1995. En España aún gobernaba Felipe González y teníamos la peseta. Indurain ganó su quinto Tour de France. El caso Lasa y Zabala acaparaban portadas en los periódicos. El caso Arny ponía de manifiesto la España negra, sórdida y excesiva. Sudáfrica ganaba un Mundial de rugby que significaba la reconciliación nacional -promovida por Mandela– de un país dividido (y oprimido) por el Apartheid (podéis ver Invictus de Clint Eastwood o leer el libro de John Carling, si os interesa el tema). Braveheart arrasaba en la taquilla y un estudio de animación desconocido, Pixar, estrenaba Toy Story (ejem).
1995. A nivel musical sería un buen año. Rammstein, Deftones, Down o Foo Fighters publican sus álbumes debut, para que os hagáis una idea de donde estamos. PJ Harvey saca To Bring You My Love, Pulp revientan las listas con “Common People” y su Different Class, Smashing Pumpkins publican su obra magna, jamás superada, Mellon Collie and Infinite Sadness. En el mundo del metal la cosa anda de lo más entretenida con Draconian Times de los siempre relevantes e infravalorados Paradise Lost o una de las obras cumbres del death metal melódico (sonido Goteborg) Slaughtered of the Soul de los incombustibles At the Gates. También vendrían las malas noticias pues Ramones y Kyuss publicarían sus últimas obras.
1995. White Zombie, cuatro locos americanos aparecían para el gran público con su mezcla lisérgica de groove metal y música industrial. No eran nuevos, llevaban en esto muchos años, con incursiones en el noise incluidas. Pero la anterior entrega publicada en 1992, La Sexorcisto: The Devil Music Volume 1, les había puesto en el mapa. Todo estaba listo para el nuevo hype.
«Perhaps you had better start from the beginning.»
Así empieza esta obra atemporal de metal industrial con elementos groove metal poniendo definitivamente a Rob y sus White Zombie en el candelero hardrockero/metalero/alternativo de la segunda mitad de los 90. «Pero, ¿por qué pones esa frase para iniciar el análisis del disco, Calderon?» Pues porque me parece una buena definición de lo que fue la trayectoria de White Zombie en la escena musical. Seguramente, no destacaban en nada. No eran unos músicos virtuosos, quizás sus álbumes no se cuenten entre las obras maestras del género o las temáticas retorcidas de sus temas no te digan nada, pero, sin duda, se encuentran entre las bandas de culto más veneradas de su época, porque lo que sí tenían era mucha personalidad e imaginería propia, lo que dice mucho a su favor. Además, podemos contar auténticos temazos (como leeréis unas líneas más abajo) entre los dos discos que los catapultaron a la fama, La Sexorcisto: The Devil Music Volume 1 y este Astro Creep: 2000 – Songs of Love, Destruction and Other Synthetic Delusions of the Electric Head (1995).
Uno de los grandes handicaps de este disco, con perspectiva histórica, es que se encuentra atrapado entre dos obras maestras del metal industrial. Por un lado, en 1994, Nine Inch Nails publicaban una de sus cimas creativas, The Downward Spiral. Por otro lado, en 1996, un grupo liderado por un loco peligroso, Marilyn Manson, publicarían Antichrist Superstar, inicio de la carrera hacia el estrellato del nuevo enemigo de América. Entre estos dos discos es donde hay que enmarcar un notable (y quizás un poco irregular) Astro Creep: 2000. Más allá de estas consideraciones, tampoco me parece que el grupo que nos ocupa haya tenido nunca una ambición muy obsesiva por la fama y ser transcendental. White Zombie, para mí, fue una gran banda de metal industrial con influencias muy claras del groove metal de la época, con una personalidad extraordinaria, con unas referencias culturales del pop underground americano en sus temáticas que los hacía diferentes, terror de serie B, horror, sci-fi, Ed Wood, Russ Meyer, Blaixplotation y todo lo que se te ocurra. Rob Zombie en este caso, jugó un papel fundamental como ideólogo y creador de un concepto y definición de artwok y merchandising.
