Este año 2020, el solsticio de verano tuvo lugar hace un par de días, el pasado 20 de junio, exactamente, a las 23:43 horas. Ahora que la pandemia parece que deja de apretar y que sol empieza a hacerlo, es el momento ideal de pasar cuentas y tratar de recuperar el tiempo perdido.
Pero ya tod@s sabemos que el verano es como un domingo eterno; piensas en hacer mil cosas, pero después llega septiembre, que es un desmesurado lunes, y no has hecho nada de nada. Pues desde Science of Noise os decimos que como este año os vuelva a pasar lo mismo, como os quedéis con el culo pegado al sofá frente al televisor y no aprovechéis el tiempo durante estos meses estivales, iremos tras vosotr@s y os regalaremos entradas para ir a ver a Ramoncín o a Loquillo.
Celebrad el verano, los días soleados y las noches estrelladas, a ritmo de rock ‘n’ roll… siempre. Aquí os traemos cinco propuestas, cinco temarrales a modo de top 5, para que deleitéis vuestros oídos con las mierdas que nos gustan mientras os tomáis un mojito (¿los jebis bebemos mojitos?) en el chiringuito de turno. Porque ya lo dijo no sé quién: al final de un día de verano, tus pies deberían estar llenos de arena, tu cabello enmarañado y tus orejas llenas de metal… a no ser que tu región sanitaria esté de nuevo en la fase 0, claro.
«Summer of ’69» por Jordi Tàrrega
Artista: Bryan Adams
Álbum: Reckless (1984)
Autores: Bryan Adams y Jim Vallance
Tengo que decir que estaba entre Bryan Adams, los Beach Boys y Blue Cheer, pero dejémonos de ostias: si hay una canción que represente el verano es el puto “Summer of ’69” de Adams. Vale, nos queda lejos, pero es imposible pasar un verano sin acordarte de Chanquete ni de Bryan Adams. Posiblemente sea el tema rockero por el que se va a recordar a Bryan Adams. Yo ni había nacido ni se me esperaba, pero es el puto “Summer of 69”, y no hay más. Hay aquí la fuerza y el pulso que te da el sol y la brisa cuando muere la tarde a golpe de riff. Una bocanada de aire fresco es lo que es este “Summer of 69” y que tanta leyenda le reportó al canadiense. Podemos maldecirle y lo hemos hecho durante décadas enteras, y con razón, pero me he visto a mi mismo perder los papeles en la zona de prensa cuando Bryan entona esta maravilla. “Un palomo no hace verano” como diría el gran Johan Cruyff, y aunque el fin del verano de El Dúo Dinámico sea otra a tener en cuenta, tras el confinamiento, los odias. A Bryan no queda más que amarle…
«Trendy Winds» por Albert Vila
Artista: MIllencolin
Álbum: For Monkeys (1997)
Autor: Mathias Färm
Siempre que pienso en música para el verano me es inevitable retrotraerme a mi post adolescencia. Y concretamente. a ese primer verano recién cumplidos los 19 en el que dispuse por fin de vehículo propio y me tiraba las tardes y los fines de semana yendo a la playa, de cámping y de excursión donde fuera, a jugar a futbosque (un juego que nos inventamos y que, aunque no os lo creáis, tenía unas reglas muchísimo más complejas que las de jugar a fútbol en el bosque) y a hincharme a porros con mis amigos.
En esos tiempos, el hardcore melódico me dio bastante fuerte. Es un estilo que siempre me había gustado, pero por esos entonces pasé progresivamente de las camisetas (negras) de bandas de metal extremo a las de colorines de Quiksilver y Rip Curl. Ese fue el principio de un eclecticismo que ya nunca he dejado, tanto en lo estético como en lo musical, y si bien ya no me veréis habitualmente con Vans ni con pantalones anchísimos de skater (un deporte que siempre se me dio fatal), sí que es cierto que cada vez que vuelve el verano, los discos de No Fun at All, Satanic Surfers o No Use For a Name acaban regresando en mayor o menor medida a mi reproductor.
