Tal como se encargó de recordarnos el bueno de Whitfield Crane, vocalista de Ugly Kid Joe, la banda no pisaba Barcelona desde el año 1996. Solo un par de miembros (el propio Crane y el guitarrista Dave Fortman) se dejaron caer por la sala Mephisto (hoy en día Bóveda), a fin de obsequiarnos con un pequeño set acústico conmemorando la salida al mercado de su, por aquel entonces, última entrega musical: Motel California (1996). Y yo estuve allí.
Desde aquel día, han pasado nada menos que veintiún años, y la verdad es que se ha echado mucho de menos a los de Isla Vista por estos lares. Aunque nunca han tenido el reconocimiento que se merecen (me atrevería a decir que es, posiblemente, la banda más infravalorada del panorama rock norteamericano de los 90), la banda se ha ganado un más que merecido estatus de «banda de culto» en los últimos tiempos. Ugly Kid Joe son los que siempre parecían estar ahí, a medio camino entre el éxito y el olvido, pero que jamás cayeron en la trampa de querer aparentar lo que no eran. Ni el rímel, ni las mallas de leopardo, ni los looks imposibles a base de laca iban con ellos. Su sonido, forjado sobre las bases de clásicos como Black Sabbath o Motörhead, distaba bastante de su apariencia skater, que les diferenciaba del resto de bandas de hard-rock del momento.
Tras su excelente America’s Least Wanted (1992, hermano mayor de su EP debut As Ugly As They Wanna Be, 1991) y un más que notable Menace to Sobriety (1995), la banda cayó en el olvido y se separó tras la publicación de Motel California (1996). No volvimos a saber nada de ellos hasta que, hace unos años, se reunieron para publicar un nuevo EP: Stairway to Hell (2012). La buena aceptación que tuvo se tradujo en ganas de recuperar el tiempo perdido y, tras una exitosa campaña de crowdfunding, publicaron Uglier Than They Used ta Be (2015).
Como sucede en muchas ocasiones, aprovechando que tenían que visitar España para actuar en el Garage Sound Festival, programaron una actuación más en tierras catalanas, antes de proseguir con su periplo europeo. En esta ocasión, se hicieron acompañar por la banda compuesta por miembros catalanes y canarios, Neon Delta, y su elegante hard rock de corte clásico. Veamos qué dio de sí la velada…
Neon Delta
A las 20:45, y sin explicación alguna del porqué de los casi 45 minutos de retraso, decidieron dejarnos entrar a las, aproximadamente, treinta personas que nos agolpábamos en la puerta de la sala. Eso sí, a las 21:00 en punto Neon Delta salieron a escena; para entonces, ya éramos casi cien las personas allí congregadas. Sinceramente, no conocía a la banda y, hasta unos pocos días previos al bolo, no se anunció quiénes iban a ser los teloneros de los californianos, por lo que no estaba preparado para ellos. Con solo un disco a sus espaldas, Imparable (2016), la banda se presenta como una formación de rock clásica, con dos guitarras, facturando un hard rock o un rock ‘n’ roll del siglo XXI, tal y como a ellos les gusta definirlo. Poco a poco, fueron desgranando los temas que componen su, hasta ahora, único trabajo en el mercado. Huracán, su segunda entrega, verá la luz el próximo año, y no se fueron sin dejarnos una pequeña pero prometedora pincelada; se me antoja que será aún más eléctrico. Desde el minuto cero, uno puede percibir que esto chicos tienen «muchos tiros pegaos», que no son unos recién llegados. Temas como «Cólera» o «Escupe la verdad» (que trata sobre la bautizada como «Ley Mordaza») son un claro ejemplo de ello, y sonaron como un tiro. Si bien es cierto que poco después, mientras sonaba «Soy la noche», tuvieron algún que otro percance con una de las guitarras, la banda supo solventarlo con una gran profesionalidad. Tras este tema, sonó una eléctrica y contundente versión del «God Save the Queen» de Sex Pistols, que ya habían tenido el honor de tocar junto al gran Rosendo Mercado en la O2 Academy Islington de Londres, unos años atrás. La velada finalizó con «Imparable», tema que da nombre a su primer trabajo y colofón a una más que acertada sucesión de composiciones rock de impecable factura.
