Sé que me falta 2002, pero entiendan ustedes, lectoras/es, que acabo de darme cuenta de que he encontrado en un archivo perdido la reseña completa de Wacken 2003, ¡y sin estrenar! Nunca se llegó a publicar en la revista de “Ana Rosa” por lo que, tras años envejeciendo en barrica se conserva como el primer día. En este viaje me acompañó alguien que escribía de forma excelente y que siempre ha sido un amigo al que siempre he admirado en (casi) todas sus facetas: Rubén Pérez, que en esos días tocaba en Hapax, otra gente muy admirada y querida. Aquí os cuelgo la crónica detallada de todo
Homenaje a un héroe caído: “El Sam”
Quizá el más grato recuerdo que guardo yo y mis compañeros que alquilamos la furgoneta para ir a Wackenes el de haber compartido viaje con una de las personas que más se echan en falta en la noche barcelonesa: “El Sam”. De él fue la propuesta-temeridad de ir a Wackenen furgo y de compartir tan buenos ratos en la tienda. El cáncer se lo llevó, pero de él aprendimos muchas cosas, ya no en lo musical, sino de la vida en general. Un amor de hombre y un tipo del que pocos malos recuerdos tiene nadie. En paño guardamos esos días junto a ti devorando jamón (te llevaste una paletilla entera) con gominolas germanas (menudo ascazo). Cuántas aventuras que difícilmente pueden ser contadas… Ese casi accidente en Francia con la furgoneta, el visitar Bélgica cuando no estaba en la ruta, cuando ese monstruo te ofreció sexo y salimos por patas… Allí donde estés, te seguimos echando de menos.
El viaje
Wacken es Wacken. Así es, y aún siendo poco amigo de los símiles balonpédicos, debo reconocer que esta es la frase que mejor puede definir a un festival que cada vez tiene más espíritu e historia. Pese a que esta decimocuarta edición no será recordada por el mejor cartel de su historia bien tenía suficientes ingredientes interesantes para alquilar una furgoneta y marcarse más de 1800 Km de infierno de asfalto. Nuestra expedición llegó con tiempo suficiente para visitar las siempre agradables ciudades norteñas. Nuestra sorpresa es mayúscula al ver alucinados que, pese a quedar dos largos días para que dé comienzo el evento, las llanuras verdes están llenas hasta la bandera. Este año la organización ha aumentado el número de baños y abrevaderos pese a que en muchos de ellos el agua era amarilla debido al óxido.
El sol y la cerveza son los principales protagonistas en las primeras jornadas en las que los conciertos todavía no han dado comienzo. Incluso la enorme avalancha de gentío cogió desprevenida a la organización, pues nadie imaginaba un éxito en asistencia como ese a dos días de dar comienzo. La fauna llegada de toda Europa, e incluso de otros continentes, saca las ropas más extravagantes de sus armarios y bajo el lema: la imaginación al poder, se montan decenas de actividades paralelas al festival nacidas del aburrimiento abrumante. Así pues, en un corto paseo por la zona de acampada puedes encontrarte francotiradores con pistolas de agua, ideales para aliviar el calor, una curiosa petanca con latas de cerveza en la que el objetivo principal es emborracharse hasta caer, o un ring improvisado con una competición de sumo en toda regla. Nuestro reportero Txiqui dejó el pabellón de ARV “en todo lo alto” tras perder vergonzosamente con un enano barbudo en la primera ronda.
Es interesante y recomendable darse a conocer a los vecinos con los que uno va a compartir varias jornadas de alcohol y metal. Un buen jamón y un trago de cerveza de nuestra tierra es siempre bien recibido por todos los teutones.
A Night to Remember – Jueves
El cartel de este año en la noche del jueves era realmente insuperable. Ya sólo por ver los grupos que tocaban esa tarde de jueves ya valía la pena haberse acercado hasta más allá de Hamburgo.
Circle II Circle
Sinceramente me considero uno de los que no terminan de entender el porqué Zack Stevens abandonó la nave de Savatage para montar una especie de banda tributo a los de Florida que incluso disfruta de la ayuda del propio John Oliva. En fin, Zack es pura elegancia y con una competente banda vestida con un look a lo equipo de hockey hielo dio un buen repaso a su CD debut. Canciones como “Out of Reach” o el single “Watching In Silence” convencieron a una receptiva audiencia. No fue un conciertazo pero si que quedó claro que los Circle tienen calidad sobrada. Los grandes momentos llegaron hacia el final con una genial “Into The Wind” y las versiones infaltables de Savatage. Esta vez cayeron “Tauting Cobras” tan inesperada como precipitada y “Edge of Thorns”. La sorpresa la puso el “Welcome Home (Sanitarium) de Metallica. Curiosa versión que cerró una interesante descarga de un Zack que nunca debería haber huido de Savatage. Dudo que con el trabajo que está haciendo Diamond pueda volver nunca a su banda madre.
