Ugly Kid Joe probablemente empezaron a cavar su propia tumba en el mismo instante en que entraron en escena. Primero, por su nombre, que no es más que una especie de juego de palabras, de mofa de la banda de hair metal de segunda (o tercera) fila Pretty Boy Floyd («Leather Boyz with Electric Toyz»… ¡temazo!). Luego, obviamente, está el tema que les hizo mundialmente famosos, «Everything About You», una canción que el propio vocalista de la banda, Whitfield Crane, ha reconocido en público que odia pero que la tocan porque la gente todavía quiere escucharla.
Su EP debut de 1991 As Ugly as They Wanna Be (de nuevo, otro juego de palabras, esta vez haciendo referencia al álbum de la banda de hip-hop 2 Live Crew As Nasty as They Wanna Be del año 1989) era en gran parte como la anteriormente citada canción: divertido, pero tonto y juvenil con algunas bases geniales de funk metal. Meses más tarde vería la luz su primer LP, America’s Least Wanted (en clara referencia al programa de televisión America’s Most Wanted, un espectáculo en el que se recreaban las acciones y aventuras de fugitivos peligrosos que eran representados por actores) que era más de lo mismo, aunque la banda tuvo bastante éxito gracias a la versión del clásico del folk de Harry Chapin «Cat’s in the Cradle», y un poco también gracias a la presencia de Rob Halford (Judas Priest) en «Goddamn Devil».
Para cuando se lanzó Menace to Sobriety (otro guiño de la cultura pop, pues el título hace referencia al drama juvenil de 1993 Menace II Society) en 1995, probablemente la audiencia no esperaba gran cosa y las esperanzas del gran público ya se habían desvanecido, pues el nombre del álbum prometía, una vez más, más de lo mismo. Pero, curiosamente, este álbum mostró una banda más madura y con un sonido más duro en clara evolución. Había indicios de que el quinteto de Isla Vista (California) quería tomarse esto en serio. Había matices grunge y un rock alternativo bastante en la onda de lo que sonaba en las radios de la época. Es por ello que, en mi opinión, este es el mejor álbum dentro del catálogo del grupo. La incorporación de Shannon Larkin a sus lineas no solo mejoró la composición del grupo, sino que sus habilidades como batería permiten que el resto de la banda pueda reclinar sus oídos y, simplemente, dejarse llevar. Desde la intro inicial de casi dos minutos (con la que todavía, a día de hoy, abren sus shows) hasta las primeras canciones, la banda deja muy claro que estos no son los Ugly Kid Joe de su primer lanzamiento.
El cambio se nota primero en «Tomorrow’s World», uno de los temas más destacados del álbum. La canción tiene un aire melancólico, conducido a la perfección por el estratosférico bajo de Cordell Crockett. La voz, por llamarla de alguna manera rockero-festiva de Whitfield Crane, adquiere aquí un tono más amenazante que encaja a las mil maravillas en la melodía. Me atrevería a afirmar, incluso, que hay matices muy en la onda de Black Sabbath. Otra de sus bandas preferidas es Motörhead, con quienes Crane acababa de colaborar en una nueva versión de su clásico «Born to Raise Hell» para la banda sonora de Airheads (1994), tema en el que también colabora Ice-T. En definitiva, nos encontramos ante la que, posiblemente, sea la segunda mejor canción que la banda jamás haya grabado. Esa atmósfera tan melancólica también se muestra en otros pasajes del álbum, particularmente en «Suckerpath», el séptimo corte.
«C.U.S.T.» podría haber sido una de las precursoras del rap-rock que surgió a fines de la década de los 90. Comienza con un sonido funk rock bastante influenciado por los Red Hot Chili Peppers y con un Crane rapeando. El contenido lírico en sí es un poco juvenil y está en línea con el trabajo anterior de la banda, pero es una canción divertida.
Mi canción favorita del disco, de toda su discografía y quizá de toda la segunda mitad de la década de los 90, es la enorme «Milkman’s Son». Es una semi-balada con un poco de sabor a rock sureño, y quizás una de las mejores interpretaciones vocales en la carrera de Crane. Aunque el título de la canción no augura nada bueno, en realidad es una de las canciones mejor escritas y más sinceras del álbum. Si la cinta de VHS en la que es su día grabara el videoclip del Del 40 al 1 de turno no está quemada ya, poco le queda. Lo mismo podría decirse de la balada «Cloudy Skies», que deambula a medio camino entre el rock sureño y los sonidos más alternativos de la década de los 90. No es que sea de mis favoritas, pero reconozco que ha crecido en mi interior con el paso de los años, de las décadas.