Quizás cualquiera de estas bandas que menciono podría haber tenido un sitio aquí, ya que entre las cintas que sonaban en bucle en mi coche estaban tanto el ¡Leche con Carne!, el Hoss o el Out of Bounds, pero me decanto por Millencolin y, concretamente, por este tema, porque su aire juvenil y de ventanilla bajada y de brazo al viento me parece absolutamente inigualable. For Monkeys fue, muy probablemente, el disco que más me trillé de los suecos (unos suecos que, como siempre, supieron mimetizarse perfectamente como cualquier cosa que se propusieran, en este caso un grupo de adolescentes surferos californianos). Temas como la clásica y melosa «Lozin’ Must» o la genial «Twenty Two» me ponían siempre a mil, pero «Trendy Winds» siempre fue mi favorita entre todas ellas.
Musicalmente sigue todas las directrices del estilo al pie de la letra: un bajo (con púa) introductorio, una batería veloz, unos rasgados de guitarra, un montón de quintas, una línea vocal melódica y un estribillo irresistibles, unos coros en los que toda la banda es partícipe y una duración inferior a los tres minutos. Líricamente, los entonces jóvenes Millencolin criticaban lo absurda que era la comunidad punk de la época (y quizás también la actual), al poner la estética por encima del espíritu. Es cierto que estábamos en la época post-boom Green Day / The Offspring, y parecía que en esos tiempos a todo el mundo le gustaba el punk rock. Eso, por supuesto, duraría poco, y supongo que ese postureo y esos vientos de moda que sacudieron al mundo en esa época era exactamente lo que criticaban los de Örebro.
Aunque todos estemos enlatados en nuestros coches con el aire acondicionado a 19ºC, temas como éste invitan a apagarlo, a bajar la ventanilla y a dejar que los vientos (aunque no sean trendy) nos peguen en el el brazo y en la cara. Mientras el hardcore melódico y siga envejeciendo así de bien, siempre podremos volver a la adolescencia, ni que sea por unos momentos veraniegos.
«Trinidad» por Xavi Prat
Artista: Edguy
Álbum: Rocket Ride (2006)
Autor: Tobias Sammet
Nunca he sabido qué pensar de este tema. Desde luego, se aleja tremendamente de los parámetros de cualquier lo-que-sea metal, pero también es cierto que nunca me ha sobrado. Tiene la payasería propia del Sammet más simplón, entiendo que pueda llegar a dar vergüenza ajena, y leyendo la letra (como las de casi todo el disco), parece que el autor estaba pasando por una mala racha amorosa. Pero más allá de eso, «Trinidad» (quizá, como su nombre indica), me trae a la mente escenas del océano.
¿Escenas del océano? O de la playa, quizá. Olas altas, una tabla de surf y, cabalgándola, el monstruo/animal de Lilo y Stich, que nunca supe cual de los dos es. El aroma que desprende es el del desenfado y la arena blanca, esos coros estilo «lalalalalá» en el estribillo te invitan a beberte un coco y llevar una falda hawaiana. El sol reluce mientras, al inicio, escuchas lo silbidos y la suave guitarra aparece. Los arreglos en el puente y estribillo te quieren poner gafas de sol y bermudas, y a lo largo de los casi cuatro minutos solo tienes dos opciones: ir en chanclas o descalzo.
Una ruptura nunca suele ser agradable, pero si lo que conlleva es este aire e irte de viaje a Trinidad, oye, no es para desechar tan rápidamente, ¿no?