Annihilator
Los candienses son una de esas bandas en las que un organizador de conciertos las ve como un éxito seguro. Pueden gustarte o no sus discos, pero si asistes a uno de sus conciertos quedas totalmente impresionado y terminas como fan de Jeff Waters. Son una auténtica máquina de riffs que te atrapa. Desgraciadamente la hora no les permitió poder jugar con las luces y esto restó espectacularidad a un show que empezó flojeando con un “King Of The Kill” en el que la nueva voz de Annihilator no convenció a nadie. Las cosas mejoraron con la fenomenal “Set The World On Fire” y “W.T.Y.D.”. Jeff se mueve cual animal enjaulado con la sonrisa dibujada en sus labios y dando la sensación de disfrutar en todo momento. “Never Neverland” y “Eternal Silence” siguieron elevando el listón que llegó hasta lo alto en “Alison Hell”. Aquí fue cuando realmente vi el porqué Waters ha fichado a este cantante. Posee una voz rasgada similar a la de Comeau pero llega también a los agudos de los buenos tiempos de Rampage. Con “Phantasmagoria” llegamos al final de un concierto que aliado con la oscuridad hubiera sido memorable.
Saxon (el concierto sorpresa)
Lo que debía ser una sorpresa monumental se quedó en una anécdota cuando el sr. Zack Stevens se fue de la lengua y sin querer se le escapó que Saxon iban a actuar esa noche. Puede que a la mayoría les pareciera un fantástico regalo un set sorpresivo con “Motorcycle Man”, “Denim & Leather” y “Princess Of The Night”, pero para mi fue un error que deja entrever a Wacken como un escaparate de propaganda perfecto. Las tres canciones terminaron con una entrevista sobre el escenario para promocionar el lanzamiento de su próximo DVD. Y lo que es más peligroso… el año que viene son cabezas de cartel. En fin, el ser fan de un grupo no me impide ver la mediatización que siempre se ha mantenido al margen del espíritu Wacken. Una agradable sorpresa que puede llegar a ser un mal precedente para un festival que alardea de que no lo esponsoriza nadie. Si hasta la pulsera del metal market anunciaba el día de salida del disco de Bonfire.
Victory
La inmensa oferta de bebida, comida, tiendas, etc… hizo que me perdiera gran parte de estos clásicos alemanes reunidos para la ocasión. Y aunque fuera quizás uno de los grupos menos conocidos del cartel asombraron a propios y extraños. Cuajaron una enorme actuación que hace depositar muchas esperanzas en ellos pues pronto sacan un nuevo disco de estudio. Para muchos una de las mejores actuaciones de este Wacken 2003. Lo poco que vio un servidor así lo corrobora.
Running Wild
Una de las razones por las que me decidí a por mi quinto Wacken es sin duda la actuación de los Wild. Nunca había tenido oportunidad de ver al sr. Kasparek sobre las tablas y esperaba su concierto como agua de mayo. No puedo considerar el concierto como una decepción pues para el fan fue una auténtica maravilla, por el set-list, por la parafernalia y modelitos bélicos, por el sonido… Pero en directo es cuando uno ve que las canciones de Running Wild son excesivamente parecidas y lo que es peor: considero escandaloso que Rock’n’Rolf no cantara ni un solo estribillo. La entrega del público fue total desde el comienzo y casi todo el mundo cantaba letra por letra todos los temas. Son sin duda una institución en su tierra natal y eso les salvó en cierta manera. Trallazos como “Riding The Storm”, “Brandad & Exiled”, “Welcome Hell” o “Apocalyptic Horsemen” cosecharon vítores y aplausos. Tiempo justo para que el batería se marcara el solo mientras Kasparek cambiaba de uniforme. Esta vez apareció de pirata para descargar “Treasure Land” y “Death To The Bone”. No paró quieto ni un momento y danzó a su peculiar estilo durante la hora y media que duró su directo. Atención el final pues fue uno de los grandes momentos de Wacken muy a pesar de no cantar ni un solo estribillo. Nada más y nada menos que “Conquistadores”, “Prisioners Of Our Time”, “Victory” y “Under Jolly Roger”. El bis final fue “Chains & Leather”.
El karaoke del metal
Al igual que en la pasada edición, existía la posibilidad de que todo borracho mostrara en público al Anton Maiden que lleva dentro y se marcara un karaoke de cualquier clásico imperecedero. Desgraciadamente esta vez el nivel era muy alto y la gente iba bien preparada e incluso había coreografías ensayadas con las guitarras hinchables. Faltó ese toque sorpresivo y espontaneo de la anterior edición, pero valió la pena.
El sueño y el cansancio empezaron a recordarme que a la mañana siguiente la jornada empezaba temprano. Ya en las tiendas nuestros simpáticos vecinos alemanes habían invertido la tarde en emborrachándose mediante una especie de artilugio consistente en un tubo y un embudo en el que la cerveza baja directamente por el esófago a toda presión. Se olvidaron de asistir a los conciertos, pero poco les importó ya que en Wacken la música nunca ha sido la protagonista principal. Aunque parezca raro así es, pero para entenderlo hay que vivirlo.
