No me voy a andar con rodeos, ya que no pretendo engañar a nadie, ni mucho menos a mí mismo, pero hasta me resulta difícil y doloroso tener que afirmar que no he disfrutado tras la infinidad de reproducciones invertidas en Fragments de l’esdevenir (2022), la quinta obra de la institución catalana, Vidres a la Sang. Es como un quiero y no puedo. Lo intento una y otra vez diciéndome: “venga, estoy seguro de que en sucesivas escuchas descubrirás algún detalle nuevo y te atrapará el disco”. Pero pasan las escuchas y no sucede. Tirando de paralelismos, es como esa misma extraña sensación de como cuando uno se sienta en un banco esperando a su bus habitual para llegar a un destino reconocible y familiar, y este, nunca pasa.
Espero que no se me mal interprete, porque quien suscribe estas líneas es considerado un acérrimo fan desde cuando saltaron a la primera línea del metal extremo estatal con aquel sorpresivo y a la par de fantástico homónimo primer álbum en 2004. Es más, hasta tuve el privilegio de ser la primera persona (en calidad de ”promotor”) de realizar la primera producción de los catalanes fuera de su tierra por aquel lejano 2005. Pero eso es harina de otro costal.
Es evidente que hay un claro y significativo cambio de ‘chip’. Progresión artística, que lo llamo yo. Desde el uso de las poco extendidas guitarras Stratocasters/Fenders y su timbre característico en contexto puramente de metal extremo (a tenor de lo visto en el single “Mort de paraula”), a apartarse de las excelentes voces limpias agregadas en su anterior elepé, al sonido/producción con un enfoque mucho más orgánico en este disco, o al proceso de grabación cuya responsabilidad ha caído de manera íntegra en Eloi Boucherie. Todo confluye e influye en el resultado final. Tampoco voy a eludir mi grado de responsabilidad sobre las palabras que estoy redactando, porque, a fin de cuentas, las propias expectativas que cada uno se genere, juegan un papel fundamental a la hora de expresar una opinión, pero la transición entre Set de sang (2018) y este Fragments de l’esdevenir simplemente no me ha atrapado como de costumbre.
A primera vista, me sorprendió su minutaje de poco más de 34 minutos, repartidos en 5 temas, siendo uno de ellos “Ventres de llum” que hace la función de puente (cercano a los cuatro minutos) entre los dos primeros y los dos últimos, por lo que podemos deducir que los propios cortes como tal se tornan largos. El single al cual hice referencia unas líneas antes, en la primera escucha me daba la sensación del clásico tema in crescendo, que en un momento concreto rompiese en una ráfaga de la fuerza y elegancia de la cual siempre han hecho gala se apoderase para engullirte y atraparte durante la escucha. Pero pasaban los segundos y los minutos y no terminaba de arrancar ese ansiado arranque de músculo metálico, apenas hacia la sección final del tema, cuando un magnífico solo sale a escena. Pero ya parece un poco tarde. Es aquí donde hago la primera reflexión (personal) sobre este trabajo. Su producción y con matices. Agradezco (un montón) que las bandas se esmeren por apostar por una producción orgánica, como es el caso, a la vieja usanza y donde la dinámica reine y campe a sus anchas. Esto es, donde no haya ni trampa ni cartón. Y es aquí donde echo en falta quizás un poco más de punch, músculo metálico y realzar ciertas frecuencias a nivel de producción. A veces uno quiere salir del estándar que hoy en día se maneja en dichos niveles (“más”, es mejor), en lo que a metal extremo se refiere, y puede salir cara, o puede salir cruz. Creo que este es el caso.
“Salveu-me els ulls”, por ejemplo, podría ser tranquilamente un viejo tema rescatado del baúl de los recuerdos de Vidres a la Sang, pues muestra los elementos más característicos y clásicos de la banda, con esos bellos solos tan elegantes, la expresiva voz de Eloi bajo el timbre tan musical que aporta su lengua nativa, el catalán, además de la fuerza y fiereza del combo rítmico conformado, en este caso por Martín Méndez (Opeth, White Stones) al bajo (en calidad de músico de sesión) y toda una garantía como es ya asentado Jordi Farré (Foscor, Crippled Black Phoenix o (Dolch)) a los parches.
Avanzan los minutos y el acento progresivo se hace cada más presente sobre todo en los dos últimos cortes, no sin antes destacar “Ventres de llum” donde Eloi Boucherie se recrea con una voz desgarradora únicamente acompañado de una serie de arpegios y efectos a las cuerdas, quedando un corte puente, netamente ambiental y teatral. “Fins aquí” conjuga su faceta metalera con la más incipiente progresiva, adscrita con contras a la batería, patrones rítmicos no convencionales y dejes prog. Aunque el punto álgido de la influencia y adición progresivista es sin duda “Ara és demà” con cierto aire y regustillo a las guitarras a lo Pink Floyd o incluso Alcest. Hasta me atrevería a decir que este tema pueda marcar la pauta musical de los futuribles Vidres a la Sang.
En líneas generales hay que resaltar que se han esmerado (y mucho) en crear un álbum diferente a lo que Vidres a la Sang nos tenían acostumbrado y venían haciendo. Han ido un paso más allá artísticamente hablando. Eso es de agradecer y de admirar. Es más, aunque suene cliché, el único propósito y objetivo de los catalanes (y extensible a cualquier formación musical) es la saciar su propia sed artística y sin tener que rendir cuentas con nadie. Disfruto en parte con las partes más sosegadas y la producción que acompaña a estas, pero cuando pisan el acelerador, noto cierta inconsistencia y desequilibrio en términos de sonido. Simplemente, no terminan de casar y ensamblarse ambas elementos al son de la propia producción/sonido. Reconozco su entrega, talento y esfuerzo, pero si tengo que hablar de sensaciones, las mías son un tanto agridulces. En definitiva, echo en falta el ímpetu, la agresión sonora y fiereza con las cuales levantaron su status como una de las mejores bandas de metal extremo en la península.
Otra de mis pasiones es la prensa escrita musical. Con sus luces y con sus propias sombras. Poseo una dilatada experiencia en medios como el extinto Pitchline’Zine (2005-2016) del que fui redactor-jefe o Subterraneo Zine (2017-2019).