Hacía tiempo que me preguntaba qué habría sido de los suecos Wolf… El mundo parece que les ha olvidado pero este mismo mundo debería reverenciarles pues anticiparon todo el concepto del retro rock ya en 1995. Apostaron ciegamente para recuperar los postulados de la NWOBHM y en esos días nos parecía algo desfasado, una pantalla ya pasada. Pero su material entraba bien. Yo siempre le tendré gran cariño a obras como Black Wings o Evil Star, aunque reconozco que les perdí la pista a la vez que una escena emergente tomaba el mismo camino de Wolf. Recuerdo que les pude ver en un Wacken de la pasada década, escenario principal pero al mediodía. Ahora siguen al mando Niklas Stålvind y Simon Johansson y el grupo llevaba seis años sin pasar por el estudio. Han reclutado a bajista (Pontus Egberg ex de King Diamond) y batería (Johan Kolebeg ex de Therion) de renombre y parece que van a por todas a pesar de que como ya hizo recientemente otra banda fundamental del género Enforcer, hay un cambio de sonido en el grupo. Pero en el caso de Wolf van hacia otros derroteros…
“Shoot to Kill” es directa a la yugular y se abre con sirenas, muy deudora de su legado y enfocada a que veas que el lobo sigue aullando como antaño. Me ha sorprendido que en los agudos de Niklas Stålvind suene en el vibrato como James LaBrie de Dream Theater. El primer corte es quizá el más puro y el que más conecta con su pasado porque es a partir de entonces es cuando la experimentación toma cuerpo y el medio tiempo se hace con el mando del álbum. Temas como “Dead Man’s Hand” funcionan bien, pero con una base aparentemente simple y un cuerpo muy Judas Priest. Es divertido y suena de cine, pero… ¿es Wolf? Un poco es como si el foco haya sido desviado de la NWOBHM hacia el power metal americano de los 80 que defendieron grupos como los primeros Savatage o Metal Church. Ese híbrido contundente que se acerca al thrash y que rehuye de lo accesible sonando 100% metálico.
“Midnight Hour” está trabajada y es hímnica, otra de las candidatas a quedar como emblemas en directo de este disco. Pero ya en canciones como “Guillotine” o “Mass Confusion” nos encontramos con una repetición de esquemas y cierta linealidad. Hay detalles excelentes a nivel técnico pues todos los solos de un inspiradísimo Simon brillan y la base rítmica tiene muchísimos detalles, especialmente en la batería de Johan. Hay momentos en los que la voz de Simon te puede recordar también a Mike Howe de la segunda etapa de Metal Church, lo cual no es nada malo. Y a pesar de que “The Cold Emptiness” es lo menos Wolf que han grabado nunca, aplaudo esa valentía y me parece original y de lo mejor que hay en este trabajo. Agudos a lo LaBrie, empleo de platos china y juegos de toms para dar profundidad y un aura oscura que les acerca a Vicious Rumors o Tad Morose con elegancia y calidad.
Speed metal básico en “Devil in the Flesh” llegando a recordarte a los Agent Steel de los buenos tiempos. Hay aquí metal machacón de guitarras en V, tachas y cuero. Es casi paródico. Súmale a ello un estribillo muy Judas Priest. “Spoon Bender” tiene ingredientes algo más diferentes del resto de menú, algo de especies orientales en composición y en las escalas de la guitarra de Simon. El riff machacón de “The Raven” me ha llegado a recordar a Anvil, una sensación que, por cierto, sobrevuela el disco a lo largo de sus 11 cortes. “Black Widow” es más que obviable y forzada y “A Thief Inside” se abre de forma original a voz y guitarra y es la composición más extensa del disco. El fin de disco no es lo mejor de este larga duración.
Dudo que esta obra vaya a ser una de las favoritas de los fans de Wolf, es más, posiblemente muchos renegarán de ella desde la primera escucha, y en parte lo entiendo perfectamente. Pero ahora que el mundo se desvive por los sonidos de la NWOBHM y el retro rock quizá para estos suecos tenía poco sentido el volverle a dar otra vuelta de tuerca al estilo de siempre. Siete discos ya en su haber y 25 años empleados en un mismo estilo, así que cuando ves que el mundo te da la razón… si eres un buen adolescente rebelde, cambias de opinión (o de estilo en este caso). Wolf nunca explotaron y a estas alturas, y con este disco, ya poco pinta que vayan a hacer algo. Pero, por favor, reconozcamos su papel de visionarios y de profetas. Anticiparon lo que triunfa a día de hoy. Otro debate, en el que no entraré, es si lo que hacen los otros es mucho mejor que lo que hacían Wolf. ¡Respeto hacia el lobo sueco!, banda de culto donde las haya.