El tiempo pone a todos en su lugar, o eso dicen, y es probable que en el caso de Vola la banda lo esté experimentando en sus propias carnes. Los daneses siguen con su progresión ascendente y nos presentan su cuarto disco, Friend of a Phantom (2024), que seguramente impulse aún más su corta pero destacada trayectoria: han pasado de abrir para otras bandas en sus giras a ser cabezas de cartel en muy poco tiempo.
Haciendo un inciso, me voy a remontar al pasado 2019, cuando viajé a Bilbao para ver en directo a una de mis bandas favoritas, Haken, que por aquel entonces presentaban su Vector. En esta gira los acompañaban los estadounidenses Bent Knee, con su alocado prog vanguardista, y los mencionados Vola, que fueron los encargados de inaugurar la noche ante un público escaso y algo frío. Por algún motivo giraban sin su teclista, así que programaron las bases electrónicas y dieron un concierto, a mi parecer, correcto. «Bueno, no están mal», pensé. De todos modos, aquella noche la historia iba de otra cosa, así que dejé que Bent Knee y Haken me volaran la cabeza durante un buen rato.
El caso es que sí hubo un par de canciones que me llamaron la atención, así que me decidí a escucharlos y estudiarlos con más calma y, oye, ni tan mal. Valoro mucho las bandas que tratan de mezclar estilos, y su popurrí de rock progresivo —del duro— con pinceladas de metal pero coqueteando con el pop o incluso el trip-hop me parece muy interesante, por lo que han pasado a ser unos habituales en mi plataforma de streaming de confianza.
Ya en 2022, y con su aclamado Witness (2021) bajo el brazo, se pasaron por Barcelona y llenaron la sala Bóveda, ofreciendo un conciertazo de los que aún recuerdo. Y fue justo entonces cuando comprobé lo mucho que ha crecido la banda en un lapso relativamente corto de tiempo.
Así que aquí estamos, dos años después, analizando su nuevo LP, Friend of a Phantom, publicado el pasado 1 de noviembre por Inside Out Music. El disco arranca con «Cannibal», un golpe sobre la mesa para aquellos que califican al grupo como demasiado «blando». Además de tener riffs muy djenteros y un estribillo muy pegadizo que engancha desde la primera escucha, el tema cuenta con la participación del gran Anders Fridén, de In Flames, como invitado de lujo, quien pone sus tremendos guturales a disposición de la banda. Sin duda el mejor tema con el que podrían haber decidido empezar el disco.
«Break My Lying Tongue» tiene, posiblemente, la melodía de sintetizador más pegadiza de todo el disco. Martin Werner ha demostrado ser todo un maestro en esto de integrar sonidos electrónicos en el metal, pero lo de este tema está a otro nivel. Esta sencilla melodía es el eje central de este potente corte, con una métrica bastante compleja pero muy bien integrada. La canción acaba con un ritmo pesado y unos guturales de Asger Mygind que no estoy acostumbrado a escuchar pero que suenan brutales.
En «We Will Not Disband» la banda sigue con la línea potente de los temas anteriores. Es una canción que equilibra perfectamente partes suaves con otras más cañeras, mostrando esa cara versátil y moderna que tanto gusta a los fans de la banda.
Tras estos tres temas el disco baja una marcha con «Glass Mannequin», una balada de las que Vola suele incluir en sus álbumes. Reconozco que esta faceta suya no es mi favorita, así que, personalmente, este tema no sería de los que me hacen vibrar. No obstante, eso no le quita mérito a la composición, fundamentada en la voz de Asger, que crea un sinfín de capas a medida que va avanzando.
En «Bleed Out» la banda saca a relucir su faceta más electrónica, con una intro bastante oscura que encantará a los fans de Ulver. Esta da paso a un spoken word con vocoder, para acabar con un estribillo muy potente. Lo interesante para mí en esta canción viene tras la caída del segundo estribillo, ya que, después de un interludio flotante, los daneses se disfrazan de The Ocean y nos regalan varios compases martilleándonos con un sonido muy cercano al post-metal.
«Paper Wolf» es el tema que el grupo decidió presentar como primer sencillo para la promoción del álbum. En él la banda nos recuerda que no ha terminado de despegarse de sus sonidos más progresivos, aunque sigue combinando estilos con un puente muy emotivo. Ojo con este tema, ya que puede pasar desapercibido en las primeras escuchas, pero alberga muchos elementos interesantes. Será todo un disfrute ver su inicio en directo, combinado con un buen juego de luces.
El tono vuelve a caer de nuevo con «I Don’t Know How We Got Here», otra pieza lenta, pero esta vez bien llevada por el gran Adam Janzi, quien, bajo mi punto de vista, es el pilar de la banda. Los sonidos orgánicos de la batería van guiando esta suave canción, con una pequeña subida al final para darle un poco de salseo al asunto.
En «Hollow Kid» vemos a unos Vola más arrastrados, con un riff que se acerca incluso al metal industrial y en el que el bajo de Nicolai Mogensen acompaña a la voz y casi al resto de los instrumentos en esta pieza sólida y madura, con una caída final de las que te dejan con la boca abierta. Tras las virguerías de Werner en el último estribillo, el tema concluye solo con sonidos de piano y voz a coros, un recurso poco habitual en los daneses.
El álbum acaba con «Tray», una canción que a simple vista puede parecer de relleno, pero que a mí me ha encantado. No sé si es por la versatilidad en la voz de Asger, combinando octavas agudas y graves en el verso y el estribillo, por lo pegadizo que es este último o por lo bonita que es la melodía en el puente, pero creo que es una muy buena manera de cerrar el disco.
Como viene siendo costumbre, el álbum cuenta con una producción excelente por parte de Jacob Hansen, quien ya se encargó del anterior Witness y que ha demostrado con creces que sabe sacar el mejor sonido de la banda.
He leído todo tipo de opiniones sobre este último trabajo de los daneses: hay quien dice que se han vuelto a superar; otros, que han caído en la repetición, que se acercan demasiado al pop o que sacan discos demasiado a menudo. Aunque pueda estar de acuerdo con algunas cosas, creo que todas las bandas tienden a evolucionar. Quizá quien busque aquí unos sonidos parecidos a los primeros discos de Vola se pueda llevar una decepción. Sin embargo, hay bastantes partes del álbum que me han gustado, como los sonidos pesados y los guturales donde no los esperaba, y la banda tiene una esencia que no se ha perdido del todo. Creo que, si le damos una oportunidad, podemos encontrar varios tesoros escondidos en el interior de este álbum.