Viernes
El viernes amaneció acompañado por el clima ideal para un día de festival. Me río yo de Moncofas, Metalmanias, Dr. Musics, Gods Of Metal… Uno de los puntos fuertes de Wacken es la temperatura y el sol norteño, ideales para disfrutar de los conciertos. Eso sí, si aparece la lluvia el caos que se produce es inimaginable. Afortunadamente en este Wacken San Pedro respetó a los dioses del metal.
Los buenos días nos los daba el simpático vecino Klaus, un entrañable personaje que refleja el espíritu Wacken en sus vivas carnes. Nada más asomaba mi cabeza por la tienda dejando que el astro rey acariciara el iris de mis ojos, se presento él con una amplia sonrisa y con su inseparable botella de Vodka ofreciéndome un chupito. “Salut i força canut”. Tiene nociones de catalán y todo, ¿no bebes?, ¡Tu no hombre!. Ante tanta amabilidad cualquiera podía negarle la ilusión a tan genial personaje. El Cola Cao matutino fue sustituido por Eristroff. Siempre he pensado que debemos considerar las costumbres de las tierras que visitamos.
Pese a que Diamond Head me tiraban mucho, preferí dar una vuelta por el Metal Market y pasarme por el clinic de bajo que ofrecía Nibbs Carter de Saxon. Pese a no ser uno de los virtuosos reconocidos, ni marear el mástil con subidas y bajadas a elevadas velocidades, dio muestras de su calidad. Incluso rompió una cuerda, cosa que no le impidió dejarnos con la boca abierta.
Freedom Call
Siempre he sido muy crítico con la banda de Bay y Zimmerman por el exceso de sacarina y el autoplagio que reina en sus discos, pero si en las tres anteriores veces que les vi me defraudaron en sobremanera, reconozco que esta vez me alegraron el día. Esta vez Chris Bay tocó la guitarra y cantó de maravilla, arropado por unos coros de ensueño realizados por toda la banda. Os puedo asegurar que pocas veces he presenciado tal majestuosidad en los coros sin apenas errores. “Flying High” precedió a “The Quest”, un monumental tema de su segundo trabajo que se ha quedado fijo en su set-list. “Warriors” sonó perfecta y terminaron con la homónima “Freedom Call”. Me sorprendió el hecho que no tocaran “Hymn Of The Brave” o algún que otro clásico de su disco debut, en mi humilde opinión uno de los diez mejores discos de power metal germano de la historia. Si les odias dudo que disfrutaras el concierto, pero si eres fan es de las veces que mejor han tocado.
Sentenced
Era la primera vez que tenía la oportunidad de ver a los fineses que tanto me habían gustado en sus discos, y la verdad, me dejaron tan fríos como su tierra natal. No sé si tendrá algo que ver eso de que vienen de la tierra de los mil lagos, pero hicieron aguas por todas partes. La sensación de apatía de Ville Laihiala era contagiosa a más no poder, y hasta la intro musical se cortó a medias. Empezaron bastante bien con “Farewell”, “Luxury In The Grave” o “The Cold White Light”, pero si tanto encanto tienen los últimos cortes de su último disco, aquí en vez de singles potenciales sonaban a temitas del montón. Algo similar pasó con “Cross My Heart & Hope To Die”, pero mi mayor decepción fue con mi favorita: “Excuse Me While I Kill Myself”. El cantante demostró que no sabía dotar a la canción de su particular sentimiento. Puede que lo mejor de todo fuera ese recuerdo al Amok en “Nepenthe” con ese aire tan a lo Paradise Lost. Para finalizar nos dieron una grata sorpresa con una inesperada versión de “The Trooper” de Iron Maiden.
El cover quedó para olvidar, pero en ese mismo momento me encontré con Tony Taylor de Twisted Tower Dire y su familia del metal. Es alucinante ver como sus dos hijos de siete y seis años acaparaban toda la atención. “They are my security” decía Tony Taylor. Tal reencuentro fue acompañado de Jack Daniels, Caipirinhas y cerveza, y es que hacía dos años que no nos veíamos. Os puedo asegurar de todo corazón que Tony Taylor es una de las personas más sinceras y más auténticas que he conocido en este negocio. Sólo por ese encuentro ya valió la pena marcarse un quinto Wacken.
Dismember (Rubén Pérez)
Aunque se trata de una de las bandas más veteranas del continente, en activo desde el 1988, no ha recibido reconocimiento masivo sino dentro de la escena death, lo que equivale a un casi nulo reconocimiento si no es dentro de revistas especializadas, de subgénero o de serie B. “Dismembered”, “Massive Killing Capacity” o “Pieces” formaron parte de un set list que en media hora trató de dibujar, sin conseguirlo a mi entender, una conexión entre el público y una banda quizás demasiado satisfecha, conformista, con una puestas en escena demasiado suave para lo que se espera de una banda de death metal. Fríos, pasotas, frígidos… Tal vez necesitaron más tiempo para engancharnos a todos. Habría que verlos en un show más extenso, pero en Wacken será difícil.
