No es casual que Wiegedood esté entregando con There’s Always Blood at the End of the Road su mejor obra hasta la fecha. En octubre de 2020, Amenra anunciaba que Levy Seynaeve dejaba de tocar el bajo para la banda, con lo que Seynave se podía dedicar en exclusiva a su proyecto de black metal Wiegedood, en el que toca la guitarra y canta. Le siguen acompañando en este viaje, Gilles Demolder, a la guitarra, y Wim Coppers, a la batería. Ambos de la banda belga de post-black metal Oathbreaker.
Superada la trilogía De Doden Hebben het Goed (2015 y 2018), tres discos con estructura idéntica. Cuatro temas largos y el intento de crear algo con cierta continuidad e hilo en el relato. Ahora nos entregan un trabajo largo, más profundo, más contundente y mucho más complejo que sus anteriores entregas, superando la trilogía y dando a conocer un trabajo muy duro y contundente.
Las oleadas de portentoso black metal siguen ahí. La violencia desatada de «FN SCAR 16», que abre el disco, te va dejar sin aliento a las primeras de cambio. No hay descanso para el oyente, es absolutamente agotador seguir la urgencia del riff, el tremolo y la batería. Te recordarán a Anaal Nathrakh y su terrorismo sonoro. Han incorporado algunos detalles cercanos a lo industrial, sin excesos que enriquecen su veloz propuesta. Pero la crudeza de la guitarra y el crepitar de su distorsión te aturdirán en cuestión de segundos.
Unos temas que intentan no sobrepasar los cinco minutos, siendo directos, veloces y agresivos. No en vano, en este disco, según ellos mismos, han querido centrarse “en las partes más sucias y repugnantes. de la naturaleza humana y de la sociedad.” Y musicalmente, te puedo decir que lo han conseguido. La urgencia y la agresividad reflejadas en temas como “Until It Is Not”, “Theft and Begging”. “Nuages” es un tema desesperante con algunas sutilezas como ese final jazzístico/vanguardista tan bien hilado. Sin embargo, conservan también aquel regusto de black metal casi naturalista y pagano en el tema más largo del disco, “Now Will Always Be” o la final “Carousel” con esas voces/coros de los más profundos, directos desde las entrañas.
Sin duda, Wiegedood han puesto en primer plano la violencia sonora que pretende reflejar la violencia diaria que nos hace sentir esta sociedad cuando nos expone a la podredumbre humana y el egoísmo, cada día más hegemónico, lamentablemente. Pero There’s Always Blood at the End of the Road, te ayudará, al menos, a canalizar la frustración diaria a base de mala hostia musical.
Sant Boi-Barcelona-Arenys de Mar. Padre y Metalhead. Desbordado por tanta música que escuchar y poco tiempo para disfrutarla. En el Universo solo hay dos cosas claras: In vino veritas y Metallica es la banda más grande de todos los tiempos (quizás solo una sea cierta, y no tenga que ver con la verdad). Death, black, doom, sludge, hardcore, thrash… a menudo: pop, rock, indie, electrónica, hip hop… en resumen, la música es mi pasión.