La verdad es que por aquella época, inicios y mediados de los años 90, podía costar llegar a digerir y/o comprender que una banda que fusionaba rap y metal a partes casi iguales pudiera ser europea, holandesa para más señas. Era la época de máxima eclosión del denominado rap metal (para algunos algo casi idéntico al maldito nu metal) que acabaría triunfando como la espuma entre la juventud de medio mundo. Korn, Limp Bizkit, Body Count, Kid Rock y, como no, Rage Against the Machine, los cuales bebieron oculta pero directamente de la esencia de nuestros protagonistas de hoy: Urban Dance Squad, posiblemente una de las bandas más infravaloradas de la década de los 90… y mucho me temo que su procedencia no yankee tiene mucho que ver.
El rap metal buscó fusionar los elementos más agresivos del rap más duro (hardcore) y del heavy metal, y se convirtió en una variación extremadamente popular del metal alternativo a finales de los años 90. Pero antes de que músicos blancos empezaran a rapear sobre riffs de guitarra, ya había habido varios matrimonios exitosos entre rap y rock más o menos duro, como la colaboración de Run-DMC con Aerosmith en una nueva versión de «Walk this Way» o el Licensed to Ill (1986) de los Beastie Boys. Pero el verdadero nacimiento del rap metal vino de la mano de los reyes del thrash metal de aquel entonces. Me refiero al single «I’m the Man» de Anthrax, que combinaba un pesado riff de guitarra (que en realidad era la melodía del clásico de la música judía «Hava Nagila») con unos ritmos rap rápidos y sorprendentemente competentes y deliciosos. Bandas de funk metal como los Red Hot Chili Peppers y Faith No More también hicieron sus pinitos en el estilo, pero el intenso tono hardcore comúnmente asociado con el rap metal de los 90 fue establecido por otra canción de Anthrax. Hablo de la nueva versión que se cascaron del clásico de Public Enemy «Bring the Noise», que incluso contaba con la colaboración de los propios Public Enemy.
Algunas bandas de metal vieron en este nuevo estilo musical una manera de proyectar y de dar a conocer su lado más urbano, y después de «Bring the Noise», de repente vieron que era posible experimentar con la fusión de ambos mundos, si bien muchas de las bandas del momento pasaron un poco de puntillas por encima de la complejidad lingüística y rítmica del rap, y centraron sus esfuerzos en, por así decirlo, «gritar las letras» en lugar de cantarlas. A pesar de proyectos como la apoteósica banda sonora de Judgement Night (1993), que contó con una alineación estelar de artistas los artistas más top del rap y del rock del momento, las colaboraciones entre ambos mundos se desvanecían a medida que avanzaban los años 90. Al mismo tiempo, el rap metal comenzó a trazar los primeros pasos de lo que luego se conocería como metal alternativo, estilo que vio la luz gracias a bandas como Helmet, White Zombie y Tool, que basaban sus obras en pesadas texturas sonoras más que en composiciones pegadizas o riffs memorables; para entendernos, todo era como muy tocho pero demasiado poco melódico. Con la excepción de Rage Against the Machine, cuyas letras tenían un más que marcado contenido político-social, la mayoría de las bandas de rap metal de los 90 combinaban una teatralidad ultra agresiva y llena de testosterona con humor juvenil o una angustia introspectiva. Algunas bandas de metal alternativo, encabezadas por Korn, incorporaron ritmos de hip hop a su música, pero el rap metal en toda regla siempre contó con un rapero como líder… ¡si hasta el mismísimo Vanilla Ice se subió al este carro con su Hard to Swallow (1998). Limp Bizkit se convirtió en la banda más popular de rap metal a finales de los 90, y bandas que todavía están en activo en la actualidad, como 311, han ido puliendo su estilo hacia unos terrenos, por así decirlo, más serios, adultos y pop.
Pero antes de que todo esto tuviera lugar al otro lado del charco, un colectivo -con sede en Ámsterdam- nacía en Europa. Urban Dance Squad comenzaron a mezclar rap y rock en 1986 de una manera más o menos informal. Fueron invitados actuar en un festival en Utrecht y, sorprendidos por los elogios de su actuación, se convirtieron en un proyecto más serio. El grupo actuó durante dos años y, con las ganancias, publicaron su primer trabajo de estudio, Mental Floss for the Globe (1990). Su mezcla de rock, rap, funk, ska, folk, hip hop y soul marcó la tendencia en el noble arte de mezclar diferentes géneros musicales, «manía» esta que prevaleció en la música de los 90. De este primer trabajo hubo un tema que destacó muy por encima del resto, incluso más que la inicial «Fast Lane». «Deeper Shade of Soul», que así es como se llama el tema en cuestión, llegó hasta la posición número 21 en el Billboard Hot 100 de los Estados Unidos.