Primal Fear
Estos alemanes tienen básicamente dos hándicaps que a un servidor le sacan de quicio: 1. sus tres últimos discos son iguales, y la peor: 2. vayas al festival que vayas están en el cartel. Siempre he dicho que en directo Primal Fear son una águila volando a media altura, pero esta vez fue diferente. La solidez y esa sensación de apisonadora sónica de sus discos quedaba reflejada sobre las tablas. Scheepers bordó todo lo que cantó: “Final Embrace”, la excepcional “Silver & Gold”, “Church Of Blood”, etc… La infaltable versión de Judas fue “Metal Gods”, creo que ya va siendo hora que se atreva con “Exciter” aunque sea sólo para que Tipton y Downing se acuerden que Scheepers no era tan mala opción para sustituir al sr. Halford. Matt Sinner y Tom Naumman estuvieron perfectos en su cometido. Los Fear parece que han encontrado el line-up perfecto, cuanto menos en directo. Su asignatura pendiente es el estudio, si no grabasen un disco por año quizá las cosas les irían mejor. Esperemos que el águila levante el vuelo, de Wacken me llevé esa sensación.
Testament (Rubén Pérez)
Una banda a prueba de bombas. Cuando la calidad de los músicos, sus tablas y su deseo por agradar se confabulan sobre el escenario no queda más que quitarse el sombrero, aplaudir y confesarse un “True Believer”. A este clásico se añadieron otros, como “Alone in the Dark”, “Burnt Offerings” o “Disciples of the Wrath”. Excelente noticia: Chuck Billy recuperado y en forma, con más ilusión y fuerza que nunca, esperamos que triunfe sobre el cáncer. Y el espectáculo fue seguro de los mejores en esta edición de Wacken: intenso, fuerte, agresivo, y buena parte de la culpa para el mítico Steve Digiorgio, el gran bajista de Death y Sadus, que destila tanto virtuosismo – es posiblemente el mejor bajista de metal vivo- como energía y crudeza. Se admiten votaciones para nombrar a Testament entre los mejores, que se lo han ganado.
Gamma Ray
El combo de Kai Hansen es uno de esos grupos abonados ya a Wacken que tocan año sí, año también. Por mucho que uno sea fan y le encante asistir a sus conciertos hay unos límites en los que, a la décima vez que uno asiste a su concierto, el sopor y la sensación de -ya lo he visto todo- a uno le predispone negativamente. Qué equivocado estaba…
Gamma Ray hicieron un conciertazo de esos que no hace falta que toquen un set-list para melancólicos o recurran a los clásicos calabaciles. Presente y pasado se fundieron perfectamente. “Gardens Of The Sinner” prendió la mecha a un show que terminó con traca final. “Shining Star, “Heavy Metal Universe” y “Armaggedon” completaban un listado de temas realmente acertado. A ver si bandas como Rage toman ejemplo y se acuerdan que antes de Black In Mind hay tropecientos discos grabados por el sr. Peavy Wagner. La voz de Kai estuvo a la altura e incluso, conocedor de que en Wacken hay gente de todas partes se dirigió en público en inglés, todo un detalle. “One with the World” y “Last Before the Storm” nos trasladaban a la era Scheepers, que minutos más tarde se nos aparecería de manera física y material ante nosotros. “Heart of the Unicorn” nos recordaba que hay canciones salvables de su último trabajo y “Heaven Can Wait” resultó una fiesta inesperada. Pero para inesperado… lo que acaeció en “The Silence”… el pelirrojo se defendía bien con algún tono bajado respecto a la original, pero… de pronto un agudo altísimo y un brazo amigo rodearon el hombro de Hansen. Ralph Scheepers, el que fuera cantante de Gamma Ray hasta 1995, reaparecía sobre las tablas para cantar con la banda que le hizo famoso. Momento Wacken, realmente alucinante, hasta juraría que ni la banda se lo esperaba. No llegó ni al minuto pues la canción tocaba a su fin. Os aseguro que si el Caipirinha y el Jack Daniel’s, gentileza de Twisted Tower Dire, no hubieran hecho efecto, servidor estaría llorando a moco tendido. Soy heavy gracias a Gamma Ray, y por mucho que les critique, esa noche me tocaron el alma.