Una voz en off, seguida de un órgano tenebroso, da inicio a una base industrial que sirve de intro a las guitarras de punteo sinuoso que acaban en un riffaco brutal. Esto es “Electric Head. Part 1 (The Agony)”, una magnífica carta de presentación de lo que encontraremos en este disco. Sobre una base “sintética” transcurre una potente base rítmica, acompañada de un trabajo de guitarras superlativas y un vozarrón de ultratumba. Aquí detectamos los puntos fuertes de todo el álbum: el bajo de Yseult, la batería desbocada de Tempesta y unos riffs de guitarra rítmicos y cortantes con un groove de otro planeta. Todo ello ambientado con bases ambientales y complementado con la voz tan carismática de Rob Zombie. Con “Super Charger Heaven” ponen una marcha más, dotando de velocidad y una especie de solo de guitarra. Volvemos a las bases industriales con voces pre-grabadas y paso a medio tempo. Parece que al tema le cuesta arrancar. Es un despegar abortado durante 4:44 minutos que dura “Real Solution #9”. Una especie de intermedio que nos lleva a “Creature of the Wheel”, lisérgico y pesado a partes iguales, con la que también tienes la sensación de que no acaba de despegar como debiera. Ese pasaje central no le acaba de sentar bien.
“Electric Head. Part 2 (The Ectasy)” sí que es un temarral con madera con clásico. Bailable, con un puente y unos coros de lo más psicodélicos, rockeros, groovies, en los que la banda, sin duda, se sienten claramente cómodos. Con fase ideada para las grandes arenas y hacerte botar hasta la extenuación. Un final progresivo y más acelerado. Realmente, debes escuchar este temazo. Unas notas feriales nos conducen a unos punteos de bajo de Yseult, a medio tiempo, con mucho flow, donde Rob Zombie te susurra, que acaban eclosionando en una bacanal riffistica pesada y calculada. Muy de medio tiempo panteril, con influencias de Red Hot Chili Peppers en su zona transicional, en esos pasajes lisérgicos, de viaje de ácido.
«I, Zombie.»
Y vamos a la mandanga buena. A partir de ahora viene lo bueno de verdad. “I, Zombie” es un absoluto temarracal. Veloz, rítmico, ambiental, atemporal. No podrás dejar de mover la cabeza como un poseso. Absolutamente bestial. La que sigue es “More Human Than Human”. ¿Quién no ha bailado esta canción pasado de alcohol en cualquier discoteca que se ha atrevido a pincharla? Esos gemidos… Esos riffs interruptus iniciales. El riff. El groove. Rob casi rapeando. El bajo cósmico, extraterrestre. En fin. Un tema que te toca la piel. Que pasa a ser un clásico para una generación. Un must en cualquier fiesta revival de los 90. Y aquí nos encontramos con la pieza más completa del álbum, “El Phantasmo and the Chicken-Run Blast-O-Rama”. Sincera y objetivamente, la mejor canción del álbum, bajo mi punto de vista, que da conclusión con su personalísimo estilo al trío de temas que le da más brillantez al álbum.
El tramo final con “Blur the Technicolor” y “Blood, Milk and Sky” son un buen colofón más como temas de cierre que otra cosa. Para amantes de las cosas frikis. La pista del último corte, “Blood, Milk and Sky”, esconde el tema “Where the Sidewalk Ends, the Bug Parade Begins», que no tiene nada del otro mundo.
Y bien, así acabamos. Una banda que después del éxito de este Astro Creep: 2000, se disolvió y parece que nunca más los veremos en una hipotética reunión. Parece ser que la cosa no debió acabar muy bien… Para haceros pasar el rato, y como buen placebo, los álbumes de Rob Zombie están ahí, pero nunca más llegará a las cotas de White Zombie. Siempre nos quedará su obra cinematográfica, muy por encima de su obra musical en solitario.
Sant Boi-Barcelona-Arenys de Mar. Padre y Metalhead. Desbordado por tanta música que escuchar y poco tiempo para disfrutarla. En el Universo solo hay dos cosas claras: In vino veritas y Metallica es la banda más grande de todos los tiempos (quizás solo una sea cierta, y no tenga que ver con la verdad). Death, black, doom, sludge, hardcore, thrash… a menudo: pop, rock, indie, electrónica, hip hop… en resumen, la música es mi pasión.