Los madrileños Toundra no suelen caracterizarse precisamente por ser una banda que se apalanque en el sofá a regocijarse en su sólido y creciente éxito. De hecho, y así como el mundo del post rock / post metal instrumental (o como queráis llamarlo en el caso de que nos ocupa) peca en demasiadas ocasiones de repetitivo y genérico, estos cuatro muchachos se esfuerzan todo lo posible por escapar de lo que se espera de ellos. Si hace unos años ya nos sorprendieron cuando decidieron juntar fuerzas con el cantaor flamenco El Niño de Elche, rebautizarse
Porque una cosa tiene que quedar clara desde el principio. Como ya sospechábamos, y tal y como el propio Esteban Girón nos reafirmó cuando hablamos con él hace poco, lo que tenemos entre manos no es un nuevo disco de Toundra, sino una banda sonora compuesta por Toundra (que puede parecer lo mismo pero sin duda no lo es). Es evidente que la música que se nos presenta aquí és Toundra al 100%, claro, pero en Das Cabinet no encontraremos un sucesor de Vortex a ningún nivel, sino una aventura paralela y totalmente independiente en el que las notas que emanan de los instrumentos de los madrileños están total y enteramente al servicio de lo que ocurre en la pantalla.
Por ello, aquí no encontraremos muchos de los trazos que ya nos resultan familiares y característicos de la música de Toundra, como esos subidones apoteósicos de electricidad que nos hacen sacudir el cuello y entrar en trance a menudo. Al contrario, nos mantenemos constantemente en la vertiente menos guitarrera y más melosa de su propuesta, con baterías mayormente sutiles y a veces inexistentes, guitarras generalmente vacías de distorsión y una decidida introducción de teclados y sintetizadores que resultan totalmente pivotales en la creación de la amplia pléyade de atmósferas evocadoras y épicas en la que consiste básicamente este disco. Eso sí, a pesar de las particularidades evidentes, tanto el sello como la personalidad que la banda han conseguido desarrollar a lo largo de los años son tales que nadie sería capaz de escuchar este álbum y decir que esto no es evidentemente Toundra.
Para ponerlo a modo de resumen, no puedo sino decir que estos tíos lo han vuelto a hacer. Porque resulta fascinante ver que a pesar de tomar un enfoque totalmente distinto al que nos tienen acostumbrados, este disco resulta ser precioso y consigue atraparte una vez más y sin demasiados problemas con sus atmósferas inquietantes, hipnóticas y envolventes. Quizás los puristas que esperen ver en él un trabajo «más» de Toundra echarán en falta cierta cantidad de caña o una mayor variedad de texturas en el espectro más rockero, pero como antes nos sacudamos estas expectativas, mejor que mejor: esto no es ni pretende ser un trabajo de Toundra al uso, sino el máximo desarrollo de toda una nueva faceta de su música.
Aquí las melodías 100% marca de la casa se aderezan con pasajes pinkfloydianos, psicodélicos y casi góticos a los que no les cuesta nada sonar totalmente creíbles y naturales, encajando a la perfección con el espíritu al que nos tienen acostumbrados a pesar de que la manera de llegar a él sea completamente diferente. Tanto, que me atrevería a decir que esto es lo más arriesgado a lo que se han atrevido en toda su carrera. Porque lo de Exquirla era distinto, sí, pero tampoco tan distinto: en ese proyecto no dejábamos de encontrar casi todos los detalles que ya conocíamos de la música en Toundra a nivel instrumental, sólo que en esa ocasión contaban con el añadido de una pista vocal. En este caso, por el contrario, estamos hablando de una reinvención casi total a nivel de instrumentación y de aproximación, con la fascinante particularidad de que el resultado sigue siendo totalmente Toundra. Y que sigue sonando de la leche.