Twisted Sister
Y llegó el concierto que todo el mundo esperaba. Twisted Sister eran los sustitutos de Iced Earth en el cartel, puesto que Matt Barlow decidió colgar el micro e intentar salvar al mundo tras los atentados del 11 de setiembre. Pocas veces un sustituto ha sido tan bienvenido. Cabe decir que Wacken es un festival en el que reinan los sonidos extremos y que la participación de bandas progresivas y de hard rock son meramente testimoniales. ¿Pero a quién no le apetece asistir a un show de los reunificados Twisted Sister con toda su parafernalia clásica? Blackies, thrashers, grinds, etc… se amontonaban en las primeras filas pues nadie se quería perder el regreso de Dee Sneider con su vieja cuadrilla. Si hace un par de años Sneider ya aterrizó en Wacken en solitario dejando un recuerdo imborrable, lo que consiguió esa noche llegó a superarlo inclusive. Con el público ganado de antemano y con unas ganas y actitud excepcionales, los Sister triunfaron por todo lo alto. Las pinturas de guerra vinieron acompañadas de todos los viejos clásicos: “Stay Hungry”, “Knife In The Back”, “Under The Blade… Wacken era una fiesta. Era una noche en la que se les perdonaba todo, un reencuentro soñado por todos. Quizá la química entre los músicos no sea la de antaño, que haya tiranteces visibles incluso en el escenario, que las arrugas pesen, pero nadie nos puede quitar ese momento. “You Can’t Stop R’n’R”, “I Am, I’m Me” continuaron con la fiesta. Dee Sneider no paró quieto ni un minuto e incluso cambió varias veces de vestuario al más puro estilo “The Rocky Horror Picture Show”. “Shoot ‘em Down” y la imprescindible “We’re Not Gonna Take It” nos devolvía a los viejos tiempos. El final fue apoteósico con “Burn In Hell, “I Wanna Rock” (coreada hasta la saciedad), y “Come Out & Play”. Para el bis recuperaron otro clasicazo del Stay Hungry: “SMF” en la que alargaron interminablemente el estribillo.
Son imprescindibles. Quién no los haya visto reunidos ya puede preparar las maletas y marcharse para el Serie Z festival. Pocas veces he disfrutado tanto en un concierto como esta vez. Y lo mejor de todo, quizás la última vez que disfruté tanto fue en el show de Dee Snider en solitario… Fiesta y nostalgia en estado puro, imprescindibles. Esperemos que ahora Stryper e Europe sigan el mismo camino.
Lordi
Llegados a este punto uno se encuentra frente a una de esas decisiones difíciles en las que no sabe a que concierto ir. Nada más y nada menos que Subway To Sally y Lordi tocando a la vez. Tenía curiosidad de ver a los freakies de Lordi, pero como fan devoto que soy de la institución folkalemana tenía el corazón dividido. Finalmente opté por los monstruitos nórdicos. Evidentemente ya contaba que fuera a ver el show que fuera, el otro concierto sería mucho mejor. La Ley de Murphy cayó sobre una losa sobre mi pues Lordi en directo son bastante sosos por muchas toneladas de pirotecnia y efectos que utilicen. A diferencia de Gwar, Lordi componen canciones potables aún siendo hard rock comercialillo y “Rock Outta Hell” fue buen ejemplo de ello. El impacto visual del inicio pronto se acaba, y las llamaradas no ayudan a convencer que los zombies, hombres lobos y demás criaturas que pueblan el escenario son bastante limitados y fríos. Su clásico “Would You Love A Monsterman” cerró uno de los conciertos más flojos de este Wacken 2003.
Evidentemente el show de Subway To Sally había sido una auténtica fiesta folk, e incluso había devuelto a la vida a los auténticos zombies que habían en Wacken, y no hablo precisamente de los que tocan en Lordi. Centenares de borrachos se levantaron de sus lechos de cervezas semivacías para disfrutar de uno de los conciertos más esperados del evento. Sacaron fuerzas de flaqueza interrumpiendo su dulce sueño para asistir a la fiesta pagana.
Al llegar a la tienda encontramos a nuestros dulces vecinos en estado comatoso. Otra noche más la cerveza les había impedido asistir a los conciertos de la jornada. Eso sí, estaban disfrutando de Wacken a su manera…
Sábado
Pese a que probablemente hubiese valido la pena madrugar para ver a Thyrfing, el cansancio y el sol siempre aconsejan a uno quedarse en la tienda y guardar reposo. Tras declinar los ofrecimientos alimenticios de nuestros vecinos para el almuerzo, o sea: alcohol, uno se toma una ducha y se desplaza como alma en pena hacia el primer concierto interesante.
