Whitesnake – Slide It In: 40º Aniversario del desembarco de la serpiente blanca en América

Ficha técnica

Publicado el 30 de enero de 1984
Discográfica: Liberty Records / EMI Records
 
Componentes:
David Coverdale – Voz
Mel Galley – Guitarra
Micky Moody – Guitarra
Colin Hodgkinson – Bajo
Cozy Powell – Batería
Jon Lord – Teclados

Temas

1. Gambler (3:57)
2. Slide It In (3:20)
3. Standing in the Shadow (3:32)
4. Give Me More Time (3:41)
5. Love Ain’t No Stranger (4:13)
6. Slow an’ Easy (6:09)
7. Spit It Out (4:11)
8. All or Nothing (3:34)
9. Hungry for Love (3:57)
10. Guilty of Love (3:18)

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La historia tras Slide It In (1984) es una que se repite de forma recurrente hacia mediados de los años 80 y tiene que ver con la búsqueda de la conquista del mercado americano por parte de muchas de las bandas británicas que conformaron el movimiento denominado NWOBHM, aprovechando el auge del metal propiciado en buena parte por la todopoderosa cadena MTV (que recordemos fue inaugurada en 1981). Si bien Whitesnake no suele ser un nombre asociado a dicho movimiento, ciertas fuentes sí consideran que perteneció de alguna manera a la rama más melódica del mismo, pues aun no cumpliendo todos sus preceptos, sí coincidían en aquellos más básicos, aunque su orientación musical por aquel entonces guardaba más en común con un hard-rock más bluesero (heredero de bandas como Led Zeppelin, Bad Company o Deep Purple) que con el heavy metal. Los intentos por agradar al mercado americano propiciaron un doble enfoque para el lanzamiento de este trabajo en cuestión. La versión británica pretendía dar cierta continuidad a los trabajos anteriores de la banda que habían funcionado bastante bien, aunque no al nivel que un ambicioso David Coverdale deseaba, por lo que se valoró incorporar nuevos elementos frescos novedosos a su música con los que impulsar un paso más allá su carrera.

Whitesnake venía cosechando éxitos notables principalmente en su país, pero el dinero no parecía llegar con suficiencia, por lo que las tensiones entre sus miembros eran evidentes resultando en un cambio parcial en las filas para la grabación de este álbum. Los antiguos miembros Bernie Marsden a la guitarra, Ian Paice a la batería y Neil Murray al bajo abandonaron la formación y dieron paso a Mel Galley, Cozy Powell y Colin Hodgkinson respectivamente, que junto a los supervivientes de la etapa anterior Micky Moody a la guitarra y Jon Lord al teclado, conformaron esta nueva alineación. Pero ésta duró bien poco y enseguida se produjeron nuevos cambios, coincidentes con la salida de la versión americana, que fue posterior y por lo tanto pudo ser reorientada según los inputs recibidos sobre la original. Neil Murray regresó de nuevo como bajista de la banda en sustitución de Colin Hodgkinson (regrabando el bajo al completo en esta versión americana), Jon Lord fue llamado para la refundación de Deep Purple por lo que Whitesnake se quedó sin teclista, Mel Galley sufrió un accidente por lo que también tuvo que abandonar y Micky Moody fue sustituido por John Sykes (quien regrabó los solos), un guitarrista más versátil y con una notable presencia escénica totalmente buscada para intentar conquistar el mercado americano. No perdamos de vista el hecho que en América empezaba a pegar fuerte el glam metal y el arena rock, estilos donde la imagen jugaba un importantísimo papel, cosa que no pasó por alto todo un divo como Coverdale que acabó consumando una transformación en este sentido en su siguiente y más exitoso álbum, 1987. En realidad, la verdadera conquista del mercado americano se la podemos atribuir a 1987, pero para que esto sucediera, antes tuvo que existir una primera tentativa que se materializó en Slide It In, un álbum de transición a caballo entre el hard rock inglés y el americano. Curiosamente, el éxito de 1987 despertó un inusitado interés tardío en su predecesor, Slide It In, que por fin recibió todo el reconocimiento que se merecía.

