Bueno, bueno, bueno. No seré yo el que os descubra que los suecos Tribulation se han convertido en una de las bandas más interesantes del panorama extremo europeo. Ya sé que a algunos no les hará especial gracia que a cada disco que pase se vayan melodizando un poco más para abrazar más insistentemente su vertiente horrorgótica en detrimento de un death o black metal particularmente agresivo, pero esta tenue y progresiva evolución es lo que, a mi juicio, está colocándoles en un lugar propio y diferenciándoles de el resto de bandas que corren por ahí.
Como el propio Adam Zaars nos comentaba en una entrevista que le hicimos hace poco, y yo lo corroboro con mis propias orejas, Down Below (2018) se parece más a The Children Of The Night que los demás discos de Tribulation se parecen entre ellos. Es decir, la evolución en este álbum es algo menos acusada de lo que lo había sido en cada uno de los anteriores. Él me decía que no se trata de algo buscado, pero seguro que el hecho de que su anterior trabajo recibiera elogios unánimes por parte de la crítica, se aupara a la mayoría de listas de lo mejor de 2015 y causara sensación entre los fans, ni que sea inconscientemente, les ha motivado a querer profundizar un poco más en la fórmula. El corolario, en todo caso, es que si te gustó The Children Of The Night (2015) probablemente también te va a gustar este disco. Y a mí, por lo menos, me encantan ambos.
Lo curioso es que, de una forma u otra, este éxito y este reconocimiento que comentamos no se traduce en que la banda acabe de despegar del todo entre las «masas» metálicas, cuando a mi juicio tienen todo para ello tanto musicalmente como en temas de imagen (no por nada son buenos amigos del Papa Tobias Forge, han compartido banda con él –Repugnant– e, incluso, han tenido alguna relación más estrecha con el entorno de Ghost). En la única ocasión que he tenido la oportunidad de verles, junto a Melechesh y Keep Of Kalessin en la Sala Razzmatazz 3 barcelonesa, tuve la sensación de que gran parte de la sala fue a verlos específicamente a ellos a pesar de ser la tercera banda del cartel, y este interés no debe sino incrementarse con este álbum.
Down Below, como digo, insiste en la fórmula que la banda llegó a perfeccionar en The Children Of The Night: un metal oscuro, trágico, de aires retro, peliculero, melódico y gótico en espíritu pero no en sonido. En resumen, algo difícilmente clasificable. Aunque las voces sean siempre rasgadas o guturales, esto ni es black, ni es death ni es doom. Ni tan siquiera tengo claro que sea del todo extremo, ya que sus estructuras y sus licks son pegadizos y accesibles, e incluso el sonido de sus guitarras es suave y envolvente, mucho más cercano a bandas proto doom setenteras que a ninguna banda de death metal al uso. En esta ocasión la producción es algo más áspera, más cruda y, por decirlo así, más punk, cosa que seguro que el productor Martin Ehrencrona tiene mucho que decir, pero esto no le quita ni un ápice de esencia, al contrario, sino que creo que encaja muy bien con la propuesta de los suecos e, incluso, les añade otro nuevo toque de autenticidad.
Por decirlo de alguna manera que nos entendamos todos, antes tenían algo más de la mala leche de Kvelertak (escuchad «Melencholia», de su anterior disco, por ejemplo) y ahora se han acercado más a su propia revisión oscura de lo que hacen Ghost. Esto no es ni bueno ni malo, supongo, si no fuera porque hay momentos en que la similitud con los discípulos del Papa es muy evidente. Tal y como hemos dicho, los chicos de Ghost y los de Tribulation han crecido juntos y siguen siendo buenos amigos, así que supongo que de la misma manera que en Göteborg o en Finlandia se ha ido desarrollando un sonido característico, la escena alrededor de la mesiánica figura del señor Emeritus puede estar creando un pequeño subgénero y sonido propio e identificativo, con bandas como los propios Ghost, Tribulation, Magna Carta Cartel o In Solitude.
El disco transcurre de forma muy compacta, uniforme y fluida. La inicial «The Lament», uno de los primeros adelantos, es dinámica y movida, pero no es hasta «Nightbound» que me empiezo a motivar de verdad: el primer gran temazo-temazo de Down Below tiene cosas de Ghost, de Iron Maiden, de The Cure, de Arch Enemy y de música barroca clásica, todo pasado por una batidora y escupido con el estilo propio de los suecos. Algunos riffs y allegros pizpiretos de guitarra son sencillamente memorables, y en general me parece, casi, un clásico instantáneo. Comentábamos antes, en lo que será una apreciación recurrente a medida que pasan las canciones que me voy a intentar ahorrar, que las similitudes con Ghost, a veces, son bastante exageradas, y creo que si a un tema como «Lady Death» le pones la voz del Papa y una producción un pelín más nítida (y tampoco tanto) nadie se sorprendería que estuviéramos ante un tema de los primeros Ghost, ni en melodías ni en recursos ni en ritmos ni en letra y temática.
