Del pasado año 2022 hay algunos discos que se nos habían quedado en el tintero y me apetecía darles salida y reivindicarlos como merecían. Es el caso del Ride, de uno de los más grandes guitarristas de blues de todos los tiempos: Walter Trout. Fue miembro de la banda de John Mayall, estuvo con John Lee Hooker y con Canned Heat entre otros muchos logros y este es su disco número 30. Esta vez ha indagado en su infancia y las vivencias duras con su padrastro. Hay dolor y tristeza en el disco, pero a la vez, mucha fuerza, y lo mejor de todo: es un gran disco de Walter Trout. Que a sus 71 primaveras ofrezca material tan talentoso dice mucho de su leyenda…
Ya en “Ghosts” el guitarrista blanco de voz negroide deja bien patente que a pesar de estar en séptima década está en una forma envidiable y que viene cargado con un buen arsenal de temas. Y todos merecen sonar en directo. Cabe destacar esos teclados tan agonistas y emebellecedores a cargo de Jamie Hunting y un bajo muy consistente y protagonista por parte de Teddy Andreadis. Trout deriva en aires del desierto e incluso tira de armónica en un corte muy logrado y prototípico de lo que podemos esperar de él.
La misma armónica abre a lo locomotora en el corte que da título al disco, con posos muy sureños y evocadores, especialmente dados por ese piano. Hay un momento jam muy logrado con sensaciones muy Lynyrd Skynyrd y con el bajo subiendo y bajando a la vez que Michael Leasure le lleva el pulso con mucha soltura y clase tras los parches. “Follow You Back Home” es la primera balada, muy sentida y aderezada con coros de apoyo y sutiles orquestaciones.
“High Is Low” suena a blues prototípico y hay ese clásico juego de pregunta-respuesta con voz y armónica. Es una composición con mucha fuerza y Trout rompe su voz. Gran parte del mérito es de Eric Corne en tareas de producción. Incluso llega a sonar a los primerizo Zeppelin con un sonido plenamente actual. El tema más emocional y uno de los más logrados es este blues arrebatador y triste llamado “Waiting for the Dawn” en el que mandan las seis cuerdas de Walter. Es un viaje, un quejido, un solo tremendo y sentido de los más puros. Hay referencias a bandas clásicas como Led Zeppelin, pero también a grupos más actuales como Albany Down.
En “Better Days Ahead” nos encontramos en un medio tiempo bluesy de mucha fuerza con una de esas guitarras que “hablan” y expresan mucho dolor. Repuntan los teclados en muchos momentos y el corte avanza con clase y agallas. Hay una guitarra soleando a la par que la línea vocal fluye. Los momentos sureños amanecen en la breve “The Fertile Soil”, muy evocadora y de guitarra juguetona. Hay un precioso interludio en el que armónica y voz desnuda de Trout bajan pulsaciones para entrar en los “suelos fértiles” de los Allman Brothers.
“I Worry Too Much” tira de pedalera y marca groove talentoso. Es de esas canciones ideales para el directo tirando en la letra de vivencias personales. Buenos detalles en el pulso marcado de Michael Leasure y final abrupto para dar variedad a un disco realmente completo. De entre lo más colorido y festivo está “Leave It All Behind” con vientos y un feeling feliz. Y el listón compositivo vuelve a subir con el “Hey Mama”, con referencias a su infancia y mucha carga emocional. Nos despide con algo tan delicado como “Destiny”, con Leasure tirando de escobillas y un contenido Hunting a las cuatro cuerdas. Festival a varias guitarras de templanza y buen hacer sumando notas positivas para un disco realmente logrado.
Walter Trout es un superviviente, en el negocio musical y en la vida misma. Estuvo al borde de la muerte por sus dolencias hepáticas, pero sigue con nosotros y lo hace con un nivel musical rotundo. Sorprende especialmente el nivel atesorado a sus 71 años y que sea capaz de enamorar tras 30 discos de estudio. Ridees un viaje introspectivo agridulce y contundente, así que dudo que quienes le siguen se vean decepcionados. Una joya más en la corona de un hombre que ya lo ha conseguido todo.