La experiencia es un grado, de eso no hay duda. Estos músicos destilan estilo y garra a partes iguales. Con un sonido que podría recordarnos a The Dogs D’Amour o Cinderella, mucho me temo que Dani, Sergi, Marc, Charlie y «Duclo» tienen todavía mucho que contar y cantar. Les auguro, y deseo, una imparable carrera.
Setlist Neon Delta:
Cólera
Seamos todos uno
Huracán
Balas y poemas
Escupe la verdad
No hay nada mejor
Soy la noche
Dios salve al Rey (Sex Pistols cover)
Imparable
Ugly Kid Joe
Sobre las 22:10, cuatro de los cinco miembros de la banda subieron al escenario; Crane optó por subirse a la barra de la sala, ante la sorpresa de los allí presentes. Desde el primer minuto, la comunión artista-público funcionó a las mil maravillas. Se notaba que los californianos tenían ganas de pasárselo bien, y los chistes, vivencias del pasado y demás cotilleos se colaron entre canción y canción.
Puesta en escena austera (micrófono, dos guitarras, bajo y batería) en contraposición con una potente y contundente presencia, solo posible tras más de 25 años de carretera y manta. Tras la «Intro» que abre su Menace to Sobriety, que no empalmaron con «God», la banda nos regaló su primer hit, «Neighbor» (lapo no incluido), uno de los temas más célebres de su álbum debut. Inicio de fiesta por todo lo alto; la cosa prometía. Sonido pesado y una voz que sigue sonando tan potente como en sus inicios. Recordemos que el bueno de Whitfield ha estado bastante activo durante el hiato de la banda, colaborando en varios proyectos, entre los cuales destacan Medication (junto a ex miembros de Soulfly y Machine Head) y Another Animal, compartiendo escenarios con tres cuartas partes de Godsmack.
La festiva y divertida «Jesus Rode a Harley» se encargó de meterse a los asistentes en el bolsillo, aunque haya sustituido a las famosas Superstar a las que nos tenían acostumbrados por unas Vans. La demolición de la sala Bóveda continuó con el ritmo funky de «C.U.S.T.» -con visita al escenario de reportero gráfico incluida-, dando paso a la enorme y adictiva «Panhandlin’s Prince», gracias a la cual nos pudimos dar cuenta de que la pantalla del vocalista no estaba funcionado todo lo bien que uno pudiera esperar.
Tras veinte minutos de espectáculo noventero, la banda creyó conveniente obsequiarnos con un par de temas de más reciente factura: «No One Survives» y «Devil’s Paradise», ambos incluidos en su EP Stairway to Hell, editado hace cinco años y grabado por la formación original de la banda, a excepción de Shannon Larkin (batería). Aprovecho este inciso para presentar al que, según el propio Crane, es el batería más sexy del mundo: Zac Morris, actual batería de la banda y encargado de la grabación de parte de la percusión en su último trabajo de estudio. Todo un animal de la percusión.
Justo antes de «So Damn Cool», uno de los temas más pegadizos y coreados de la noche, el bueno de Klaus Eichstadt -guitarrista de origen alemán de la banda- se encargó de amenizar la velada con su casi patético nivel de español. Entre otras perlas, especial mención a «¿Dónde está la putería?» y, como no, la infalible y siempre resultona «Quiero una cerveza, por favor». Me encanta comprobar que no han perdido ni un ápice de su sentido del humor.
Como toda banda de rock que se precie, los grandes del metal casi siempre son más conocidos por sus baladas o medios tiempos que por sus temas más eléctricos y rápidos, y estos chicos no son una excepción. Me refiero a su versión del clásico de Harry Chapin «Cat’s in the Cradle», incunable del folk-rock americano de mediados de los 70. Los coros volvieron a resonar por toda la sala, con más contundencia todavía si tenemos en cuenta que la banda dedicó este tema a un bebé que, en brazos de su padre, no se perdió ni uno de los temas que allí sonaron.
