La verdad es que disponer de vehículo propio mola bastante de cara a desplazarse hasta el recinto de turno para presenciar bolacos, pero es que yo aparco el coche (en la puta calle, pero gratis) a tomar por culo, y esto se convierte en un problema cuando uno trabaja justo a medio camino entre donde está el coche y la sala donde tiene lugar el concierto. A mí me mola mucho caminar, patera las calles de Barcelona, y a la mínima que puedo me pego la caminata padre. Total, que cuando iba camino del coche no caí en la cuenta de qué hora era y que tenía que atravesar toda Barcelona, por Aragó, para poder llegar hasta Plaça d’Espanya y encauzarme así camino de L’Hospitalet de Llobregat, bella localidad del cinturón barcelonés donde se encuentra enclavada la Sala Salamandra, que es el recinto preferido por la mayoría de los que formamos parte del staff de Science of Noise. Bueno, esto último me lo he inventado, pero creo recordar que alguno de mis compañeros me lo ha comentado en alguna ocasión, y de esa afirmación he sacado esta conclusión tan patillera.
Pues sí, me mola mucho la Salamandra, es un recinto cuqui, de unas dimensiones razonables como para acoger eventos internacionales de primera línea y con un sonido que creo que mejora con el paso de los bolos, la verdad. Además, su estratégico enclave en pleno Barri de Sant Josep, en l’Avinguda del Carrilet, hace que sea relativamente fácil encontrar aparcamiento, sobre todo teniendo en cuenta que la sala está en plena zona industrial, y que para cuando empiezan los conciertos, los currelas finalizan su jornada laboral. Nunca he tenido que dar más de una vuelta para encontrar dónde poder abandonar a su suerte a mi Fiat Punto, ni aún llegando tarde, como me sucedió en esta ocasión.
Calculo que para cuando estaba cerrando el coche, y tras comprobar hasta en dos ocasiones que, efectivamente, estaba bien cerrado (creo que tengo TOC de ese), los galos Disconnected ya tenían que estar enfilando el camino hacia la ducha, pues nada más acceder al recinto, y tras saludar a mi compañero Manu, cuyas brutales fotos adornan las mierdas que os cuento, se levantaba el telón para que los británicos The Raven Age empezaran con su set.
Disconnected
Pues, ni puta idea, la verdad. Me los perdí porque llegué tarde y porque soy un ser despreciable. Imagino que tocarían temas de White Colossus (2018), más que nada porque es su único disco publicado hasta a fecha. Practican un metal moderno con toques prog; una combinación perfecta entre riffs pesados y pegajosos y pasajes ambientales que combinan perfectamente con la versatilidad de la voz de Ivan Pavlakovic. Fijo que durante la media hora que estuvieron allí subidosq, queme lo han chivado, tocaron, entre otras, «Living Incomplete», que es un temarral. Fin.
The Raven Age
Nunca es tarde -ni está de más- comprobar en tus propias carnes si el talento es hereditario, y en esta ocasión teníamos que testear a un Harris, para más señas, británico. A las 20:00 en punto, o lo que es lo mismo, 73″ después de mi llegada a la sala, se bajaban las luces, pues el show de los de londinenses, en cuyas filas está George Harris, hijo del mítico bajista de Iron Maiden, estaba a punto de dar inicio. La verdad es que no me gusta nada el estilo tan melódico que practican, para qué os voy a engañar. Lo que hacen lo hacen muy bien, ojo, pero es todo como un poco demasiado meloso, y uno está en aquel punto de su vida en el que un buen gutural a tiempo te la pone a punto.
Técnicamente, es una banda que está en plena forma, transmitiendo energía y good vibes en todo momento. Se trata de una banda que tiene todos los números para convertirse en un referente, en un faro de luz para las nuevas bandas que están por llegar. No solo han evitado caer en la trampa del post-hardcore, sino que nos presentan una propuesta fresca e interesante… pero que mí no me gusta nada.
El repertorio, perfectamente calculado para que no excediera de los 40 minutos, incluyó temas, tanto de su EP debut de 2014, como de su único larga duración publicado hasta la fecha, Darkness Will Rise (2017). Durante la interpretación de «Promised Land», el batería Jai Patel no dejó de perpetrar stick tricks como si la vida le fuera en ello, y así se mantuvo prácticamente hasta el final de su actuación.