Uno de los inconvenientes que se le atribuyó a la primera versión británica de Slide It In fue el de su sonido, tachado de demasiado plano. En mi opinión, pienso que su productor, el gran Martin Birch, lo hizo de manera intencionada, pues la música en aquel entonces no buscaba grandes destellos sino más bien algo ponderado que entrara de una forma suave. De todas maneras, la versión americana se afinó más en este aspecto y se cambió el orden de las canciones, en busca de un gancho mayor entre su público objetivo (el hecho de poner “Slide It In”, uno de los platos fuertes del disco, como tema de apertura, seguidos de los otros grandes hits, “Slow an’Easy” y “Love ain’t no Stranger”, ya es un claro ejemplo en esa dirección). La todopoderosa Geffen Records fue la discográfica encargada de su distribución en el continente americano. La coexistencia de dos versiones fue en su momento un elemento un tanto polémico, pues el mercado europeo no vio con buenos ojos esa segunda versión adaptada al americano al considerarla en cierta manera un ultraje, pero David Coverdale estaba dispuesto a lo que fuera por tal de conquistar aquellos lares y lo cierto es que su apuesta fue en la dirección correcta pues consiguió poner a la banda en el mapa de una forma más generalizada.

Por lógica, la versión que vamos a analizar retrospectivamente aquí es la británica, ya que fue la que nos llegó en Europa de una manera generalizada en su debido momento, así que pasemos ya a adentrarnos en lo que nos ofrece este disco, uno de mis favoritos, sino el que más, de la discografía de Whitesnake.

Empecemos por una breve mención a su portada, que nos muestra a una mujer elegantemente vestida y a una serpiente deslizándose dentro de su escote, imagen en total consonancia con el título del disco, Slide It In. Si a algo se ha tachado a las letras de Whitesnake y por ende a alguna de sus portadas es del alto contenido sexual de las mismas, en la que la figura femenina tan solo es mostrada como mera presa a la que dar caza y poco más. Eso es así, nos guste o no, y no fueron los únicos en absoluto en divulgar esas ideas en aquella época, tanto en el extranjero como en nuestro país. No entraremos en más polémicas al respecto porque tampoco vamos a cambiar lo que por suerte es ya historia y nos centraremos más bien en lo que en realidad hizo grande a esta banda, que es su música.

Slide It In se inicia de manera suave con “Gambler” y su magistral intro de teclados de Jon Lord, a la que se van sumando el resto de instrumentos hasta que irrumpe la sensual voz de Coverdale para dar continuidad al desarrollo del tema. Cómo suena la sección rítmica de este disco para mí es una de las claves de su elevada calidad. Cozy Powell está estelar en todo momento con su toque tan particular, un batería que sin tirar de excesivas virguerías está en todo momento añadiendo detalles notorios que consiguen que tus orejas le presten toda la atención debida. Junto a él completando la base rítmica encontramos a Colin Hodgkinson, un experimentado bajista músico de sesión con el que Cozy ya había trabajado con anterioridad, especializado tanto en el rock, como el jazz y el blues. “Gambler” no pretende ser un hitazo que te atrape de buenas a primeras, pues es más bien un medio tiempo lineal bastante monótono, siendo lo más destacable que acontece en él el solo de teclado que se marca Jon Lord y que se repite de manera bastante similar por parte de las guitarras. Sin embargo, su razón de ser es más bien la de despertar el interés por lo que pueda venir a continuación, como si de un aperitivo se tratara. Y sí, lo que sigue a continuación sí se trata de uno de los platos principales, el tema homónimo al disco, “Slide It In”, mucho más animado y con un estribillo muy coreable a pesar de lo bochornoso y repetitivo que pueda llegar a resultar (Slide it in, right to the top). La sutileza no sería precisamente uno de los fuertes de estas letras…. Los riffs de guitarra son primordiales aquí para trasmitir diversión, y aunque no sean excesivamente audible, los teclados de fondo de Jon Lord también ayudan en este sentido.

