Hoy voy a hablar de un disco que salió a principios de abril y que, encima, es de un grupo autóctono, exactamente de Terrassa. Vrademargk es un nombre con bastante bagaje en nuestro territorio. ¡Pero ojo! No hace falta que busquéis si significa alguna cosa en sueco o noruego, ya que es una palabra inventada.
Activos bajo el nombre de Tsunami, desde hace más de 20 años, en 2003 pasaron a tener el nombre actual. Sacaron un par de demos a mediados de la primera década de los 2000 y a inicios de 2010, editaron su primer larga duración, Transition to Nowhere, y posteriormente, The Black Chamber (2013). O sea que han pasado bastantes años -reestructuración grupal de por medio- hasta que han publicado este Arrelats (2021) que voy a destripar hoy. Aunque, previamente, no he tenido nunca la ocasión de escuchar ningún disco entero o de verles en directo (que yo recuerde), puedo decir que practican un death metal con un aire a melódico, oscuro y contundente, con un sabor claramente a los primeros 90, léase cierto estilo Gotemburgo.
Vamos pues a hablar de Arrelats y de si sigue la misma buena senda practicada anteriormente por el grupo. El disco se inicia con un tema a modo de intro, «Lividesa», que ya con sus cuerdas te avisa sobre lo que te puede esperar, aunque de inicio lento, te va metiendo en una oscuridad y, hasta cierto punto, en una tristeza de las que no saldremos en todo el álbum. «Arrelats» da paso a una fiereza desmedida, más propia de un grupo de blackened death metal, aunque con los estribillos te cuelan esa melodía característica de At the Gates o unos Dark Tranquillity. Comentar también el cambio con dinamismo que tiene la canción, como el hecho de cantar el disco íntegramente en catalán.
«Estigmes sobre cendres» continúa la tónica, con una oscuridad más salvaje, un ritmo de los de mover la cabeza en plan trance y ese sabor a podredumbre, pero sin llegar a adueñarse de la situación, provocando que pudiera bajar el listón de una grabación de gran calibre. Recordemos que se grabó en Farms of Sounds, estudio de uno de los componentes de Vidres a la Sang.
«L’alè dels indòmits» se inicia con un riff que será el principal y que me recuerda al tema «Widowmaker» de The Black Dahlia Murder…¿que qué puedo decir? Es un grupo que me encanta, así que esta canción también. Destrucción técnica sin parar, con una batería atronadora y unos cambios brutales. Es que, y salvando distancias, tienen un punto a los de Trevor Strnad. Mis respetos.
Continua con «L’art de morir», con un ritmo más lento, como chapoteando en fango, queriendo salir de él, pero a cada brazada que das, te vas hundiendo un poco más en la miseria hasta no poder ver la luz… nunca más. Llegamos al penúltimo tema, «Egocidi», en el que vuelve la tralla, como decimos vulgarmente, destilando un poco de esencia At the Gates. Con solo cuatro temas, es un grupo que te podrá gustar más o menos, pero deja una huella muy rápido, con un sello muy característico.
Y terminamos con «Eudaimonia», siete minutos de puro death metal, con un inicio más cortante que una katana, aunque con muchos cambios, incluso con un mini break, podríamos decir que tranquilo y sosegado pero sin dejar de ser melancólico, que se repite al final del disco. En esta ocasión, tenemos la colaboración vocal de Eloi Boucherie, de Vidres a la Sang y jefe del estudio de grabación anteriormente citado.
Sinceramente, nunca he sido muy amante del death así tirando a old school y con sonido putrefacto, pero Vrademargk, juegan a estar entre el limbo de lo descrito, pero aportando un estilo propio que los hace sonar frescos, tal como he comentado, pasando por partes más pútridas, otras más tristes y otras más rabiosamente rápidas. Y todo esto me ha gustado y mucho. Hay técnica y unos temas que en directo seguramente vamos a poder disfrutar a saco. Por lo que, sinceramente, es un disco que se merece muy buena nota y que recomiendo a todo el mundo amante del death y/o que le guste un mínimo los grupos que he descrito al inicio.
Soy de esa generación que la “post-pubertad” lo pilló entre el metal primigenio (lo que llamamos ahora old school) y la nueva ola que fue el Nu metal, es decir, pasado mediados de los 90. Me encantan muchos estilos pero sobretodo el rock clásico y evidentemente el metal, este último es una forma de vida y encima me gusta desgranar y reconocer la riqueza de todos sus subgéneros. Uno ya tiene su edad (los mechones blancos en la barba no están por que sí) pero no me cierro para nada a grupos nuevos, eso sí, mientras haya fuerza y calidad, aunque hoy en día hay mucha. Como nacido justo entrados los ochenta también se incluye que soy un friki de cuidado (rol, videojuegos, Star Wars, pelis Gore, literatura fantástica y un largo etc.) vaya que toco de todo un poco. En resumen, espero contagiaros mi pasión metalhead a la vez que disfrutáis de mis aberrantes destripes.