El pasado 18 de octubre, y con motivo de su gira europea promocionando su último lanzamiento, Thrust (2018), volvieron los neerlandeses DeWolff a la Sala Rocksound de Barcelona.
El concierto da comienzo a las 21:40 horas, con taquilla cerrada por sold out y una sala repleta de melenas. Los hermanos Van de Poel y Robin salen al escenario con sus icónicos atavíos de época y toman posiciones con un sintetizador oscilando de fondo. Pablo se dirige al público, atreviéndose con el español e incluso bromeando: “¡Hola, Barcelona! ¿Qué pasa?… ¿Un burro por tu casa?”. Y comienza el rock and roll. Si bien los había escuchado en álbumes de estudio, pareciéndome un trío de jóvenes muy talentosos, en directo su música cobra vida. El escenario se alzaba imponente con el half stack de Pablo a la derecha, sobre el que veríamos cambios de equipo según la canción gracias a un pipa sincronizado que también le acercaba su segunda guitarra, la sobria batería de Luka centrada y el monstruoso órgano Hammond de Robin Piso a la izquierda, con el respaldo del sintetizador de bajos. Tras los teclados, un altavoz Leslie rotatorio proyectaba la psicodelia del órgano, y un amplificador montado sobre este, en una suerte de torre de Babel, hacía retumbar la sala con los bajos del sintetizador.
La puesta en escena era una montaña rusa de emociones, con una combinación perfecta de temas movidos y canciones más lentas y sentidas, con un sonido psicodélico que poseía a los presentes y los hacía vibrar a voluntad. Pese a que dos de los tres componentes del grupo se hallaban sentados por la naturaleza de sus instrumentos, Pablo lo compensaba moviéndose por el escenario e interactuando en inglés y en español con el público, receptivo, participativo y extasiado. Los virtuosos integrantes de DeWolff, de algo menos de 30 años se pasaban el testigo en cuanto a protagonismo, asumiéndolo en solos de sobrada técnica y alta pasión por sus instrumentos, para después demostrar en conjunto por qué son un referente en el rock psicodélico actual.
Tras más de una hora de concierto con tremendas líneas vocales y excelentes coros, con baterías firmes pero vacilantes, con atmosféricos pasajes de ácida oscilación en los acordes del Hammond, con riffs duros y brutales solos de guitarra, DeWolff tocaron «Deceit and Woo», en respuesta a las políticas del líder norteamericano Donald Trump. El tema se quedó suspendido con un breve coqueteo entre Pablo y una chica de la primera fila, cuando éste le chupó un dedo y probó de su bebida aderezada, para luego seguir con un impresionante fragmento instrumental de Robin a las teclas que culminó con un sobrecogedor solo de batería de Luka al más puro estilo de «Moby Dick». Llegados a este punto, DeWolff abandonaron el escenario. Haciéndose de rogar, volvieron al ruedo con una espléndida introducción instrumental de que dio paso a su siempre brillante «Don’t You Go Up the Sky» a modo de bis, en el que Van de Poel presentó al grupo para despedirse entre aplausos y volver a desaparecer del escenario con el sintetizador inicial de fondo.
Si alguien en 1974 hubiera vaticinado un concierto así en los tiempos que corren, habría sido el blanco de mofas y burlas. ¿Quién hubiera pensado entonces que una suerte de brujo devolvería a la vida los espíritus de Jon Lord, Erik Brann y John Bonham encarnados en estos tres muchachos de Países Bajos?
Setlist de DeWolff:
Big Talk
Tombstone Child
Sugar Moon
Medicine
Easy Money
Restless Man
Satilla No. 3
Tired of Loving You
Deceit and Woo
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Don’t You Go Up the Sky
Anacrónico. Amante del sonido analógico y lo-fi. Músico y melómano, lector y escritor, desde pequeño. Crecí flotando en una gran variedad de estilos musicales, con predominancia del hard rock, hasta que llegué a la adolescencia y me topé con el metal. Apasionado del terror en todas sus formas, del gore y la serie B (e incluso Z), tiendo a escoger metal extremo como banda sonora de mi vida. Pero creo que cerrarse en un solo estilo es cerrarse a la música.