Witherfall es una joven banda de Los Angeles liderada por el virtuoso Jake Dreyer (guitarrista de Iced Earth) y el teclista y vocalista Joseph Michael (ex White Wizzard). Surgida en 2013, Jake y Michael, habían coincidido precisamente en White Wizzard por esa época, por lo tanto, ya se conocían y sabían que congeniaban a la perfección. Era el momento de hacer un proyecto mutuo y fue cuando se apuntó el malogrado Adam Paul Sagan, batería precisamente en el proyecto en solitario de Jake Dreyer, y otro virtuoso en el bajo como Anthony Crawford (donde ha pasado por varios grupos como Shalamar o CHON).
Con esta formación sacaron el perfecto Nocturnes and Requiems (2017) a nivel de crítica fue un disco muy bien valorado, y con su primera escucha notas algo diferente, que se sale un poco de la norma. Ellos lo autodenominan melodic dark metal, pero si lo desgranamos más es un power progresivo de estilo neo-clásico, con toques oscuros y con pasajes más melancólicos y tranquilos. Aunque hay que decir que no predomina el prog, es más como parte de los breaks entre las secciones de los temas y algunos momentos típicos “repetitivos” pero insisto, no es un progresivo al uso. Igual que el virtuosismo de Jake Dreyer es sencillamente acojonante, no se limita a decir aquí estoy yo y hago lo que quiero donde quiero y cuando quiero, sino que deja sus destellos de sabiduría a las 6 cuerdas de manera magistral sin sonar pesado ni una sola vez… bueno quizá alguna, va.
Pero por desgracia no todo es de color de rosa y Witherfall antes de sacar a la luz su primer trabajo vio como se desmoronaba un poco internamente. Y es que a Sagan le fue diagnosticado una enfermedad que es un mal endémico hoy en día y nos abandonó a finales de 2016, sin poder ver terminado su primer LP. Este inoportuno y desafortunado fallecimiento impactó en Witherfall. En la gira del disco Nocturnes and Requiems era una continua dedicatoria a Sagan, pero con el álbum que comentamos hoy, A Prelude to Sorrow (2018) directamente es un homenaje a su hermano caído.
Para comenzar, el título del disco, aparte que traducido significa “preludio al dolor”, coge las iniciales de Adam Paul Sagan y musicalmente se formó por la emoción en la composición de Jake y Joseph. Como bien dijo Joseph Michael “Jake y yo ya habíamos empezado a escribir este álbum cuando Adam estaba bastante enfermo. Sabíamos lo que iba a pasar. Una gran parte de este disco es sobre la muerte de Adam.”. Huelga decir que la producción recae en manos de Chris Zeuss Harris (Rob Zombie, Queensrÿche) y la magnífica portada a cargo de Kristian Wahlin (Tiamat, Emperor, King Diamond), casi nada vamos…
Vamos a hablar pues del disco que tenemos entre mis manos. A Prelude to Sorrow empieza con el primer tema homónimo, una intro con punteado de guitarra, un sonido de ambiente de fondo y la voz a cargo de Joseph Michael sonando triste, para llegar al final con un sonido como de “traspaso” de llegar a algo enigmático, algo hay pero no sabes que es. Y de golpe y porrazo en el segundo corto “We Are Nothing”, que dura ni más ni menos que 11 minutos, nos cruje el cerebro con un atronador power metal agresivo pero con riffs progresivos, una batería a compás sin parar y gritos desgarradores y con cambios sutiles de timbre. “We are Nothing” desde el comienzo tiene mucho sentimiento. Suenan más agresivos y salvajes que en su anterior trabajo, e intuyes que esto es sólo el comienzo. En el 3:30 nos otorgan una parte lenta con guitarra acústica y la otra a cargo de Jake Dreyer con solos eléctricos y preciosos, como ya demostraron que en estos cambios se desenvolvían con soltura en Nocturnes and Requiems, es un trozo progresivo y melancólico, con Joseph Michael que cuando pone la voz más aguda me recuerda un poco a W. Axl Rose. A los siete minutos hacen otro break y pasan un momento de tralla y otra vez el estribillo que se te pegará a la cabeza “We Are Nothing”, para acabar con una parte instrumental de riffs progresivos con escalas infinitas.. Tela con la canción…
Continuamos con “Moment of Silence” tema con un comienzo trallero y oscuro y unas guitarras que parecen rallar entre el thrash y el death pero sin faltar el toque power y progresivo, Jake Dreyer por su parte es un sin parar de sutiles riffs y breaks preciosistas. Por cierto el nuevo batería Steve Bolognese es una roca con sus constantes cambios de ritmo, con un doble bombo bastante importante. La canción tiene la típica parte más lenta pero aquí es más agresiva con chillidos “powernianos” y terminamos con un amago de piano. La siguiente es “Communion of the Wicked”, un primer minuto tranquilo, recordando buenos momentos pasados con cierta persona para volver a las andadas con un metal poderoso y pesado con sus momentos más pausados y épicos.
