“No son mis discos favoritos del grupo, pero son gran banda. David DeFeis es uno de los mejores vocalistas de todos los tiempos en el heavy metal. Es un cantante muy apasionado y tienen una gran base de seguidores aquí en Grecia. Prefiero obras como Noble Savage y los The Marriage of Heaven and Hell I-II más que los que has mencionado, pero también son excelentes álbumes con muchas canciones geniales.” (Kostas Nikolaidis de Northwind)
Hubo un tiempo en que Virgin Steele fueron la mejor y mas original banda de heavy metal tradicional de su generación encadenando disco tras disco de suma originalidad y calidad hasta el punto que, un servidor, puso por primera vez su primer 10 sobre 10. Fue concretamente este disco: House of Atreus. Desgraciadamente el grupo del enorme David DeFeis nunca tuvo el beneplácito de la industria y a partir de los la saga de dos discos de los Atreus la cosa se empezó a diluir cual azucarillo en el café. Pero en el año 2000 abrían el siglo subiendo un listón que ya de por si estaba altísimo tras grabar una obra maestra como Invictus. Se les colgó el sambenito de que eran unos imitadores de Manowar y eso les reportó más mal que bien. Su gusto por las espadas llameantes y la impresionante voz de DeFeis fue comparada una y otra vez con la de Eric Adams. Pero Virgin Steele iban bastante más allá, aunque nunca tuvieron la gracia y los pocos escrúpulos de Manowar a la hora de los negocios. Hay más complejidad e ideas brillantes en este tema que en discografías enteras de centenares de bandas.
Los mitos griegos como telón de fondo
El teclado ha sido siempre el instrumento de DeFeis y es lo que ha centrado siempre su música, para bien o para mal. Orquestar sus obras con un teclado puede ser algo pobre desde que irrumpieron Rhapsody pero también marcaron el estilo del grupo que evolucionó en lo intelectual y en composiciones complejas. Hay momentos progresivos y muchos temas enlace en este disco para seguir la historia e incluso jugar a ser King Diamond con eso de que pone voz a diferentes personajes, si bien aquí estamos ante una tragedia griega de colosal complejidad: la Orestíada -una trilogía de Esquilo-. David recuerda que de pequeño solía asistir a los ensayos de su padre en las obras de teatro, y a veces le tocaba Shakespeare, a veces tragedias griegas. Esa experiencia caló en el joven DeFeis hasta que con el grupo pudo visitar por vez primera a Grecia. La llegada desde Italia con un ferry fue una experiencia alucinante para nuestro protagonista que lanzó al viento: «¡Estamos en la tierra de los dioses!». Si a ello le sumas su formación clásica de piano pues te termina saliendo eso de: Epic Barbaric Romanticism.
La música (falta la orquesta para la perfección)
“Kingdom of Fearless (The Destruction of Troy)” es un clásico instantáneo de una riqueza compositiva espectacular. Todas las piezas brillan con Edward Pursino sacándose de la manga unos riffs y solos muy completos y un Frank Gilchriest cabalgando con un doble bombo muy acústico y real. La sensación de banda es total, algo que han ido perdiendo con el paso de los años. La imaginación, los miles de coros que se superponen en capas y esos estallidos de espadas (son españolas, por cierto) le dan al tema toda la potencia posible. Uno de sus clásicos por antonomasia y el primer aviso de que la excelencia esta presente.
En “Blaze of Glory (The Watchman’s Song)” hay narración inquietante buscando darle cuerpo a la historia. El aullido de DeFeis es inigualable y la cosa deriva en suave balada evocadora. Teatralidad bien llevada, lástima que la orquestación sea a teclado. Segunda canción completa y segundo clásico atemporal con “Through the Ring of Fire”. Hablamos de una de las mejores canciones del combo de Long Island jugando a cambiar los tempos y el habitual rugido del león. David es conocido como “The Lion” DeFeis por algo. Espectacular estribillo con solo de teclado clásico. Se notan los años de estudio de clásica del líder. Salpica el disco de temas enlace e intros que van desde solos de teclado a maravillas de minuto y medio que rozan la genialidad. Vuelve a retomar el líder uno de sus pasajes más famosos en “Triumph or Tragedy” para llevarnos en volandas a “Return of the King”. Otro riff de manual y otra demostración del inmenso nivel de esta obra con un Pursino entonado en un medio tiempo oscuro que puede recordarte a ese paso en falso que fue Life among the Ruins, si buen aquí todo es más crudo y descarnado. Es hard rock, pero duro y crudo con esa producción que tanto juego da y que tanto unifica.