La música de los madrileños es siempre un viaje hacia adelante que no recurre a estribillos ni a estructuras estándar, pero en este caso, y en lo que podríamos definir como una gran pieza instrumental de casi ochenta minutos, sí que retorna de forma cíclica y recurrente a algunos pasajes o ideas, reinventándose o sencillamente repitiéndose para coincidir con emociones y escenas concretas de la película. Aunque he llegado a planteármelo, supongo que no tiene demasiado sentido ponerse a desgranar uno por uno los seis actos (de entre diez y catorce minutos de duración cada uno) en los que consiste esta banda sonora, ya que todos ellos forman un continuo que tiene como única misión acompañar el inquietante devenir del pérfido e insano señor Caligari mientras sugestiona al pobre Cesare a cometer sus crímenes.
De la misma forma, no creo que sea de recibo spoilerizaros la película explicándoos qué ocurre exactamente en qué momento de la música. Así que, fíjate tú por dónde, me ahorraré esta parte de la reseña (básicamente, la reseña entera) para animaros a que vayáis a verlos en la pequeña gira que harán presentando este trabajo si tenéis la oportunidad. A malas, y aunque de forma oficial el disco se publicará únicamente en formato audio, parece que la versión en vídeo sincronizada con la película estará disponible más temprano que tarde en todos los canales habituales de streaming videográfico. Porque a pesar de que es perfectamente posible hacerlo, y dudo que el resultado te decepcione lo más mínimo, si te tomas este disco únicamente como un trabajo sonoro te vas a quedar a medias con la experiencia.
Para acabar de poner la cosa en contexto, deciros que esta idea no salió de la nada. Hace unos meses, a la gente que lleva el Café Kino madrileño (que parece un sitio interesantísimo, por cierto) se les ocurrió empezar un ciclo en el que proyectarían diversas películas clásicas mientras algunas bandas tocaban por encima a modo de jam (algo así vimos también una vez en Barcelona con Obsidian Kingdom musicando el clásico de terror sueco Kïrkarlen – La Carreta Fantasma –). Pero a Toundra esa idea se les quedaba pequeña, así que una vez les propusieron encargarse del Cabinet (obra seminal del expresionismo alemán), decidieron encerrarse en un estudio, chuparse la película un montón y medio de veces y enjardinarse en componer una banda sonora de principio a fin.
Y claro, supongo que habría sido absurdo que tanto trabajo se hubiera limitado a una sola interpretación en los Cines Capitol de Madrid como las demás bandas participantes en el ciclo, así que ellos decidieron tomárselo a lo grande, grabar el resultado de su composición en este disco que escuchamos hoy y embarcarse en una inusual gira por salas de cine que les llevará a varios rincones de España y de Alemania, sus dos mayores mercados a día de hoy. No sé lo que ocurre exactamente con ellos en el país germano, pero aquí tengo más que claro que estos conciertos van a ser todo un exitazo, tanto por lo original del proyecto como porque los madrileños ya se han ganado un prestigio y una confianza ciega que convierte todo lo que tocan en victoria.
Si tuviera que escoger un disco (o incluso tres) de Toundra para llevarme a una isla desierta, seguro que no escogería éste, pero no puedo sino sacarme el puñetero sombrero ante el mérito que veo en un proyecto así. Porque aquí detrás hay un currazo inmenso que, junto a su talento innato y a decenas de visualizaciones de la peliculilla de marras, desemboca y resulta en la precisión, la inquietud, la delicadeza y la sincronización que podemos respirar en todos los surcos de este trabajo. No me gustaría ser pelota, pero la verdad es que este son el tipo de cosas que separan a una banda normal de una banda única. De una banda que, últimamente, ya ha demostrado más de una vez que no sabes por dónde te van a salir. Y esto es precisamente lo excitante de la música. Gracias Toundra por entenderlo así.
Siempre me ha encantado escribir y siempre me ha encantado el rock, el metal y muchos más estilos. De hecho, me gustan tantos estilos y tantas bandas que he llegado a pensar que he perdido completamente el criterio, pero es que hay tanta buena música ahí fuera que es imposible no seguirse sorprendiendo día a día.
Tengo una verborrea incontenible y me gusta inventarme palabras. Si habéis llegado hasta aquí, seguro que ya os habéis dado cuenta.