Si estáis acostumbrados a asistir a shows en vivo, sabréis que una de las practicas más habituales entre los artistas es aquella que podría resumirse bajo el título «es de bien nacido ser agradecido». Justo antes de dar inicio «Salem’s Fate», Matt James, vocalista de la banda, nos pidió que le dedicáramos un fuerte aplauso a Disconnected y a Tremonti. Acto seguido nos pidió que encendiéramos las linternas de nuestros móviles para acompañar el pausado inicio de la mencionada pieza, tranquilidad que se vio truncada al minuto y pico con un «Make some noise!» justo antes de acelerarla.
Acto seguido, otra costumbre muy extendida entre los artistas. Aquella que reza que hay que preguntarle al respetable si lo están pasando bien. Matt bromeó diciendo que ese era justo el momento adecuado para preguntarlo pues la mayoría de los allí presentes ya deberíamos llevar, mínimo, un par de barras entre pecho y espalda. Y tras el chascarrillo, «Surrogate», un de los dos adelantos que de momento han publicado de lo que tendría que ser su segundo larga duración. Con la siguiente en caer, «My Revenge», llegaron los primeros y únicos guturales de su setlist, alaridos estos que corrieron a cargo de su otro guitarrista, Tony Maue. James regresó al escenario vistiendo una especie de levita con capucha de color negro, como las que suele gastar el bueno de Fiar, vocalista de los amados-por-todos-en-la-redacción Foscor. Con las twin guitars de «Angel in Disgrace» y la tan recurrida foto con el público, The Raven Age pusieron punto y final a su actuación.
Tremonti
Tras haber girado por Europa y el Reino Unido durante el verano pasado presentando su soberbio A Dying Machine (2018), Tremonti, cuarteto liderado por el mismo Mark Tremonti que en su día militó en Creed y que a día de hoy milita en Alter Bridge, llegó a L’Hospitalet el pasado 6 de noviembre para ofrecernos una noche especial de puro thrash metal, un sonido bastante más crudo al que nos tiene normalmente acostumbrado.
Durante algo menos de hora y media se dedicó a pegarle un repaso a sus cuatro trabajos publicados hasta la fecha, haciendo especial hincapié en su más reciente obra, claro está, cuya presentación en sociedad se produjo durante la tercera y última jornada del pasado Rock Fest.
La multitud a medias que no llenaba la sala (me han contado que cuando la mesa del merch no la colocan tras la sala ubicada detrás de la barra, y que cuando sitúan un par de bidones unos metros por delante de la mesa de mezclas, es que la cosa no ha ido del todo bien) estaba ya impaciente por abrazar los riffacos del bueno de Mark. Finalmente las luces se apagaron y los allí presentes rugimos, con más o menos intensidad, al ver parecer sobre las tablas a los componentes de la banda, y más especialmente cuando saltó su líder, vestido con una camiseta de Disconnected y armado con su PRS típica con la pegatina de Dimebag, a ritmo de la banda sonora que normalmente les acompaña en ese momento. Y así, de entrada, y sin avisar, nos cascaron la brutal «Cauterize». La siguiente en caer fue «You Waste Your Time», primer single ever en la historia de la banda, y mi canción favorita de ellos. Con tan solo dos temas uno ya podría percibir que aquello no era un concierto de Alter Bridge, aún habiendo tanta gente, servidor de ustedes incluido, luciendo camisetas de la banda liderada por mi adorado Myles Kennedy. Todos sabemos que Tremonti tiene alma de metal y que le pirran a partes iguales tanto Celtic Frost como Vader. Pues algo parecido sucede con los fans de Alter Bridge, que se desatan cuando quien lleva la batuta es Mark y no Myles.