Pero no tenemos que perder el norte, y de vez en cuando hay que recordar que estamos hablando de Ugly Kid Joe, y que el cachondeo y la festividad han de hacer acto de presencia. En este caso, el jolgorio llega más tarde que temprano, y ahí es donde entra en escena «Jesus Rode a Harley», un tema que podría perfectamente tener cabida en su anterior trabajo. Del tema destaco su melodía, pues es una canción que tiene un gancho encomiable y se te mete dentro, además de sus grandes coros. «V.I.P.» es otro claro ejemplo de los Ugly Kid Joe originales. Es un tema que rezuma ira juvenil, pero de nuevo encontramos una melodía memorable que te hará menear la cabeza y cantar como si no hubiera un mañana. Y, obviamente, no hay que olvidarse de «Oompa», que comienza con un guiño a la intro al tema de Mötley Crüe que abre Shout at the Devil (1983), «In the Beginning», para luego convertirse en la canción de los Oompa Loompa de Willy Wonka and the Chocolate Factory (1971), pero mucho más estridente y violenta:
“Oompa doompa doopady doo
I’ve got another riddle for you
When you lie in your bed
We’ll come in, kill you dead! (dead).»
La banda lanzaría un álbum más, Motel California (1996)… sí, otro puto juego de palabras, que quizá se alejó un poco demasiado de lo que mejor saben hacen, antes de separarse en 1997. Sea como fuere, en ese álbum aparece la que quizá sea mi segunda canción favorita dentro de la discografía de los californianos: «Sandwich». Crane fichó una temporada por Life of Agony y montó Another Animal junto al por aquel entonces ex Machine Head Logan Mader. El guitarrista Dave Fortman se convirtió en productor y Shannon Larkin, enorme batería que debutaba en las filas de Ugly Kid Joe con este álbum, ficharía por Candlebox y, posteriormente, por Godsmack, con quienes está todavía. La formación que grabó este Menace to Sobriety se reuniría hace unos años para tocar en directo y grabar el muy digno EP Stairway to Hell en 2012 (sí, otro juego de palabras… one more time…).
Ugy Kid Joe, una de las bandas más infravaloradas del universo hard rock. ¿Lo repito? UGLY KID JOE ES UNA DE LAS BANDAS MÁS INFRAVALORADAS DEL UNIVERSO HARD ROCK. Lo pongo así en mayúsculas porque estoy muy enfadado. Uno puede llegar a comprender que, debido a los inicios de la banda, este trabajo pasara un poco desapercibido, pero es un disco digno de atención para todos los fanáticos del hard rock. Es una combinación superlativa de rock festivo de los 80 con el sonido más oscuro y melancólico de la década de los 90, y con alguna que otra pincelada de sonidos más clásicos.
No puedo recomendar este álbum lo suficiente. Si lo pasas por alto debido a la idea preconcebida que tienes sobre lo que fueron que Ugly Kid Joe, te estás perdiendo un álbum enorme. Bueno, enorme, lo que se dice enorme, quizá no, porque la portada es horrible. En ella aparece un niño vistiendo un trachten, el típico traje alemán, sentado ante lo que parece ser un banquete a base de verduras y hortalizas, mientras ingiere una Weißbier. Es algo así como si una especie de Augustus Gloop, el niño gordo alemán de Willy Wonka and the Chocolate Factory, disfrutara de una cerveza antes de pegarse un gran homenaje dominical. Bueno, visto así, sí que mola la portada… ¡compro! Os quiero y tal…
Tipo peculiar y entrañable criado a medio camino entre Seattle, Sunset Boulevard y las zonas más húmedas de Louisiana. Si coges un mapa, y si cuentas con ciertos conocimientos matemáticos, verás que el resultado es una zona indeterminada entre los estados de Wyoming, South Dakota y Nebraska. Una zona que, por cierto, no he visitado jamás en la vida. No soy nada de fiar y, aunque me gusta “casi todo lo rock/metal”, prefiero las Vans antes que las J’hayber.