“Maridian’s Visitation” es un tema lento con un continuo punteado en la guitarra, canción bonita pero que acaba con unos sonidos lentos, con golpes angustiosos, preparándote para algo. En “Shadows” continuamos con más riffs progresivos súper cañeros y con otra vez un toque death, gritos potentes y agudos del power. Canción muy ágil y estribillos que enganchan.
“Ode to Despair”, otro corto aquí preciosista y lento, de media balada, pero con su parte trallera.
“The Call” es un tema de dos minutos lleno de ruidos disonantes y que van en aumento, como de soledad y desorientación. La siguiente “Vintage” es otra de duración larga de 11 minutos, sin llegar a ser de tiempo ligero, está llena de constantes cambios pero con un componente triste. Y acabamos con “Epilogue” canción lenta con guitarras acústicas y la voz susurrante de Joseph.
¿Y bien? Witherfall con A Prelude to Sorrow se ha superado con creces, sonando más duros que en su primera toma de contacto. Secciones rítmicas compactas y bien estructuradas, un Jake Dreyer en modo guitar hero pero sin sobrepasar los límites, teniendo en cuenta que los límites para este tipo de personajes son bastante amplios, y un vozarrón en todos los sentidos de Joseph Michael. En general el trabajo tiende a un matiz de oscuridad y tristeza, con los típicos cambios progresivos con altibajos y ritmos power pasando por pasajes lentos y neoclásicos. Y para acabar algunas partes death melódico, ¿se puede pedir más? Un “pero” quizá es que en algunas canciones se repiten algunas estructuras progresivas (incluso semi-djent) pero no deja de ser bastante típico dentro de este formato.
La esencia que había de grupos como Symphony X, Obsession o JagPanzer, aún está, pero con otra forma, más independiente. Mientras en Nocturnes and Requiems bebía mucho de estos grupos, tenía un sonido más neoclásico y según como, había algunas canciones inconexas o desorganizadas, totalmente normal y comprensible siendo el primer trabajo, en este A Prelude to Sorrow musicalmente tienen más carácter. Tiende a un punto clásico, pero con ritmos elegantes, riffs frenéticos, atmósferas oscuras, interludios acústicos, estribillos pegadizos cual banda de power metal, de todo vamos. Para mí es un soplo de aire fresco en este tipo de estilo.
Aunque a primera vista pueda parecer un grupo solo para oyentes selectos, no os tire para atrás que hagan progresivo, no son Dream Theater, en el sentido estricto que parece una lucha para ver que componente es más virtuoso. Sin ser un amante del puro power o puro metal progresivo, tiene la parte justa de todo ello y más con todo el repertorio diferente que nos ofrecen, que no es moco de pavo. Se nota mucho que es un trabajo en honor del desaparecido Adam Paul Sagan, muy melancólico y chillidos clásicos desgarradores por parte de Joseph Michael. Jake Dreyer en plan colosal con riffs de corte neoclásico y otros más duros. Anthony Crawford es un bajista que se hace notar y sentir, no está de relleno. ¿Y los dos componentes nuevos? Fili Bibiano, a la otra guitarra es un digno acompañante de Jake, y para terminar, Steve Bolognese con la ardua tarea de hacer “olvidar” a Sagan, lo sustituye decorosamente.
En fin, no os taladro más, simplemente escuchad este A Prelude to Sorrow, donde os dejaréis llevar por metal del bueno por parte de Witherfall, con unos músicos espectaculares y unas canciones preciosas. Sí dejáis de lado vuestros estilos preferidos y los más que típicos prejuicios musicales, descubriréis un grupo fascinante y que sinceramente tiene mucho recorrido. ¡Y que caray! Escuchar a Jake Dreyer, para mí uno de los virtuosos guitarras jóvenes que tiene más proyección a nivel internacional, no tiene precio.
Soy de esa generación que la “post-pubertad” lo pilló entre el metal primigenio (lo que llamamos ahora old school) y la nueva ola que fue el Nu metal, es decir, pasado mediados de los 90. Me encantan muchos estilos pero sobretodo el rock clásico y evidentemente el metal, este último es una forma de vida y encima me gusta desgranar y reconocer la riqueza de todos sus subgéneros. Uno ya tiene su edad (los mechones blancos en la barba no están por que sí) pero no me cierro para nada a grupos nuevos, eso sí, mientras haya fuerza y calidad, aunque hoy en día hay mucha. Como nacido justo entrados los ochenta también se incluye que soy un friki de cuidado (rol, videojuegos, Star Wars, pelis Gore, literatura fantástica y un largo etc.) vaya que toco de todo un poco. En resumen, espero contagiaros mi pasión metalhead a la vez que disfrutáis de mis aberrantes destripes.