”Standing in the Shadow” nos muestra otra faceta más misteriosa de la música de Whitesnake, los riffs no son tan previsibles y consiguen trasmitir cierta oscuridad a un tema que podría considerarse una balada/medio tiempo. El melódico estribillo casa a la perfección con este sentir tirando a melancólico generalizado, que se acaba de redondear con la aparición de la voz doblada de Coverdale tras el estupendo solo de guitarra incluido aquí. “Give Me More Time” vuelve a ser un tema simple en su estructura que se inicia con un riff de guitarra muy a lo AC/DC y que mejora gracias a un estribillo del todo resultón. De nuevo, la sección rítmica es la causante de trasmitir la energía necesaria que nos invita incluso a bailar si fuera necesario. “Love Ain’t No Stranger”, tema que cierra la cara A del disco es sin duda uno de los mejores. Dejamos atrás la previsibilidad en estructura e incluso la sencillez de las letras (en favor de algo mucho más poético) y por fin se atreven a jugar con los contrastes. Así en su inicio pensamos que vamos a escuchar una power ballad en toda la regla gracias a los sugerentes teclados, el lento susurrar de Coverdale y una bonita intro de guitarra en clave acústica, pero no tarda en arrancar un estribillo mucho más potente que lleva el tema por otros derroteros más enérgicos y mucho más interesantes.

Pasamos a lo que sería el inicio de la cara B con “Slow an’ Easy”, en mi opinión el mejor tema de largo incluido en este álbum. Sensualidad pura es lo que escuchamos en su inicio (¡David, así sí!). Lo que hace aquí la sección rítmica es para enmarcar y es sin duda el gran acierto del tema, combinando ese ritmo sincopado de forma juguetona con las voces… Y qué decir del estribillo tan molón, con palmas y todo, ¡grandioso! Si hasta el solo es de los mejorcitos del disco… Me reitero, este tema es absolutamente redondo, tanto como su estructura, que empieza y acaba de la misma manera como si de un círculo se tratara. Cualquier cosa que vaya a continuación está claro que va a saber a poco, y si encima le pones un título y estribillo tan faltón como “Spit It Out” (escúpelo)… lo dicho antes de la sutileza (escasita), ya se podrían haber comido un poco más la cabeza y haber utilizado alguna figura retórica para maquillar lo evidente… Independientemente de la letra, el tema vuelve a cumplir con su función de entretenimiento y diversión, trasmite buen rollo y engancha con su estribillo facilón, lo damos por más que correcto. “All or Nothing” nos recuerda al hard rock clásico de toda la vida, si es que incluso Jon Lord se desata con un solo de teclado de lo más deudor de épocas pretéritas… Con “Hungry for Love” regresamos a territorios más blueseros/rockeros y de nuevo la clave de su encanto la encontramos en su estribillo contagioso bien acolchado por la infalible sección rítmica que viene detrás. Notable también es el solo de guitarra incluido aquí, con utilización del slide para potenciar ese feeling bluesero que hemos comentado.

Y para cerrar por todo lo alto Slide It In nos encontramos con uno de los sencillos que se convirtieron en hit de manera instantánea, especialmente en Gran Bretaña, “Guilty of Love”. Mucha influencia a Thin Lizzy creo reconocer en este tema, gracias a la utilización de las guitarras dobladas. Ideal para ser cantado en directo y conseguir esa conexión coral con el público, me parece todo un acierto para cerrar este trabajo por todo lo alto y dejarnos con una sensación de satisfacción plena.

Slide It In, tal y como hemos ido argumentando, bebe principalmente de las influencias más blueseras y setenteras del hard rock como lo hicieron los discos predecesores de Whitesnake, sin embargo, se vislumbra un cambio de tendencia con la inclusión de ciertos elementos más comerciales que lo hacen del todo interesante, convirtiéndolo en un híbrido entre dos formas de entender la música de la época, de ahí su vital importancia dentro de la discografía de la banda. Con este trabajo consiguieron poner un pie en América, con el siguiente, 1987, entraron de lleno y la conquistaron. Misión cumplida para el Sr. Coverdale.

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Sobre Susana Masanés 176 Artículos
Aficionada a la música y los viajes, aunque no sabría decidir en qué orden. Cuando los combino, ¡lo más! Amante de aprender cosas de allá donde vaya, soy un poco la suma de los lugares que he visitado y las experiencias vividas. Daría la vuelta al mundo de concierto en concierto si de mi dependiera, pero las limitaciones terrenales me mantienen aquí y ahora, así que, ¡a sacarle el máximo partido!