La extensa “Flames of the Black Star (The Arrows of Herakles)” es un medio tiempo que rompen para dar paso al estribillo consiguiendo un subidón impactante. Antes hay todos los juegos de voces y coros. Suena a Manowar de su mejor época, eso sí, aunque en terrenos puramente Steele. Otra buena muestra que los dioses (griegos) sonreían al grupo. Aquí ya empiezan las suspicacias sobre si las baterías de Frank son todas reales pues conociendo a su líder, si no estabas ese día en el estudio, te sustituía por una caja de ritmos. Eso no frena la épica conseguida. Luego viene una de las más grandes genialidades del grupo: “And Hecate Smiled”. Cuando en menos de tres minutos consigues aunar una balada, un clásico del heavy metal y un solo clásico de teclado es que estás tocado por los dioses. La absoluta joya del disco. Luego hay otro brillante enlace para desembocar en “Great Sword of Flame”, una composición que en directo iba acompañada por una espada llameante. Estamos ante otro de sus más grandes singles y van ya unos cuantos… Parece un greatest hits con cortes de enlace, ¡y lo que queda todavía!
Pero antes hay la preciosa “Child of Desolation”, una de las mejores baladas del combo de Nueva York. Excelsa composición llena de sentimiento y con un precioso giro rematado por las seis cuerdas de un Pursino haciendo de guitar heroa lo grande. El final es precioso y da paso a ese teclado triste acompañado por un violín (vía teclado) en “G Minor Invention”. “The Day of Wrath” es pura música clásica. Pero hay más genialidades en los temas enlaces como es el caso de “Iphigenia in Hades”. Delicada pieza a voz y piano con esas capas superpuestas de coros y ese sentimiento que brota de una línea vocal que toca en lo profundo. DeFeis aprovecha para lucir gorgoritos súper agudos. “The Fire God” es una canción puramente metálica y quizá el tema más netamente clásico del disco. El sabor de la balada “Emelaith” te vuelve al escuchar “Garden of Lamentation”. Luego hay un gran tramo final con esos pasajes ultra-épicos de ascendencia arábiga en “Agony and Shame”. Otra gran composición, la enésima. Pero si hay una pieza que corona el disco esa es “Gate of Kings”. Existe una versión acústica que es incluso mejor todavía. Esta es otra maravilla que termina en gran final y que da paso a la delicadeza de “Via Sacra”.
Veredicto
El disco es una brutalidad. Parece un “grandes éxitos” unido con temas enlace en los que DeFeis juega de forma brillante con sus teclados. Aquí el León estaba con las musas soplando de su parte. Si además le añades que el disco es una ópera rock, con muchos personajes, y encima, se basa en la tragedia griega de la Orestíada pues es para aplaudir durante un largo rato. Muchos consideran que son los dos Marriage su cima, otros el Invictus, yo creo que son las dos partes de los Atreus. El caso es que si te fijas van todos seguidos. Se compuso en esos días una ópera basada en este disco (y el posterior) y fue representada en directo durante tres años. Incluso la banda llegó a hacer un acústico tras algunas funciones. No he encontrado material alguno, pero sé que sólo sucedió en Alemania. Me gustaría subrayar también el excelso trabajo en las letras y la cohesión de la historia. Recordemos que esto va sobre la caída de Troya y el retorno de Agamenón a su casa después de 10 años donde será asesinado por su mujer. Las tragedias griegas son geniales y la base de todo con unos personajes que luego han sido copiados a través de los siglos. La primera parte de la saga House of Atreus es mucho más que un disco y dejaba a la altura del betún cualquier obra de heavy metal clásico de la época.