Yo creo que, a día de hoy, mi gran debilidad es «Subterranea». El tema empieza (y acaba) con una inquietante, sencilla y maravillosa melodía de piano de castillo encantado ochentero para enlazar con un riffaco (de nuevo bastante Ghostero) que te atrapa sin remedio, toma posesión de tus hombros y tu cuello y no te suelta hasta el final. El estribillo, muy melódico, pegadizo y coreable, es otro de sus puntos fuertes, y en general se trata de un tema que entra como cuchillo en mantequilla y se te pega como una puñetera garrapata.
Nos tomamos un respiro con «Purgatorio», un interludio oscuro y melancólico, inquietante y repetitivo, una nana macabra a base de sencillos punteos de guitarra acompañando una especie de xilófono de película de terror italiana de serie B. La influencia de bandas como Goblin o la obra de Dario Argento se ponen de manifiesto en este corte que, a parte de darnos un pequeño descanso rítmico, ahonda en la parte más oscura y teatral de la banda. Volvemos a la marcha con «Cries From The Underworld», un tema bastante áspero e igualmente memorable y accesible con otra melodía impecable y un aire tardosetentero muy interesante.
Ese toque Kvelertak que decíamos que habían perdido un poco en este disco aún está más que presente en «Lacrimosa»: rock’n’roll crudo, áspero y en tus morros. Según el propio Adam Zaars esta es la canción que, si tuviera que escoger, tiene todo lo que representa a Tribulation hoy en día, y por ello se merece un análisis algo más sesudo. Para empezar es curioso que este simbólico título le corresponda a, casi, la canción menos Ghost de todo el álbum (aunque algo hay, claro), y también a una de las menos obviamente pegadizas. Es verdad que es un tema más complejo de lo habitual, con muchas partes diferenciadas, bien enlazadas y con muchos arreglos (coros incluidos), lo que la hace bastante menos inmediata de lo que hemos ido escuchando hasta ahora. Fíjate que por momentos me recuerda incluso a los primeros Moonspell. El tramo final, otra vez con ese aire tan característico a banda sonora gracias a su delicado piano nosferatiano, es de nuevo magnífico, y es admirable como consiguen generar con su música las mismas sensaciones exactas que evocan toda la imaginería de sus discos.
De los tres adelantos, posiblemente «The World» es el que más me gusta. Se trata de un tema bastante lento y, por decirlo así, estable, donde los coros vuelven a hacer acto de presencia y las sencillas y pegadizas melodías de guitarra brillan especialmente. En este caso a quién puedo escuchar aquí es a Solstafír. Sin darnos casi cuenta ya estamos al final de un disco ligerísimo de escuchar y que pasa volando con sus poco más de 35 minutos. Y lo acabamos con con «Here Be Dragons», un tema trágico y triste de pesadez lánguida y cierto aire monolítico (sin que esto sea nada malo) sin irse con rodeos. Quizás es el tema más directo e in-your-face que encontraremos aquí, así como el más largo, y aunque es muy disfrutable y tiene su gracia dudo que se vaya a recordar como uno de los más destacados. Lo que parece que va a ser un crescendo final apoteósico a base de acumulación de capas acaba desembocando en un inesperado fade out que acaba engullido por otra de esas melodías de xilófono que nos han ido acompañando repetidamente. Si lo miras bien, de hecho, es una conclusión bastante adecuada.
Así pues, Down Below me ha convencido enteramente en su ligereza y creo que será el disco que vaya a confirmar que Tribulation pueden realmente ser alguien después de más de diez años de carrera. No es un álbum que me haya sorprendido especialmente más allá de ghostificarse un poquito más, ya que no hay nada especialmente nuevo que no hayamos escuchado ya antes en ellos, pero creo que eso tampoco hace mucha falta cuando estás hablando de una banda que sorprende ya de por sí. Por lo pronto, este fin de semana mismo tendremos la posibilidad de verlos junto a Arch Enemy, Wintersun y Jinjer en lo que es, sin demasiadas dudas, la gira más completa de este mes de enero. No sé si tendremos ocasión de escuchar temas de este disco, ya que por culpa de una gestión de los tiempos algo extraña, Down Below no saldrá al mercado hasta dos semanas entrada la gira. En todo caso, ya os adelanto que es más que posible que volvamos a tenerlos por aquí más pronto que tarde, así que yo de vosotros no dejaría pasar este disco de largo ni me perdería la oportunidad de catar su infeccioso directo.
Siempre me ha encantado escribir y siempre me ha encantado el rock, el metal y muchos más estilos. De hecho, me gustan tantos estilos y tantas bandas que he llegado a pensar que he perdido completamente el criterio, pero es que hay tanta buena música ahí fuera que es imposible no seguirse sorprendiendo día a día.
Tengo una verborrea incontenible y me gusta inventarme palabras. Si habéis llegado hasta aquí, seguro que ya os habéis dado cuenta.