«Never Ending Summer» por Rubén de Haro
Artista: 311
Álbum: Uplifter (2009)
Autores: Nicholas Lofton Hexum, Douglas Vincent Martínez, Timothy Jerome Mahoney, Aaron Charles Wills y Chad Ronald Sexton
Uplifter (2009) es, posiblemente, el peor álbum en la ya dilatada carrera de 311, una de mis bandas fetiche. Este disco es algo así como un extraño giro de la meta-realidad de la banda, y podríamos decir que los de Nick Hexum buscaban grabar su álbum de rock más clásico hasta la fecha. Pero el producto no es del todo convincente, pues los de Omaha se pasan casi todo el álbum cantando sobre lo que supone estar en una banda como 311. El resultado final no es muy alentador, la verdad sea dicha, y los intentos por crear otra «Amber», la canción más odiada por los fans de la banda, no les beneficiaron en nada.
Uplifter es exactamente lo que parece: una aventura inconsistente en la búsqueda interminable de 311 por reinventarse a sí mismos como algo más que la banda de fumetas que tuvo su época más gloriosa a mediados y finales de la década de los 90, pero que ahí están todavía, celebrando tres décadas sobre las tablas. Y aunque las canciones aquí contenidas suenan de fábula en directo (311 son ampliamente conocidos por regalar a sus fans unos bolos extremadamente perfectos), como experiencia auditiva, Uplifter solo supera a Don’t Tread On Me (2005), si ordenaras sus álbumes de más fuerte a más flojo. Está a años luz de sus mejores trabajos: Grassroots (1994), Transistor (1997) o Soundsystem (1999), y varios peldaños por debajo del resto de sus obras hasta la fecha.
Pero si analizamos el álbum, track by track, sí encontramos cosas bastante interesantes, como es el caso de «Never Ending Summer», la octava de un total de 16 canciones. Tiene un sonido irresistible que probablemente habría sido el más adecuado para abrir este Uplifter, en lugar de estar enterrado a mitad del álbum. En ella el quinteto nos recuerda su época más moza cuando vivían al límite y se pasaban verano sí, verano también (un poco más o menos, como lo que siguen haciendo a día de hoy) de gira. El tema habla sobre las lecciones que han aprendido después de 30 años (ahora, en 2020) de carrera, que se dice pronto.
Refrescaos durante unos minutos a ritmo de… 3-11-3-3-11!!
«Hot» por Xavi Prat
Artista: Reckless Love
Álbum: Animal Attraction (2011)
Autores: Ilkka Wirtanen y Olli Kosunen
El verano es luz, días largos (no solamente por el sol), trasnochar, lo caloret, playa y arena. El verano son mojitos y cervezas, amores fugaces y ganas de vivir. El verano es energía y gafas de sol, aunque sea por la noche. El verano son chicas guapas en bikini y tíos cachas en fardahuevos horteras. El verano es todo eso y mucho más, y el hard rock y el glam, generalizando, es todo eso, y también más.
Leído el párrafo anterior, la elección del estilo la tenía clara (mira, como una de las bebidas que tanto se consumirán este par de meses), y para que negarlo, la canción también. «Hot» tiene sabor a salitre y olor a calor y barbacoas, ensaladas y gazpachito. No solo por el vídeo, casposo y llenos de los clichés del estilo. El aroma que desprende es el de julio y agosto. Su ritmo y bailabilidad es la de los chiringuitos a la sombra con una copa adornada con sombrillas mientras, en tus gafas de sol con cristales de espejo, se reflejan los mozos y mozas antes descritos. «Hot» es tan verano, que hasta su título lo es.
Sobre el grupo, bueno, ya tenéis la wikipedia. Creo que estos artículos sirven para descubrir grupos y canciones, así que sólo diré que si la canción hubiese existido en mi tardía adolescencia o temprana juventud, los veranos hubiesen sido algo más que estar tiradazo en el sofá leyendo best sellers, ya que el aplatanamiento del cerebro hacía imposible enfrentarse a literatura dura.
¡Por cierto! Si para alguien el verano es ir con las botacas de los del vídeo, que se lo hagan mirar. Los pies escocidos sonde las peores cosas que hay.