Vuelve Wig Wam y eso, en los días de mierda que llevamos en 2021, hace que este año ya merezca la pena. Para quien no conozca el grupo, aquí dejo este link y hago un mini resumen para los más vagos. Los noruegos se dan a conocer en 2005, cuando quedan en una posición más que decente en el concurso casposo Eurovisión. Lo hacen con el single “In My Dreams” y es fiel reflejo de lo que es el grupo: melodía, purpurina y mucha diversión. A medio camino entre el glam y el hard rock americano de los 80, el grupo es fácilmente reconocible por sus vestimentas, especialmente las de su cantante Glam, rozando demasiado lo hortera pero muy en línea con su música.
Como ya he dicho, el grupo venía componiendo hits a lo Bon Jovi y, de hecho, lo hicieron en tres de sus cuatro álbumes. Su primer disco, que tras varios intentos podemos decir que es Hard to be a Rock n’ Roller (2005), es sencillamente brutal, de lo mejor del estilo que yo haya escuchado. La colección de temazos, melodías y estribillos es un “sinparar” y sientan muy bien las bases de lo que quieren llegar a ser. Lo bueno es que en su siguiente trabajo, Wig Wamania (2006) no bajan el listón, al igual que en 2010 y su Non Stop Rock n’ Roll. Pero todo lo que sube, baja, y su cuarto álbum de estudio, Wall Street (2012) no alcanza las expectativas. Yo lo tengo original y creo que no he sido capaz de escucharlo entero ni dos veces (quizá por el momento, ojo. Igual debería darle al play casi una década después). Con esto, deciden partir peras e ir cada uno por su camino.
Quizá el que más relumbrón ha tenido es el de Age Sten Nilsen, cantante, que a parte de aparecer en musicales (entre ellos, uno basado en Queen), hizo un par de muy buenos álbumes junto a Erik Martensson con Ammunition y puso voz al proyecto Nordic Beast. Trond Holter, conocido aquí como Teeny, se sacó de la manga una obra conceptual llamada Dracula junto a Jorn Lande. Algún ex miembro del grupo le acompañó. Pero, en resumidas cuentas, nada a la altura de lo que Wig Wam estaba llamado a ser en sus inicios: la punta del iceberg, junto a alguna otra banda, de la nueva ola de hard rock escandinava. Pero de sabios es rectificar y los tenemos de vuelta.
Bien, ¿veredicto? Ahora iremos a ello, pero la impresión es que es bueno, muy bueno. Supongo que mucha gente usaría la palabra “maduro” para definirlo, pero yo no sé exactamente qué quiere decir. No es tan festivo ni tiene tanta purpurina como sus tres discos brillantes de antaño, pero tiene más mala leche, más guitarreo potente (entendiendo el grupo y el estilo del que hablamos). Las melodías no son tan facilonas y las canciones no se pegarán tan rápido, pero es un gran disco, muy digno de llevar el nombre del grupo que tienen. Dicho en otras palabras, si hubiese sido este el lanzamiento de 2012, me juego el cuello a que no se hubiesen separado. Veamos las canciones.
“The Second Crusade” es una intro sin demasiada historia que sirve de alfombra para “Never Say Die”, una potente declaración de intenciones y el primer single del disco. Tiene todo lo que debe tener un single de Wig Wam, y lo tiene en buenas dosis. La guitarra es muy bueno, y el estribillo es absolutamente matador, como nos tienen acostumbrados. Sin duda funcionará perfectamente en directo por el in crescendo que tiene. Pelotazo. “Hypnotized” pone muy de manifiesto la guitarra dura, aunque el tema tiene un colchón de teclados que me pone algo nervioso, al igual que la melodía vocal hasta llegar al puente y estribillo, en el que vuelve a petarlo por todo lo alto. Este es un buen ejemplo de eso que antes llamaba “maduración”.
Las guitarras sobresalen en “Shadows of Eternity”, muy en la honda de alguno de sus primeros trabajos más “””oscuros””” (sí, he puesto muchas comillas). El estribillo lo bailarás con todo el cuerpo y, al final, creo que se convertirá en uno de los preferidos del disco. Llegamos al segundo single, “Kilimanjaro”, una analogía de que la fama puede ser tan peligrosa y adicta como las drogas. Medio tiempo facilón, con cierto aire nostálgico en las primeras estrofas y una explosión de maquillaje y purpurina en el estribillo. Y con el nombre de “Where Does It hurt”, que parece de balada sensiblera, llegamos a la mitad del disco. De balada sensiblera tiene entre poco y nada ya que es de los temas más cañeros y con peor leche del disco. Las guitarras de la intro me ponen mucho y el misterio que rodea todo el tema lo aúpa como otro de los destacados del disco.
“My Kaleidoscope Ark” sí es la balada del disco y, aunque no es una birria, tampoco destaca especialmente. Eso sí, como en todo el disco, el trabajo de Teeny a la guitarra es muy bueno. Ha practicado mucho en estos 10 años. Vovlemos a tener a los Wig Wam de 2021 de verdad con “Dirty Little Secrets”, que vuelve a tener todos los ingredientes que, por ejemplo, ”Shadows of Eternity” o “Where Does It Hurt”. Esta es un buen ejemplo de que el grupo ha dejado la diversión y fiesta un poco en segundo plano para centrarse en el conjunto del tema. Más allá de los singles, esta vuelve a ser otra de las destacadas. Y casi podría decir lo mismo de “Call of the Wild”. Aún siendo un buen tema, lo veo un escalón por debajo de las mencionadas anteriormente.
Los temas instrumentales suelen aburrirme bastante, y si duran casi cuatro minutos, pues aún más. Es el caso de “Northbound”. No entro a valorarla demasiado, pues le daré al FFWD cada vez que salte, pero si eres amante de la instrumentalidad, dale una oportunidad, igual te sorprende. “Hard Love”, por el contrario, vuelve con aires de rock añejo, casi blues en el tipo de melodías, y aunque puede hacerse un pelín machacona, no está mal. Acabamos con “Silver Lining”, la más larga del disco con 6:16 minutos y va de balada a medio tiempo, que tiene un aire de hermandad tremendo y que lo idea bailándolo en comuna con los brazos al aire y moviéndolos de izquierda a derecha.
Wig Wam ha regresado, y creo que lo ha hecho por la puerta grande, aún sin ser exactamente lo que los fans podíamos esperar. Quizá el final del álbum de una sensación de ser más flojo, ya que creo que las peores canciones están al final, pero globalmente es un gran disco. Si siguen por este camino harán a este, vuestro redactor, una persona muy feliz.
Llevo en esto del heavy más de media vida. Helloween y Rhapsody dieron paso a Whitesnake y Eclipse, pero Kiske sigue siendo Dios.
Como no sólo de música vive el hombre, la literatura, Juego de Tronos y los tatuajes cierran el círculo.
Algunas personas dicen que soy el puto amo, pero habrá que preguntarles por qué.