Twisted Tower Dire
Si hace unos años estos americanos no lograron cuajar una buena actuación en Wacken, esta vez hay que decir todo lo contrario. El hijo de Tony Taylor presentó a la banda de su padre ante la sorpresa de los presentes, y un ciclón de metal clásico con fuertes influencias europeas arrasó y convenció. Presentaban The Crest of The Martyrs y empezaron con “At Night”. La solidez de la banda, añadida a la euforia y entrega de su cantante, llegan a emocionarle a uno. Nunca he conocido ni visto a alguien que sienta tanto el metalcomo el sr. Tony Taylor. Canciones como “Axes & Honor” o la hímnica “To Be a Champion” ganan enteros en directo. “By My Hand” y “Fight to Be Free” continuaron la fiesta. Me sorprendió mucho la gran cantidad de público y sobre todo la de gente que cantaba las letras de las canciones. Antes de terminar Tony se dirigió al público para explicar quienes eran TTD y su filosofía. También explicó la curiosa oferta vacacional que hizo a sus dos hijos: “¿Queréis ir a Disneylandia o a Wacken con papi?”. Os podéis imaginar que contestaron… Cerraron su descarga con “The Witch’s Eyes” de su primer disco y con toda la banda visiblemente emocionada ante la entrega y cariño del público. Otro de los grandes momentos del Wacken, sin duda.
Metalium y Bai Bang
Hora de comer y de ir de escenario en escenario para ver un poco de todo. Asistí a la primera parte del show, pero debo reconocer que la banda de Lars Ratz se me hace repetitiva y monótona tanto en disco como en directo, así que asistí a “Fight” y a “Break The Spell” y poco más. Desgraciadamente esta vez si que hicieron algo especial, y al parecer invitaron a la vocalista Weinholdpara hacer una versión de Zed Yago y el “R’n’R” de los Led Zeppelin. Ya es mala suerte… De camino en busca de avituallamiento, tropecé con el show de los Bai Bang, uno de los pocos bastiones de hard rock presentes en la edición. Llevan ya varios años en el negocio, y pese a que se les veía con tablas y haciéndolo bien, su actitud con todos los tópicos de la escena glam angelina no me convencieron. Se veía hasta forzado y fuera de lugar en Wacken. Mallas de leopardo, pañuelos y lanzando besitos a las nenas. En fin, su “R’n’R City” me encantó, pero iban un rato sobrados.
Masterplan
Con el hot dog danés a media digestión y cerveza en mano nos aproximamos al True Metal Stage, dónde los Masterplan terminaban la inicial “Spirit Never Die”. Si la primera vez tuve serias dudas de si el problema era del técnico de sonido o de ellos, esta vez quedaron despejadas. Los exHelloween han conseguido un enorme cantante y elaborar un gran álbum, mezcla de power, de hard y de metal clásico. Sin ser nada nuevo suena lo suficientemente fresco y novedoso. El single “Enlighten Me” quedó perfecto, y Lande bordó la excelente “Kind Hearted Light”. Llegó el momento para recordar su pasado en las calabazas de la mano de la siempre festiva “The Chance”. Grapow y Eckert, con su ya conocido bajo-tiburón luminoso, disfrutaban en todo momento del concierto. “Bleeding Eyes” y “Crawling From Hell” terminaron con un concierto en el que uno se queda con la sensación de que esta banda continuará una trayectoria ascendente, tanto en calidad como en popularidad. Lo tienen todo para triunfar, sólo deben jugar bien sus cartas.
Soilwork (Rubén Pérez)
Reconozco que esta es una de las bandas que no me entra, y lo hago de entrada para que nadie crea literalmente en mis palabras, pues seguro que no son realmente tan petardos como a mí me lo parecen. Creo que la propaganda y el desmesurado aparato mediático que se les ha impuesto los afecta de manera que salen al escenario con el síndrome del futbolista bien pagado, que tiene miedo de lesionarse en un entrenamiento o un partido de exhibición. Reconozcámoslo, Wacken es esto, un gran circo en que las bandas deberían tratar de demostrar a sus seguidores que la inversión hecha en sus discos no ha sido un fracaso de cálculo. Entre la mala baba aún puedo recordar alguno de sus temas, como “As We Speak”, “Figure Number Five”, “Natural Born Chaos” o “The Mind Maker”. Que no, en fin, que no. Que tal vez me he vuelto viejo para según que cosas, pero un death-thrash, con aquellas caritas de buen rollo…, en fin, ¿para cuando las versiones de Rhapsody?
Rage
Soy y seré siempre fan de Peavy Wagner y de todas las formaciones que ha tenido Rage hasta la fecha, pero alguien debería empezar ya a darle un toque a este hombre, pues los conciertos de Rage son más previsibles que un guion de peli porno. Puedes adivinar el set-list sin problemas. La única novedad es que Peavy ha ganado unos cuantos kilos y ha optado por raparse la melena. Si os fijáis en las fotos os puede recordar incluso a Paul Di’Anno. Empezaron bien, con el único tema clásico que suelen tocar: “Don’t Fear The Winter”, y continuaron con las de siempre: “Paint The Devil on The Wall”, “Sent By The Devil”, “Set This World On Fire”… ni un solo atisbo de novedad. Aún tocando Terrana y Smolsky de maravilla y cantando Peavy de forma más que correcta. Ha conseguido que un concierto suyo se me antoje como una soberana paliza. Lo único que salva del hastío reinante son las individualidades de los enormes músicos que comparten escenario. Mike Terrana es siempre espectacular, pero esta vez optó por el clásico solo metalero a toda velocidad, o sea, el clásico solo. Aún y así es sencillamente espectacular. Pero para alucinante el solo de Smolsky. Atención los que vayáis a verlos en el Ripollet Rock porque os dejará boquiabiertos. Combina slap y slide de forma espectacular. “Straight to Hell”, “War of Worlds”, “From The Cradle To The Grave” continuaron con el concierto. El final… ¡oh sorpresa!, “Higher Than The Sky” haciéndonos corear el estribillo hasta la saciedad. Entiendo que si no habéis visto nunca a Rage alucinéis con su concierto, pero si los has visto siete veces tocando lo mismo… Una lástima.
