Trivium – Ascendancy: 20 años de grandeza metalcore antes del gran cambio

Hoy se cumplen 20 años de Ascendancy (2005) de Trivium, una obra maestra que, en cierto modo, marcó la evolución del metal moderno y se ha consolidado como un referente indiscutible. Tras años de intensa gira, el debut con Ember to Inferno (2003) y la firma con Roadrunner Records, la banda emergió con este disco que, lejos de ser simplemente una continuación, representa una refinación y expansión de sus ideas iniciales. Desde el primer compás de «The End of Everything», donde se entrelazan sutiles teclados y guitarras acústicas, hasta el explosivo arranque de «Rain», el álbum se despliega como un viaje sonoro que no deja de sorprender, combinando momentos de calma introspectiva con estallidos de agresividad incontenible.

Cada integrante de Trivium imprime su sello en Ascendancy. Los riffs, que recuerdan las armonías melódicas de Iron Maiden y la velocidad frenética de los primeros Metallica, se ejecutan con una precisión y creatividad que elevan cada tema a la categoría de clásico. Canciones como «Pull Harder on the Strings of Your Martyr» evidencian una diversidad que abarca desde secciones veloces y técnicas hasta momentos de melódica reflexión, mostrando la habilidad de la banda para equilibrar la brutalidad y la sensibilidad. La incorporación de Corey Beaulieu y Paolo Gregoletto aporta una nueva energía y profundidad, mientras que la evolución de Matt Heafy, capaz de alternar entre guturales potentes y pasajes líricos con sorprendente naturalidad, añade una dimensión emocional que cautiva al oyente.

La destreza de Travis Smith en la batería es otro pilar fundamental del álbum. Sus fills complejos y el uso magistral del doble bombo impulsan cada canción hacia crescendos que hacen vibrar tanto a los fans veteranos como a los nuevos. En «Drowned and Torn Asunder» o en «The Deceived», la pericia rítmica se fusiona con arreglos meticulosos, demostrando que cada golpe es tan esencial como cualquier riff o solo de guitarra.

La producción de Ascendancy es impecable, logrando un balance perfecto entre la crudeza de los riffs y la claridad de cada instrumento. Cada detalle se siente intencionado: desde los sutiles matices en la introducción de cada canción hasta los elaborados solos que revelan una técnica depurada, la mezcla logra capturar la esencia de un grupo que ha evolucionado más allá de sus inicios. La ausencia de excesivos breakdowns y la cuidada integración de pasajes melódicos convierten este disco en una experiencia auditiva que fluctúa entre la furia y la elegancia, sin caer en la monotonía.

El álbum no solo demuestra la madurez musical de Trivium, sino que también establece un estándar casi inalcanzable en el panorama del metal. Cada tema, ya sea la ferocidad de «Rain», la complejidad técnica de «Pull Harder on the Strings of Your Martyr» o la emotividad de «Dying in Your Arms», se presenta como una pieza fundamental en un mosaico sonoro que, en su conjunto, desafía los límites del género. La habilidad de la banda para fusionar influencias tan variadas y transformarlas en algo único es testimonio de su evolución y de su incansable búsqueda de la perfección, haciendo de Ascendancy una experiencia casi catártica que sigue energizando y sorprendiendo a quien lo escucha.

Ascendancy no es solo un álbum, es una declaración de intenciones y un claro mensaje de que Trivium estaba destinado a poner el panorama thrash y core patas arriba. Es una obra que, con su mezcla de técnica, agresividad y melodía, se erige como uno de los discos más completos y emocionantes jamás concebidos, invitando a quienes aún no lo han descubierto a sumergirse en una experiencia sonora que trasciende el tiempo y redefine los límites del género.

Rubén de Haro

Tipo peculiar y entrañable criado a medio camino entre Seattle, Sunset Boulevard y las zonas más húmedas de Louisiana. Si coges un mapa, y si cuentas con ciertos conocimientos matemáticos, verás que el resultado es una zona indeterminada entre los estados de Wyoming, South Dakota y Nebraska. Una zona que, por cierto, no he visitado jamás en la vida. No soy nada de fiar y, aunque me gusta “casi todo lo rock/metal”, prefiero las Vans antes que las J’hayber.