Tropical Riot nos llenó el espíritu de punk y cerveza artesana

La verdad sea dicha, Albert me rondaba desde hace un tiempo para que me sacara las pulgas y empezara escribir alguna cosa para Science of Noise, de momento lo ha conseguido y creo que no hay mejor momento ni mejor manera, que hacerlo de nuestro paso por el Tropical Riot, un festival como los que nos gustan y que nada tiene que envidiar a los grandes.

Ya lo explicaba Xavi Gor, batería de Panellet y una de las almas máter del Tropical Riot, en la entrevista previa al festi hecha por Albert, y es que en esta segunda edición apostaban por dar un paso más hacia adelante sin perder la esencia de ser una cosa abarcable. Después del éxito de la primera liderada por Crim y otros tantos de la escena más local, optaron por ampliar aforo e ir a la escena internacional para buscar un buen reclamo, como fueron The Movement o No Fun At All y es que la venta anticipada de entradas se dobló rápidamente respecto al año anterior, señal que habían acertado.

La esencia respirada en el Tropical Riot es de las cosas que más destacaría del festival. I es que claramente hay un hilo conductor entre muchos de los festis que hemos tenido este verano por el país, desde el Summer Blast, El Vallès es Crema o el Actitud Fest, entre otros. Este hilo conductor hilvana una escena de espíritu casero, de formato cercano y que constituye una mezcla entre punk, oi, hardcore o toques más metaleros que conviven en los cartelazos que hemos disfrutado durante la temporada veraniega.

Algunas de las bandas del Tropical Riot, como La Inquisición, Violets o Bad Mongos han formado parte de carteles de estos festis compartiendo cartel con grandes bandas internacionales, o el hecho que el bataka de No Fun At All llevara una camiseta de Blowfuse, nos indica muchas cosas positivas:

1) La primera que venimos constatando, y es que a parte que las grandes bandas del punk californiano o bandas del skate punk sueco, han vuelto con nuevo material y a girar por todo el mundo como son los casos de Lagwagon, Ten Foot Pole, Satanic Surfers o No Fun At All, por poner algunos ejemplos, han conectado a las generaciones más noventeras con una hornada que se abre paso. Y para que nos vamos a engañar es lo que nos pasa a mi y a otros colegas que venimos dando tumbos por la escena local desde hace tiempo…

2) La escena punk-hardcore local sigue muy viva y se abre paso con nuevas bandas, donde quizá el exponente a mi gusto sean Crim o Blowfuse que lo están petando, tanto en lo local como cuando salen por ahí. Pero donde vemos bandas también con mucha fuerza y actitud como los gerundenses Bad Mongos.

3) La proliferación de festivales alternativos, donde los colectivos y bandas de la escena se arremangan para mantenerla y disfrutarla. Es el caso del Tropical Riot, donde además le vemos otros toques distintivos como las fantásticas cervezas que pude probar. Como fan de la birra artesanal y del punk-rock qué más le puedo pedir? Creo que además toda la infraestructura del festi estaba cuidada y el timing bastante clavado era una de las cosas más sorprendentes…

Y para finalizar esta entrega, demos también algún apunte musical de lo que fue la noche al menos por las bandas invitadas. The Movement, los daneses con su elegancia (no solo de sus habituales prendas) sino por el rock moderno de clase obrera que desplegaron ofreciendo una descarga de energía, actitud e claros ideales que nos puso las pilas y nos conectó con el internacionalismo antifascista, además de darnos fiesta!

Luego sin bajar el tono de antifascismo, comunismo y orgullo de clase de su predecesores, aparecieron EINA, banda heredera de los desaparecidos Inadaptats que tanto patearon el país en los noventa y primeros años 2000. Era la primera vez que los veía y a diferencia de Inadaptats han abandonado un poco el sonido punk para ir rollos más del estilo RATM. Eso si, su discurso y su tono bolchevique siguen intactos, y es que nos sacaron unos cuantos temas de su disco-homenaje a la revolución rusa de 2017, aunque el momentazo de su bolo fue hacia el final cuando tocaron «Orgull de Classe» de Inadaptats donde el público coreó el tema como si no hubiera mañana. Mi opinión personal viendo el bolo de The Movement y el de Eina, yo hubiera invertido el orden para llegar al plato fuerte de NFAA.

No Fun At All aparecieron en el escenario para llenarnos el espíritu punk y es que empezaron de cara a barraca con «Spirit», el single de su último Lp Grit, que personalmente me parece un buen disco y que aprovecharon para tocarlo bastante. Ahora bien, hay que decir que los dos primeros temas sonaron un poco a rayos, pero a partir del tercer tema la cosa se puso en su sitio, clarísimo quedó en cuanto empezaron a sonar sus hits de los grandes «No Straight Angles», «Out of Bounds» o «The Big Knockover», sus tres grandes obras de los noventa, el circle pit se dio de si y empezó el éxtasis colectivo!

Pienso que su nuevo line-up con la llegada de Frederik Erikson, así como de Stephan Bratt de los desaparecidos Atlas Losing Grip, les han rejuvenecido, aunque si les tuviera que poner una nota negativa a su bolo del Tropical Riot, es que tuvieron una conexión un poco fría con el público, y un poco desfondados con los bises, al igual sus pasos por Donosti y Zaragoza les pasaron factura. Ingemar a parte de sus tradicionales pistoletazos y pasitos para adelante y para atrás, que tienen su gracia, no pasó mucho más de su pronunciación de «ULASTREL, CATALONIA», pero quien voy a ser yo para criticarlos, el concierto lo disfruté como el que más y sigo y seguiré siendo fan suyo, viviendo siempre con la incertidumbre de si esta es la última vez que les haya podido o ver no, eso nunca se sabe…

La noche acabaría en manos de Unclu Garrot, no nos quedamos, pero conociéndole y si le habían servido unas buenas galtes de porc para comer estaría en plena forma para un final de fiesta a la altura del cartel que hemos tenido en esta edición del Tropical Riot. En resumen, una buena y completa propuesta, que esperamos que se consolide el año que viene con más cerveza artesana, buen entorno y un cartel escogido con buen gusto.

Jordi Delgado Mengual