Stratovarius
Reconozco que hace tiempo que Stratovarius me han empezado a parecer algo aburridos en directo, pero este Wacken ha conseguido que me reencuentre con muchas de las bandas a las que, personalmente, daba ya por desangeladas. Con un derroche de pirotecnia inesperado para una banda como Stratovarius se presentaron en un horario acorde con su estatus. Incluso encontré el set-list muy acertado: “Infinity”, la infaltable “Speed of Light”, la inesperada “Twilight Symphony”… Incluso Timo Kotipelto hizo las paces con el escenario Wacken, pues en sus dos últimas apariciones luchó contra los elementos: agua, viento y fuego. Incluso bromeó sobre su quemazón en su última actuación con la banda. Cabe reconocer la excelente puesta en escena y sobretodo la perfecta ejecución de los temas. Recuperaron “Forever Free”, pero lo mejor fue sacar del baúl un corte tan olvidado como “Visions”. La gente ya estaba entregada, y un cierre con sus dos clásicos les hizo triunfar por todo lo alto: “Paradise y “Black Diamond”. Resulta interesante prestar atención a las locuras y variaciones que realiza Jens Johansson con su teclado. Es el auténtico crack de Stratovarius.
Nile (Rubén Pérez)
Acudí este año al macro festival metalero de la ostia por dos razones de peso: Una fue por ver tocar a DiGiorgio con Testament, y la otra por Nile, a los que no pude ver en el concierto del Prat, en la Capsa. ¿Decepción? No sería sincero si no reconociera que esperaba más de ellos, si diera por bueno lo que hicieron o si creyera que dieron todo lo que pudieron. El sonido defectuoso, como en pocas ocasiones, desgració un espectáculo de brutal death, que de por sí necesita unas mezclas muy complejas. Pero la banda, tal vez porque los dos guitarras y el bajista se reparten constantemente el papel de frontman, o tal vez la complejidad de su propuesta, que les obliga a mantener una concentración y tensión considerables sobre el escenario, hizo que no lograran lucirse como les correspondiera ni conseguir expresar corporalmente en las tablas, el nivel de brutalidad que su música expresa. ¿Mucho ruido y pocas nueces? No estoy seguro de decantarme por el sí, aunque, para ser norteamericanos, actuaron con escaso sentido del show time. Lo mejor, “The Blessed Dead”, o “Sarcophagus”, aunque también cayeron “Black Seeds Of Vengeance” o “Smashing The Antiu” Quizá les queda algo grande la etiqueta de salvadores del death metalque han querido darles, aunque, la verdad, sigo siendo un incondicional.
Slayer
Wacken no es un festival de música, es algo más, tiene un componente festivo, onírico, dionisíaco incluso (aunque desgraciadamente casto), que lo transporta más allá de la música y lo extiende al resto de perspectivas anexas al circo humano. Esta bobada no quiere decir otra cosa que hemos de relativizar la importancia de los conciertos, no se va sólo allí a escuchar música y tal vez esto lo convierta en el mejor festival de músicas de cualquier estilo. Pero algo se mascaba en el ambiente. Conforme se acercaba la hora en que debía tocar Slayer crecía la tensión y el número de almas que se agolpaba a las puertas de las carpas y escenarios en busca de su ración de… Slayer. En serio, se notaba, podíamos darnos cuenta de que allí se preparaba algo gordo, algo grande. Y lo que se esperaba llegó, pero con casi media hora de retraso, lo que acortó el show considerablemente. A pesar de este inconveniente, el God Hates Us All, sobrevoló y machacó sin piedad a la concurrencia en el nocturno ritual. Se siguieron los temas hasta llegar a la sobrecogedora trilogía mórbida e incestuosa testimonio de Occidente desde el Apocalipsis a Auswitch, con “Hell Awaits”, “South Of Heaven” y “Angel Of Death”, mientras los contenedores de basura nadaban sobre un mar de manos de la parte trasera hasta el foso del escenario. Y el invierno continuó devorando la noche de verano; un tema tras otro. “Piece By Piece” o la impresionante “Dead Skin Mask”, mientras un Araya tímido y risueño se dirigía al público dando las gracias y entornando los ojos, perdiendo la mirada y retrocediendo hasta su íntima animalidad daba paso al siguiente tema.
