Venom (2023), el primer larga duración de Wargasm tras la publicación en 2022 del EP Explicit: The Mixxxtape, es una exploración ardiente y creativa del nu-metal con coqueteos con el digital hardcore que ha sido recibida tanto con los brazos abiertos… como a patadas. Está claro que los londinenses despiertan tantos elogios como improperios reciben, por lo que toca posicionarse, y yo me decanto por el «yes».
El dúo, compuesto por Sam Matlock y Milkie Way, ha creado un sonido tan violento y pulido como una película de acción de serie B, lleno de arranques y dejes electrónicos que se me antoja que harán las delicias de quienes puedan disfrutar de su arte en vivo. El álbum es un viaje que fusiona varios géneros, combinando elementos de punk, metal, música electrónica y hip hop. Es un recorrido implacable y entretenido, impulsado por la pura energía que supura el dúo y su dinámica única. Los gritos de Sam contrastan con los murmullos, lamentos y pseudo aullidos de Milkie, creando una atmósfera electrizante que puedo llegar a entender que harte, pero que a mí me ha llegado bastante bien, la verdad.
«Venom», el segundo corte (o el primero tras la introducción) es, sin duda, lo más pesado y creativo que jamás hayan creado. Los riffs que aquí encontramos son de lo mejorcito de este trabajo, aunque a veces tiendan a saturar un poco. ¿Demasiadas capas? Quizá, sí, pero es que precisamente de eso va el terrorismo sónico el que tan agusto están. Pero a pesar de ello, Venom presenta una gran variedad de nuevas ideas, desde unos coqueteos con la música pop/emo y el R&B de los años 90 en «Sonic Dog Tag», hasta siniestros sonidos electrónicos de ultratumba en «Ride the Thunder».
El álbum también incluye un invitado de altura, como es Fred Durst, vocalista de Limp Bizkit, en «Bang Ya Head», un tema tan pegajoso como contundente; en mi opinión, el mejor de este trabajo. Otros temas destacados incluyen el explosivo «Outrage» y la oscura y pulsante, en clave industrial, «Death Rattle», y «Modern Love», con claras influencias de Nine Inch Nails.
A pesar de algunos momentos crudos y una instrumentación salvaje, la mezcla es buena y las voces son agradables de escuchar. Tanto Matlock como Way demuestran tener una gran química, lo que contribuye a poder disfrutar de lo lindo de lo que sale de su enfermiza coctelera musical.
En conclusión, Venom es un disco satisfactorio y lleno de vitalidad, hecho para reproducirse lo suficientemente alto como para molestar a los vecinos, a esos que se duchan a las tantas y que hacen obras ilegales durante los fines de semana. Es un viaje en montaña rusa sumamente divertido y entretenido, aunque entre mejor tras un par de escuchas. Es un álbum muy sólido y el tufillo retro que desprende me recuerda mucho a la música con la que crecí, y quizá por eso lo he disfrutado tanto. Sin duda, estamos ante uno de los álbumes debut esenciales de este curso que está por finalizar.
Tipo peculiar y entrañable criado a medio camino entre Seattle, Sunset Boulevard y las zonas más húmedas de Louisiana. Si coges un mapa, y si cuentas con ciertos conocimientos matemáticos, verás que el resultado es una zona indeterminada entre los estados de Wyoming, South Dakota y Nebraska. Una zona que, por cierto, no he visitado jamás en la vida. No soy nada de fiar y, aunque me gusta “casi todo lo rock/metal”, prefiero las Vans antes que las J’hayber.