Don Udo Dirkschneider sigue a lo suyo y está más activo que nunca. A pesar de tener edad de jubilación cuenta con su proyecto orquestal, U.D.O., Dirkschneider y The Old Gang con los ex compinches de Accept. Quién se lo iba a decir que a estas alturas estuviera en su etapa más activa. A todo ello os puedo asegurar que la formación que gasta en estos últimos tiempos es impecable, destacando especialmente a ese enorme guitarrista llamado Dee Dammers y a su propio hijo Sven Dirkschneider a la batería. Incluso el grupo desafió a la pandemia ofreciendo un concierto en Bulgaria que terminó en DVD.
Estaríamos hablando de un disco totalmente orientado hacia lo que fue Accept y un poco se desapega de su anterior Steelfactory, más metálica y menos hímnica. Puede que su reciente reunión con Baltes y Kaufmann o puede que ya tocase un giro… pues el viejo Udo no afloja y es muy regular a la hora de ofrecernos lanzamientos interesantes. Lo que hizo con la orquesta militar hace unos pocos años me sigue pareciendo uno de los grandes discos de la década. Y si hablamos de Game Over os diré que es que empieza siendo uno de los mejores discos de toda la carrera de U.D.O. como grupo, pero… se hace largo al final
Hímnica y grandes guitarras para ese gran inicio que supone “Fear Detector”, absolutamente metálico y afilado, de la escuela alemana de heavy metal de principios de los 80. Una canción ideal para empezar el disco que define perfectamente quién es U.D.O. Los chirridos metálicos de las guitarras de Smirnov y Dammers destacan en otra de hímnica y poderosa: “Holy Invaders”.
En cuanto a singles estaba claro que esta maravilla llamada “Prophecy” iba a serlo. A pesar del alto nivel que gasta el grupo esta se lleva la palma, reverdeciendo viejos pastos del pasado y con esa fórmula impecable de verso + puente + estribillo. Aquí toca destacar el buen papel de Sven, que es un gran baterista, imaginativo y capaz de dar variedad a redobles a la vez que combina platos con maestría. El solo de Dammers es una pasada…
“Empty Eyes” quizá baja un poco el alto nivel que mantiene el grupo de un disco plagado de grandes momentos y temas muy logrados. Ese sería el caso de la posterior “I See Red”, original y a la vez muy familiar, pues nos retrotrae a los primeros Accept. Me encanta el estribillo peleón que tan bien puede funcionar en directo. En lo personal y ya en 2021 temas como “Metal Never Dies” trufados de tópicos literarios y de clichés metálicos me dan un poco de repelús. Suena a lo que propone el título, pero hay gente que se emociona con cosas así… cada uno que disfrute con lo que guste, faltaría más.
Es un disco exageradamente largo y esto empieza a penalizar pasado el ecuador del mismo y en composiciones como “Like a Best”, de patillera intro, pero con buenos resultados musicales. Para dar un volantazo sonoro hay la interesante balada “Don’t Wanna Say Goodbye” que está bien pero no llega a emocionar. ¿Es por eso que viene como bonus track? “Unbroken” queda salvada por las diabluras guitarreras del dúo de hachas que mantiene Udo en el redil.
En la cadencia de “Marching Tank” se les ha pegado la entrada de “Warriors of the World” de Manowar. La línea de bajo de Tilen es exacta, aunque afortunadamente el tema crece hacia otros derroteros. Hímnica y solemne con juegos de guitarras dobladas. En “Thunder Road” un poco la fórmula empieza a dar síntomas de agotamiento por mucho que siga siendo un buen ejercicio de heavy metal.
Más corte hímnico y marcadas guitarras para “Midnight Stranger”, aderezada con samplers de voz y ruiditos futuristas. Espacio luego para dos bonus tracks resultonas como son “Speed Seeker” y “Time Control”. Cumplen expediente para luego dar paso a el tema de despedida que lleva el título de “Metal Damnation” (y no es bonus track). Puro Accept a cuchillo con grito desgarrado de entrada por parte de Udo.
Game Over es un disco que va de más a menos, con mucho material talentoso y en el que el grupo abraza a los Accept más populares, buscando la épica y el himno de antaño. Van menos a la yugular como venían haciendo, y se lastra un poco por lo excesivamente largo que es el álbum. Tres bonus tracks metidos en medio son síntoma claro de que la pandemia ha dado tiempo para componer y grabar. No era necesario meterlas todas, pues podría haber quedado algo más directo y certero, aunque el primer tramo me parece impresionante.