Sonata Arctica
Con Sonata Arctica me sucedió una situación similar a la de Stratovarius, si bien mi apatía hacia la banda de los Timos se radicara en que era la decimoprimera vez que tenía ocasión de verles, a los Arctica, de tres veces que los vi, las dos últimas me decepcionaron mucho. Con un buen disco bajo el brazo, los de Tony Kakko realizaron un meritorio concierto y demostraron que la marcha de su teclista no ha sido tan traumática como parecía en un principio “Abandoned, Pleased, Brainwashed…” destapó la caja de los truenos. Kakko lució un estado de voz excelente, nada que ver con el que mostraba hace doce meses. “Unopened” nos recordó que su disco debut causó sensación; “Victoria’s Secret” y “Replica” sonaron de maravilla. “Full Moon” y “The Cage” se encargaron de dejarnos con buen sabor de boca, pero aún me pregunto el porqué no tocaron uno de sus temas más emblemáticos como es “Wolf & Raven”. Por mucho que a uno no le gusten Sonata Arctica, hay que reconocer que en este Wacken triunfaron.
Vader (Rubén Pérez)
Y los vi. No pude hacer nada. Cuando acabó el concierto de Slayer un dejà vouz me atravesó el cerebro y no pude pensar, cruzó mi garganta y no pude decir nada, maniató mi voluntad y sólo pude asistir impresionado, temblando, emocionado, al alucinante espectáculo que ya había tenido oportunidad de recibir postrado en hinojos y con la cabeza inclinada, respetuoso, cuatro años atrás, en el mismo Wacken, que de nuevo tembló y se convirtió en el epicentro de una de las mayores descargas de metalque puede tolerar la sensibilidad humana: la de Vader – Un momentito, voy a por un trapo, que se me cae la baba-. “Revelations”, “Reign Forever World” o “Back To The Blind” destrozaron entre otras todas las aspiraciones de los que allí nos congregamos de crear un grupo, hacer música y girar por ahí. La maestría de bandas como Cynic,Atheist, Pestilence o Death, llevadas a su quintaesencial brutalidad de la mano de Cannibal Corpse o Suffocation. En términos claros, es todo un privilegio poder asistir al espectáculo de Vader, junto a Testament, en mi humilde y limitada, aunque auténtica opinión, las mejores actuaciones de Wacken 2003.
Sinner
Apenas me acerqué a verlos unos diez minutos, pero es que el metal market y demás atracciones de Wacken a veces le tiran más a uno que los mismos conciertos. No sé si es la grandeza o el problema de este festival, pero la oferta es tan amplia en todos los niveles que es imposible abarcarlo todo. El show del rubio alemán y su grupo rozó un nivel muy alto, pero es que Sinner cada vez suenan más a Primal Fear. No sé hasta que punto una banda influye a la otra, pero es que comparten hasta al guitarra Tom Naumann. “Requiem For The Sinner” y “End Of Sanctuary” dieron buena cuenta de lo que es su directo, pero un final con la versión de “Rebel Yell” de Billy Idol es digno de ser recordado.
Onkel Tom
Dentro de las múltiples novedades de la edición de este año, la más acertada ha sido sin duda el hecho de no hacer coincidir el show cervecero de Angelripper con ningún otro concierto. El crimen que cometieron el pasado año jodiendo por completo el alucinante montaje de Haggard fue un pecado capital. Pese a que el concierto tiene más de fiesta de borrachos que de directo en sí, es muy divertido ver a más de 50 músicos, periodistas y enchufados varios saltando y haciendo headbanging mientras, el tío Tom, destroza un sinfín de canciones taberneras en germano. “Schnaps” levantó a los miles de rondadores etílicos que yacían en el suelo tras varias horas de ingesta etílica ininterrumpida. Algo similar pasó con “Trink’n Wir noch’n Tröpchen”, mientras Alex Kraft y el resto de la banda lanzaban al público decenas de latas para compartir borrachera. A destacar esa interesante canción que viene a decir: “pijo, tu estás forrado, tienes una novia muy guapa y un diploma de Harvard, pero tío: ¡Yo vi a Bon Scott en directo!!!!”. Fin de fiesta con numerito erótico incluido, y como siempre, puntualmente se cerró todo a las tres en punto. Todo no, dejaron abierto el Garten de cerveza para que la fiesta continuase.
Veredicto
En definitiva, un Wacken genial, con un cartel discutible, una asistencia masiva y una cosa muy clara: Es el festival más grande en la actualidad sin necesidad de traer a grandes estrellas consagradas. Mucha gente puede discutir que Sweden Rock, Bang Your Head, Gods of Metal o Metalmania te traen a Ozzy, Metallica o Maiden, pero Wacken tiene un espíritu, un sentimiento propio, algo que lo hace especial, y si no viajas hasta allí dudo incluso a que puedas acercarte a comprender lo que significa este festival al mundo del heavy metal.
Wacken es, definitivamente, la meca.