses más tarde llegaría entre nosotros The Artist in the Ambulance.
Curiosamente, en este disco, tampoco podemos destacar canciones por encima del resto, algo que CASI pasa en The Illusion of Safety (2002), y digo CASI porque “Deadbolt” es una de mis debilidades personales. En este tercer disco parece que todo el mundo coincide en que la homónima “The Artist in the Ambulance” es su mejor canción, personalmente me quedo con “Under a Killing Moon” o “Stare at the Sun”. Aunque a medida que, con el paso de los años, este disco se va convirtiendo en uno de los discos de cabecera de muchos de nosotros, el cariño se reparte en partes iguales. 12 para ser exactos. También me atrevo a afirmar que Thrice nunca han hecho una canción mala. Algunas menos buenos, estamos de acuerdo, pero tienen una discografía envidiable.
Todo arranca con “Cold Cash and Cold Hearts”, una veloz, intensa y directa canción de menos de tres minutos con una de las mejores puestas en escena de las guitarras de toda la carrera de la banda. La combinación de rasgueo con la dualidad de voces algo dramáticas, que no emo, de Dustin, forman un arranque memorable. El tramo central, sin revoluciones, te prepara para un nuevo azote de gritos y tambores.
“Under a Killing Moon” de tan solo 2:41 minutos de duración arranca con un riff más estilo Children of Bodom que de Thrice. Pero solo es un espejismo, cuando Dustin da entrada todo se convierte en una fiesta de hardcore melódico adornado por una afilada linea de guitarra en segunda fila. Los tambores y la manganime guitarra dan entrada a “All That’s Left”, una de las más cañeras del plástico.
Comentar también por ejemplo que “Silhouette” tiene algunos de los riffs más pesados de la banda, una pesadez continua incluso cuando el estribillo coge elementos cedidos del metalcore como los breakdowns. Sin la dureza en que las bandas de metalcore los ejecutan, pero breakdowns al fin y al cabo. Por contraste con el resto, “Silhouette” también es una pieza super atractiva para cualquier oyente.
El hardcore melódico más clásico aparece en “Stare at the Sun”, una canción de revoluciones más calmadas pero de igual impacto. También por contraste, una de las más atractivas del disco. Y volvemos al juego de los contrastes con “Paper Tiger”, una feroz y metálica pieza, lo más parecido al metalcore que han creado para este disco. Detalle, desplazaros justo en el minuto 2:00 para alucinar con el relleno de guitarra. El bajo predomina en “Hoods on Peregrine”, otra de las canciones más pesadas del disco. Y tras la dureza, la ternura de “The Melting Point of Wax”.
Encarando la recta final, aún con cuatro canciones en el horizonte y tras la calma incontrolada aportada por The Melting Point of Wax”, nos topamos con “Blood Clots and Black Holes”, una canción algo olvidada por los fans como siempre pasa con las últimas piezas de los discos. Quizás tiene algo menos de punch, pero sigue siendo una canción brutal.
“The Artist in the Ambulance” es la más coreable del disco. En esto coincidimos. No la mejor, pero si la más fácil de cantar y disfrutar. Musicalmente no es tan intensa como el resto, pero su suave fragancia a emo / pop punk la hace una de las más accesibles para la humanidad. Reconozco que siempre la canto a pulmón. 🙂
Y ya, tras darlo todo en la homónima, poco pulmón te queda. Tras diez azotes con la mano abierta, aún hay tiempo de rematarte con otra directa a la yugular. “The Abilition of Man”, otro trallazo marca de la casa. Con menos de tres minutos de duración, la penúltima pieza acaba por rematar al oyente que, llegados a este punto piensa “¡Qué p**a obra maestra!”. El riff asesino del tramo final es de traca.
Y no quieres aterrizar en el cierre, para nada quieres que esto se acabe. Pero todo tiene su final, y el de The Artist in the Ambulance es inmejorable, lo podíamos adivinar, vamos. “Don’t Tell and We Won’t Ask” es el cierre perfecto para un disco perfecto.
¿La opinión del autor del artículo? Ha quedado suficientemente clara en la primera linea del mismo. The Artist in the Ambulance es la punta de lanza de un submundo de estilos. Un disco que ni ellos mismos serían capaces de recrear y decidieron avanzar hacía otras latitudes. Pues Vheissu (2005) es casi una obra maestra.