Al abandonar por unas horas la cada vez más alargada sombra de Alter Bridge, uno tiene la oportunidad de presenciar a Mark Tremonti en su elemento, tocando la guitarra como solo él sabe hacer, y cantando de putísima madre ,aunque alguno le tilde de lineal y «aburrido». Justo antes de la potente «Another Heart», también -al igual que la opener– incluida en su segundo trabajo, aprovechó para saludarnos y para desearnos que lo pasáramos lo mejor posible. «Take You With Me», «My Last Mistake». La banda iba alternando temas más antiguos con los más recientes, atrayendo la atención tanto de los fans antiguos como de los más recientemente llegados. Se nota que Mark tiene ya muchos tiros pegaos y que no es un novato del escenario, y no dejó de sonreír y de dar las gracias durante todo el show. Se le vio confiado y seguro, en todo momento, detrás del micrófono. Los fans ya estamos más que familiarizados con sus habilidades tras las seis cuerdas, pero su voz es realmente especial, y hay que reconocérselo. De hecho, uno de los mejores temas incluidos en Fortress (2013), cuarto trabajo de estudio de Alter Bridge es «Waters Rising», cantada por el propio Tremonti.
Justo antes de «The Things I’ve Seen», otro de sus clásicos, nos pidieron dedicar un aplauso a las dos bandas que habían abierto la velada. Durante su interpretación pudimos comprobar las habilidades del otro guitarrista, Eric Friedmanm, quien en su día militara en la banda de metal alternativo Submersed. Y si Friedmanm nos sorprendió con sus dotes guitarrísticas, el bajista, Tanner Keegan, tomó el mando de la velada al interpretar, guitarra en mano y a ritmo de blues, una canción improvisada dedicada a la ciudad de Barcelona. El encargado de tocar el bajo, mientras Tremonti se tomaba una cerveza entre bambalinas, fue un tal Mr. Ax, un ser ataviado con una pasamontañas que quiso pasar inadvertido. Pero su calzado le delató, pues se trataba del guitar tech de Mark.
Fueron cayendo temas, pero al llegar el momento de «Catching Fire», el ritmo disminuyó un poco. Casi sin descanso sonó «So You’re Afraid», la genial «Flying Monkeys» y «Radical Change», con la que llegó el primer y único intento de moshpit del show. La thrashy «Bringer of War» llenó la sala con su adictiva y asombrosa melodía (uno de los temas del año, sin duda) y «Dust» fue uno de los temas más esperados y cantados de la noche, momento este que aprovechamos para encender la linterna de nuestro móviles, one more time.
Y así llegamos a la recta final. «Throw Them to the Lions» y «A Dying Machine» fueron las encargadas de cerrar el setlist… pero como bien saben los más fanáticos del lugar, estos muchachos no se molestan en hacer bises nunca. ¿Para qué irse para regresar pasados unos segundos? Así nos lo explicó el propio Tremonti, justo antes de interpretar «Wish You Well» y de recordarnos que, al acabar, estarían el el puesto de merch firmando todo los firmable que pudiéramos llevar encima. Por lo visto, de esto me enteré más tarde, todos teníamos derecho a firma y foto con la banda siempre y cuando te hubieras gastando un mínimo de 20 € en merch. Cosa, por otro lado, fácil de conseguir, pues cualquiera de las camisetas ya valía más de eso.
En general, un espectáculo creado a partir de ritmos tan pegadizos como potentes. Mark Tremonti mostró un inmenso afecto por los allí presentes y su magnética presencia en el escenario era innegable. ¡Un muy buen show! Las paredes de la Salamandra rezumaron la pasada noche del 6 de noviembre estilo y sustancia. La verdad es que vale mucho la pena ver a Tremonti en vivo. Impecable.
Setlist Tremonti:
Cauterize
You Waste Your Time
Another Heart
Take You With Me
My Last Mistake
The Things I’ve Seen
Blues Jam (Tanner Keegan on vocals and guitar)
Trust
Catching Fire
So You’re Afraid
Flying Monkeys
Radical Change
Bringer of War
Dust
Throw Them to the Lions
A Dying Machine
Wish You Well
Tipo peculiar y entrañable criado a medio camino entre Seattle, Sunset Boulevard y las zonas más húmedas de Louisiana. Si coges un mapa, y si cuentas con ciertos conocimientos matemáticos, verás que el resultado es una zona indeterminada entre los estados de Wyoming, South Dakota y Nebraska. Una zona que, por cierto, no he visitado jamás en la vida. No soy nada de fiar y, aunque me gusta “casi todo lo rock/metal”, prefiero las Vans antes que las J’hayber.