La banda se pasó el año siguiente girando sin parar, y lanzó su segundo álbum, Life ‘n Perspective of a Genuine Crossover, en 1991. Desafortunadamente, no logró igualar el éxito, ni comercial ni de crítica, de su primera obra, cosa que sí lograron con este Persona Non Grata que tengo hoy entre manos. En 1999 lanzaron su cuarto álbum, Planet Ultra, y un año más tarde vería la luz su última propuesta musical, Artantica.
Persona Non Grata es, como os decía, su tercer lanzamiento de estudio, y el primero sin DJ DNA. Ante la ausencia de alguien tras los platos, la banda decidió optar por un enfoque más agresivo que en sus dos álbumes anteriores, lo que dio como resultado su álbum con mayor presencia de hard rock y metal, quizá siguiendo un poco la estela de la tendencia que empezaba a despuntar en los Estados Unidos. Pero el cambio estilístico se tradujo en un éxito moderado en Europa. El álbum fue lanzado en un día como hoy de 1994. «Demagogue», el tema que abre el trabajo y pilar sobre el cual gira este álbum, es una mezcla totalmente inspirada de crudo rap, brillantes y metaleras guitarras, y una batería funk de manual. Esa fórmula permanece básicamente inalterada a lo largo del resto del álbum: «Good Grief», «(Some) Chitchat» y «Selfstyled», todas echan un tufillo al mismo y machacón ritmo de hip hop. Si no están acostumbrado a este estilo, es posible que te canses en seguida y que hacia la mitad del álbum empieces a pensar que todo suena igual, pero si tomas este trabajo en pequeñas y medidas dosis, los ritmos funky garantizan el disfrute de Persona Non Grata. La verdad es que si DJ DNA no se hubiera bajado del barco, sus scratches le habrían dado una dimensión adicional -y quizá necesaria en ocasiones- al sonido de la banda.
De todos los CD’s que me pillé en su día, este es uno a los que más tralla le he metido, y los numerosos viajes nocturnos en coche de Sant Boi a Poblenou son testigos de ello. La mezcla de estilos es increíble. Hay rap de calidad, hay riffs realmente fantásticos y cuenta con unas líneas de bajo de los más funky. Rudeboy lo borda, como siempre, y aunque la ausencia de un DJ le dé un aire más bruto al todo, el álbum suena delicioso, de principio a fin. ¡Y qué final, oiga! «Downer» es un final épico. «Demagogue» es rápida, funky y marca la pauta; un enorme tema de apertura. Aunque en ocasiones peque de repetitivo, hay una brillantez que revuelta todo este trabajo. «Candy Strip Exp.», «Burnt Up Cigarette» o «Hangout» son un buen ejemplo de ello, si bien mi preferida es «Good Grief», une temarral antémico, místico y atemporal que rezuma funk por todos sus poros. Además, es la canción que me introdujo en la banda gracias a uno de aquellos CD’s repletos de mp3’s que uno de mis compañeros de facultad me grababa de vez en cuando; recuerdo que fue también así como descubrí a 311, gracias a que «Down» también pululaba por ahí. Los riffs de «Good Grief» son de lo mejorcito de este álbum.
Para muchos, eso de endurecer su sonido fue error, pero para mí fue todo un acierto. Otros tantos les tildaron ensuciar día de poco imaginativos, pero más de la mitad de las canciones superan el notable con creces. Es un álbum que vale la pena, pero no es su mejor trabajo. Con posterioridad, la banda volvió a pillar impulso y ganó algo músculo y creatividad con Planet Ultra. Para muchos, Persona Non Grata fue algo así como una pequeña decepción, pero para mí fue un rudo experimento que les quedó la mar de bien. Tú decides en qué bando estás.
Tipo peculiar y entrañable criado a medio camino entre Seattle, Sunset Boulevard y las zonas más húmedas de Louisiana. Si coges un mapa, y si cuentas con ciertos conocimientos matemáticos, verás que el resultado es una zona indeterminada entre los estados de Wyoming, South Dakota y Nebraska. Una zona que, por cierto, no he visitado jamás en la vida. No soy nada de fiar y, aunque me gusta “casi todo lo rock/metal”, prefiero las Vans antes que las J’hayber.