Y el clásico dio paso a «I’m Alright», otro tema incluido en su EP editado en 2012. El tempo y la rítmica marcados por las guitarras consiguieron lo inevitable: que el público se dejara llevar, una vez más, haciendo temblar los cimientos. A estas alturas de la velada, me aventuro a decir que todos los allí congregados estábamos la mar de bien, habiendo dejado atrás -bien encerrado- a cualquier demonio que nos pudiera atormentar. El rock, es lo que tiene…
Klaus Eichstadt, guitarra en mano, nos regaló «Mr. Recordman» y, acto seguido, el que quizá sea mi tema favorito de los californianos: «Milkman’s Son» -de los más coreados de la noche- que empalaron con «Goddamn Devil», una de las canciones más bailables, rockeras y contundentes de la banda.
La recta final del show vino marcada por la única «mención» a Motel California de la noche. Y no, no fue «Sandwich», el que quizá sea su tema más destacable, sino «Dialogue», un tema, digamos… no tan alegre. Tras esta pieza, la asfixiante y oscura «Tomorrow’s World», cuya línea de bajo (¡Grande, Cordell!) nos hacía pensar que, si bien la cosa ya tocaba a su fin, ellos todavía son parte de nosotros.
Justo antes del ritmo desenfrenado funk de «V.I.P.», tocaba presentación de la banda… y qué bueno ver de nuevo a Dave Fortman y su famosa Gibson blanca sobre los escenarios. Recordemos que durante la gira de presentación de Stairway to Hell, la banda giró con Sonny Mayo (Sevendust, (Hed) P.E., Snot), que fue el encargado de coproducir dicho trabajo.
Tras ausentarse dos o tres minutos del escenario y contra todo pronóstico, pues el tema no aparecía en el set list programado, nos obsequiaron con «Under The Bottom» (primera vez que la interpretaban en directo durante esta gira), cuya melodía fusionaron genialmente con el clásico de Black Sabbath «N.I.B.», que ya en su día prepararon para el álbum tributo Nativity in Black (1994), junto a otros grandes como Biohazard, Sepultura o Faith No More. Pero el momento homenaje no se quedó solo ahí ya que, tras los típicos y recurrentes vítores de «Oooooeeeee, oe, oe oeeeee… Uglyyy Kid Jooeeeee», la banda rindió homenaje a su tan amado Lemmy Kilmister, regalando a la audiencia el clásico y mítico «Ace of Spades».
Las «picas» dieron paso, una vez más, a unos ritmos mucho más bailables, y el slapping de «Funky Fresh Country Club» nos metía de cabeza en su hit, en su himno, en el tema que les llevó al estrellato, a la MTV e incluso a los mismísimos 40 Principales… «Go fucking crazy!», gritó Crane justo antes de encarar la recta final de «Everything About You» tema que, como no, puso punto y final a una velada a medio camino entre la nostalgia y la pena, al pensar que ojalá no vuelvan a pasar otros veinte años antes de que nos vuelvan a visitar.
Los que en día fueron una jovenzuelos caraduras, golfos y sinvergüenzas, se mostraron en escena como lo que son hoy en día: unos señores serios y cachondos al mismo tiempo, con unas tablas y saber estar que para sí quisieran muchas de las bandas más punteras del panorama rock actual. No sé si Ugly Kid Joe han vuelto para quedarse, pero de una cosa sí estoy seguro: «We’re all in this together, and together we shall be».
Setlist Ugly Kid Joe:
Intro
Neighbor
Jesus Rode a Harley
C.U.S.T.
Panhandlin’s Prince
One One Survives
Devil’s Paradise
So Damn Cool
Cats in the Cradle (Harry Chapin cover)
I’m Alright
Mr. Recordman
Milkman’s Son
Goddamn Devil
Dialogue
Tomorow’s World
V.I.P.
——-
Medley: Under the Bottom / Nativity in Black (Black Sabbath cover)
Ace of Spades (Motörhead cover)
Funky Fresh Country Club
Everything About You
Tipo peculiar y entrañable criado a medio camino entre Seattle, Sunset Boulevard y las zonas más húmedas de Louisiana. Si coges un mapa, y si cuentas con ciertos conocimientos matemáticos, verás que el resultado es una zona indeterminada entre los estados de Wyoming, South Dakota y Nebraska. Una zona que, por cierto, no he visitado jamás en la vida. No soy nada de fiar y, aunque me gusta “casi todo lo rock/metal”, prefiero las Vans antes que las J’hayber.