Cada vez que ve una luna llena brama gravemente ‘Full Moooon – Maaaadness’.
Utiliza enérgicamente el volante como si fuera un kit de batería.
Lleva su pelo exactamente igual que cuando era un adolescente que acaba de descubrir a Slayer (aunque de tanto en cuanto me gusta comprar mejores acondicionadores para mantener el estilo y el rebote).
Ahora nuestra pequeña (4 años y medio) está en proceso de obtener su primera guitarra (en realidad, un ukelele) y ya tiene tres camisetas de bandas a su nombre (algo tremendamente anti Waldorf, negras y llenas de calaveras y lemas agresivos). Albert le enseñó desde bien pequeña a hacer los cuernos metaleros usando la canción de la familia de los dedos: usa el dedo mamá y el dedo bebé.
‘¿Pero no te diste cuenta cuando lo conociste?’ Te escucho preguntar ‘¿Su pelo, su barba, su ropa?’
Bueno, él también usaba camisetas de diferentes colores, no solo camisetas negras o de bandas. Supongo que no supe leer las señales muy bien.
Solía ir a conciertos con él hasta que fui a un concierto de Slayer y me perforaron el plexo solar hasta el punto que pensé que iba a vomitar.
Debo decir que, cuando era adolescente a finales de la década de los ochenta, vivía en Australia. Entonces el metal y el rock eran la norma, y personalmente odiaba a ambos.
Tengo mucha suerte de que ahora exista esta revista, y también de que existas tú, querido lector. Tú apoyas y alientas su pasión musical. Así, puedo prohibir el metal en el coche. Creedme que él tiene tiempo de sobras para escucharlo en el tren y en el trabajo.
Llamadme superficial, pero el único aspecto del metal que me gusta es que tiene gran potencial para vestirse de múltiples maneras. Albert insiste en que lo normal son solo vaqueros y una camiseta, pero ¿por qué hacer eso cuando puedes usar un magnífico corsé de látex inspirado en Dita Von Teese? Mi mente se confunde.
Gracias a Dios, creo, por Science of Noise y todos los que contribuyen para que sea un éxito. Gracias a ti, ya no soy la víctima involuntaria de los éxtasis de Albert por una nueva canción, álbum o riff. A veces se obsesionaba con una canción y cantaba una de sus partes una y otra vez hasta que involuntariamente también yo me la acababa aprendiendo. Nunca pude sofocar esta pasión. Tolerarlo fue lo mejor que pude hacer. Y ahora, a menos que sea un momento de pasión realmente loca e incontenible, no tengo que ver ‘solo uno más’ de esos vídeos atmosféricos llenos de guitarristas peludos y vocalistas gritones.
Como nota al margen, a estas alturas ya debes haber notado que Albert ama muchas cosas. Es un apasionado de la música y realmente lo vive. Tiene miles de canciones como «favoritas» y llena playlists y playlists con ellas. Mi lista de favoritas tiene unas 15. Somos increíblemente diferentes y me identifico del todo con todos los que encontráis su estilo exageradamente efusivo, florido y mariposeante ligeramente desdeñoso. ¿Pero sabes qué?. Está viviendo un pequeño sueño. Y está persiguiendo su pasión. Necesita ese amor para motivarlo todos los días para apoyar el rock en Barcelona y alrededores. Y lo aplaudo.
Suspiro.
Nací en 1971, en Australia, y entonces el rock era la norma. AC/DC, Metallica, Aerosmith. Odiaba los mullets, los pantalones vaqueros ceñidos y el olor a cerveza.
A mí me iba la música de los cincuenta y sesenta, y Motown, Prince, Terence Trent D’arby, Elvis y más tarde Pet Shop Boys, Depeche Mode, Kraftwerk, Front 242. Es un mundo totalmente diferente.
Empecé a detestar los solos de guitarra. ¡Y veinticinco años después me asocié con un verdadero y dedicado metalero! ¿Cómo es posible? Es realmente extraño.
Escribiré de vez en cuando para Science of Noise desde mi perspectiva externa. Y estoy segura que también tú tienes familiares, amigos o compañeros que podrían identificarse perfectamente con un punto de vista alternativo.
Every time he sees a full moon he gravely bellows ‘Full Moon Madness’.
He energetically uses the steering wheel as a drum kit.
He wears his hair exactly the same as he did when he was a teenager discovering Slayer (although I like to buy better conditioner to maintain style and bounce).
Now our little girl (4 and a half) is getting her first electric guitar (actually a ukulele) and has three metal t-shirts to her name (So anti Waldorf, black with aggressive slogans). Albert actually taught her how to do the metal sign by using the family finger song – it’s mummy finger and baby finger.
‘But didn’t you know when you met him?’ I hear you ask. ‘His hair, his beard, his clothes?’
Well, he wore different coloured t-shirts, not just plain black, or band t-shirts. I guess I didn’t read the signals very well.
I used to go to concerts with him until I went to a Slayer concert and had them drill my solar plexus to the point I thought I was going to vomit.
I should say I was living in Australia as a teenager in the late 1980s. Metal and rock were the norm and I hated both.
I’m so lucky that he has this magazine now, and you, dear reader. You support and encourage his musical passion. I ban metal in the car now. He can listen during his transit time and at work.
Find me superficial, but the one aspect of metal I like is the potential of dressing up. Albert insists it’s just jeans and a t-shirt, but what’s the point of that when you can wear a dreamy Dita inspired latex corset? The mind boggles.
Thank God, I think, for Science of Noise and all who contribute to make it a success. Thanks to you, I’m now no longer the unwilling victim to Albert‘s ecstasies over a new song, album or rift. Sometimes he would get obsessed by one song and sing part of it over and over again until I involuntarily knew it too. I couldn’t smother this passion. Tolerate it was the best I could do. And now, unless it’s a moment of crazy passion, I don’t have to watch ‘just one more’ atmospheric videos of long haired guitarists and screaming vocalists.
Just as a side note, you must have noticed by now that Albert LOVES so many things. His passionate about music. He lives it. He has thousands of songs as his ‘favourite’ songs. I have about 15 on my favourite list. We’re incredibly different and I empathise with those of you that find his effusive, flowery and ‘butterfly of love’ style slightly disdainful. But you know what. He’s living his dream. It’s huge. He’s pursuing his passion. He needs that love to motivate him every day to support rock in Barcelona. And I applaud him.
Sigh.
I was born in 1971, in Australia, and rock was the norm. ACDC, Metallica, Aerosmith. I hated the mullet, the tight acid wash jeans and the reek of beer.
I was into 50’s and 60’s, Motown, Prince, Terence Trent Darby, Elvis and later Pet Shop Boys, Depeche Mode, Kraftwerk, Front 242. It’s a totally different world.
I started to detest guitar solos. Twenty five years later I’m partnered with a true and dedicated Metaller! How is it possible? It’s truly bizarre.
I’ll be writing occasionally for Science of Noise from my outsiders perspective. I’m sure you have family members, friends or partners who’d be able to identify with an alternative perspective.
Tiffany is a yoga therapist deeply interested in the journey of life. She studies the tarot, archetypes, pilgrimage and writes from the basis of the template of our relationship to chakras and life patterns we’re destined to play out. She loves retro and vintage fashion. When she’s not listening to bhajans she’s tentatively tuning into her ‘starred’ list on spotify.