Ver a Joe Firstman y su banda ya es una promesa de un concierto de calidad y es que Cordovas es una de las bandas de Americana que abren un abanico de estilos siempre con genuino sabor americano: country, rock sureño, blues, folk eléctrico, funk o psicodelia, siempre con calidad y saber hacer. El del miércoles era el primer concierto de una intensa gira por España, que más tarde subirá por tierras germanas y nórdicas. Venían a presentar su muy bien acogido último álbum The Rose of Aces (2023) y ya en la cola de entrada pudimos encontrarnos con los habituales a estas fiestas, con ganas de reemprender rutinas musicales afines.
Jonny Strykes abre la sesión
La primera sorpresa fue que el encargado de abrir la velada es Jonny Strykes, el mismo teclista de la banda, con un corto set de canciones propias y ajenas. Empezó valiente con un tema de corte electrónico, seguido de otro más tradicional y en la línea de la banda principal. Reclamó la atención del público cuando este reconoció la primera estrofa de “Live on Mars?” de Bowie y cuando el mismo Firstman lo acompañó a la batería en otro tema. Conocedor de los escenarios, hizo una breve presentación de su proyecto en solitario y abandonó las tablas para prepararse para el plató fuerte.
Cordovas nos regalaron un concierto bonito con unos postres espectaculares
Al poco de preparar el backline, suben al escenario los miembros estables del combo como el inestimable Lucca Soria a la guitarra y Jonny Strykes a los teclados, que son las muletas imprescindibles para los coros y juegos vocales que tan bien florecen en los temas de Firstman a las voces y dinámicas líneas de bajo. Apoyando al tridente, tras los parches, se integró un desconocido batería alemán, con fuerte base jazzística que demostró capacidad de improvisación con elegantes dibujos y enérgicos rellenos.
Al cuarto tema aparece sobre el escenario un segundo guitarra, que más adelante descubriremos que aporta las cuerdas de violín. Fueron repasando los cuatro álbumes de su discografía, pero es durante “Destiny”, a media actuación, cuando todo toma velocidad de crucero: Lucca se lanza en un solo de guitarra que acaba siendo un doblete con Jonny, Joe se desenfrena al bajo y el tema acaba con un semi-improvisado solo de batería que enlazará con una base rítmica reggae que abrirá “High Roller”. El directo acentúa el tono funky de “This Town Is a Drag”. En la recta final se incorpora al slide guitar un músico local, que suponemos los seguirá en la gira por nuestras tierras.
El concierto fluyo con cambios de estilos y ritmos de forma orgánica y natural, incluso la latina “Somos iguales” tiene cabida en el universo sonoro de Cordovas. Los temas se entrelazaron unos con otros, sin interrupciones ni mucha charla, y cuando ya parecía que el setlist se había acabado de forma abrupta, con otro solo improvisado e impecable del batería, la banda retoma las tablas y vuelven a colgarse los instrumentos. Pareció que Firstman miró el reloj y se dio cuenta de que el show había sido corto (recordemos que es su primer concierto de la gira y la banda estaba claramente en rodaje) y entonces se produjo la magia…
Con miradas de complicidad y breves anotaciones, se inició un final de concierto espléndidamente improvisado (o así lo percibí yo). Joe empezaba algún acorde al bajo, lanzaba algún título fuera de micro y el resto de la banda (evidentemente, Lucca a la guitarra y Jonny al teclado, los miembros que más conocen a Joe y deben haber pasado muchos ratos de ensayo probando versiones) lo seguían, hilvanando los temas que seguro han influido en todos ellos. Nos fueron sorprendiendo con acapelas, juegos vocales, con “Knockin’ on Heaven’s Door” de Dylan, que continuo con una fiesta jam, con sus subidas y bajadas propias de la improvisación, con “Friend of the Devil” de los psicodélicos Grateful Dead, “Take me Home, Country Roads” y “Living, on a Jet Plane” de John Denver… Y cuando la banda deja el escenario y nos damos todos por satisfechos, reaparece, para regalarnos, solo al teclado, una intensa y sentida versión del “Thunder Road” de Springsteen… de aquellas cosas sorprendentemente bellas que hacen amar los directos… y volver a casa manteniendo la sensación de haber vivido uno de aquellos conciertos que quedan grabados en la memoria emocional.