A la cuarta va la vencida y finalmente Viva Belgrado han gestado esa obra capital que andaban buscando des de su formación hace ya una década. Rozando la excelencia con Flores, carne (2014) un debut de pura magia. Ulises (2016) les consagró como una de las bandas más frescas y originales del país, el segundo disco de los cordobeses fue una maravilla. Y entonces llegó Bellavista (2020), su experimento más transgresor con el que un servidor nunca logró conectar. Un bajón tan inesperado como mal ubicado en su casillero.
Y aquí, llegados a este punto, el presagio del cómo sería su cuarto disco era algo que inundaba la mayoría de mentes y fans del cuarteto. Con cierto miedo y a su vez una visión esperanzadora de un previsible regreso al dónde nos dejaron con Ulises tomamos de frente un disco semi conceptual. Cancionero de los cielos (2024) trata sobre el cielo en muchas de sus facetas. Solamente con “Vernissage” no han buscado una conexión con ello.
Tras varias escuchas con diferente ángulo de visión y tomadas en diferentes momentos de mi día a día, puedo generalizar en que el cuarto disco de Viva Belgrado es finalmente el resultado de la excelencia que antes citaba y que han buscado disco tras disco. Lo primero que salta a la vista es que estamos frente a un disco precioso, la belleza se desliza a de principio a fin en cada una de la docena de canciones que forman este trabajo. La nitidez con la que suman las notas y letras en una perfecta comunión, en total harmonía, sería el segundo atributo que despunta en el disco.
Podemos seguir en el perfecto equilibrio entre la calidez y la dureza, entre la imprevisible esencia ecléctica de una banda siempre transgresora y la honestidad del género que siempre han abanderado. Muestra de ello lo tenemos en “El Cristo de los Faroles”, probablemente la canción más perfecta que Viva Belgrado ha creado nunca. Una canción total que une de forma metafórica la arraigada espiritualidad de uno de los rincones más queridos de su capital andaluza con la búsqueda de la verdad. La canción incluso incluye órgano y un contrabajo.
También puedo destacar dos colaboraciones de esas que logran mejorar una canción sin ellas. Sara Zozaya se luce en la preciosa “Nana de la luna pena”, la primera canción compuesta solo con voces melódicas. En la especie de space rock con altas dosis de sintetizadores “Jupiter and Beyond the Infinite” tenemos al rapero Erik Urano soltando prosa al que se añaden en el tramo final los hijos de Santi García gritando los últimos versos.
Posible y probablemente Cancionero de los cielos es un disco perfecto. Si la suma de piezas que en él se incluyen son todas ellas inmejorables, podemos deducir que el disco también lo es. Pero no me dejaré llevar por el hype creado para dejar la máxima puntuación al disco. Que cada uno de vosotros, queridos lectores, escoja cuál es la merecida nota del disco.