Yaotl Mictlan – Sagrada tierra del jaguar

Nuestra Nota


9 / 10

Ficha técnica

Publicado el 30 de octubre de 2020
Discográfica: American Line Productions
 
Componentes:
Tlatecatl - Voz, guitarra
Tenoch - Bajo
Yaotl - Batería
Martín Espino - Instrumentos prehispánicos
Mazatecpatl - Instrumentos prehispánicos

Temas

1. Entre lluvias fuertes (6:46)
2. Coatlicue (5:33)
3. Ba'alche'o'ob (4:10)
4. Tezcatlipoca-Espejo relumbrante (7:30)
5. K'inich Janaab'Pakal (6:56)
6. Nuevo ruego (7:41)
7. Búho lanzadardos-Entrada teotihuacana (6:47)
8. Sombra del Mictlan (10:43)

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Yaotl Mictlan es una banda de black metal atmosférico, aunque los más puritanos del género los catalogan como pagan metal o metal prehispánico con una trayectoria desde 1999 y con tres álbumes de estudio (cuarto si cuentas la demo A batalla vamos de 2001): Guerreros de la Tierra de los Muertos (2006), Dentro del manto gris de Chaac (2010) y Sagrada tierra del jaguar (2020); siendo este último que nos tira del interés. La banda, formada por Yaotl, Tlatecatl y Tenoch, tardó diez años en grabar el material y la verdad que valió la pena la espera. Sagrada tierra del jaguar vio la luz el pasado 30 de octubre y fue grabado en Utah, EE. UU., pero que esto no los engañe, los miembros de Yaotl Mictlan son totalmente mexicanos y lo demuestran en sus temas.  Sin duda se trata de un grandioso material del cual no solamente podemos disfrutar su música, sino que también podemos aprender algunas clases de mitología e historia de las antiguas culturas que habitaron en lo que hoy es México.

La portada austera evoca a los primeros trabajos de black metal. Nos muestran a éste solitario guerrero bajo la luz de la luna sosteniendo su macuahuitl hecha a base de obsidiana y cubriendo su rostro con su chimalli. Desde la introducción de la canción que, de hecho, es épica e hipnótica, con una duración de 2:13 minutos. En ella podemos escuchar el sonido sordo de una concha soplando con fuerza y rompiendo el silencio para dar paso a una guitarra sin distorsión realizando arpegios cargados de suspenso y melancolía amenizados con el sonar de los cascabeles. El sonido del río corriendo hace que mantengas la calma y el sonido de las aves tensan el ambiente. Sí, estos tipos saben crear una atmósfera. Ojo aquí, lo que transmite no es esa sensación del bosque frío, no; te teletransporta sin falla a una selva húmeda donde las tribus se encuentran listas para combatir al enemigo.

La introducción del álbum se fusiona con la primera pieza llamada «Entre fuertes lluvias». Un tema que recuerda un poco al sonido clásico de los primeros materiales de black metal, claro con una producción moderna. Los arreglos de guitarra y bajo son perfectos. Distorsionados, sucios, desgarradores y necesarios.  Los tambores retemblan cual marcha militar y acompaña a la guitarra que sigue con los arpegios hasta que la áspera vos entra en la canción para  hablarnos sobre figuras mitológicas, y la muerte, pero de una forma mística y una que otra alusión al dios de la lluvia: Tlaloc. Durante la canción se puede apreciar el gran trabajo que se hizo con la flauta y otros instrumentos de viento. Una prometedora manera de empezar un álbum. 

Le sigue el tema «Coatlicue». Pero ¿quién es esta Coatlicue? Para las culturas prehispánicas, Coatlicue era representada con una falda de serpientes y un collar de corazones. Era una diosa madre y de las más importantes en la cosmovisión de los mexicas. Diosa de la fertilidad, patrona de la vida y la muerte y nada menos que la madre del dios Huitzilopochtli, el colibrí zurdo y Dios de la Guerra. La pieza es digna de llevar el nombre de ésta diosa y si les interesa, la canción narra precisamente del nacimiento del dios de la guerra. Una historia fascinante.

 El tercer tema tiene un nombre largo y difícil de pronunciar. «Ba’alche’o’ob». Un tema con mucha fuerza y velocidad, alentándose cuando es necesario. Las guturales aquí destacan y le dan un toque más agresivo a la canción mientras la batería se desase por lo brutal que la golpea. Las guitarras requintean, lanzan notas al aire y dan ese punch que revitaliza a cualquiera. El título del tema se encuentra escrito en maya y narra uno de los pasajes del Chilam Balam, el libro de los libros. «Tezcatlipoca-Espejo relumbrante» es una pieza bastante buena cuya historia se centra en el dios Tezcatlipoca. Una pieza que continúa con la rapidez y busca ser brutal mientras aprendes algo de mitología prehispánica. Tiene un toque teatral y mucho dramatismo, lo que hace que la canción sea muy dinámica y no aburra, pues rompe de cierta manera con el estilo hasta ahora escuchado. En cierta parte de la misma, aproximadamente a los cinco o seis minutos, los arreglos de la guitarra me hicieron recordar un poco a Icead Earth con su «Angel of Holocaust». 

«K’inich Janaab’ Pakal», otro nombre en maya, es un tema divertido y muy melódico. Los arreglos empleados en la canción son muy creativos. La batería golpea en partes con fuerza y el doble bombo no se detiene junto a las guitarras que dirigen la instrumentación. Las vocales son más graves y le dan un toque de bravura al tema y sin duda lo tomas en serio y, con el final que le dieron, para quedarse con ganas de más. «Nuevo fuego» comienza con el soplido de la flauta y, en mi opinión, es una manera sublime de iniciar con el corte tras la manera en que acaba el anterior. Las voces desgarran y sudan una agonía total. Es un tema rápido con melodía perfecta y muy bien trabajada. Los juegos de guitarras son interesantes a la hora de construir esa paleta sonora que se busca en un buen álbum, ese algo que te mantiene hasta el final del tema. El bajo hace lo propio y mantiene el ritmo a todo galope. La batería sube la velocidad cuando es necesario y hacer los cortes de ritmo de forma brillante.

Entramos a la parte final del álbum con los dos últimos temas. Una dupla perfecta. El uso de los instrumentos de viento son homéricos y la manera que nos introducen a «Búho-Lanza dardos – Entrada Teotihuacana» parece de película. Un golpe en seco y de nuevo a la selva a la expectativa de las bestias que allí abundan. Cascabeles, flautas; el sonido de conchas, otros instrumentos de viento y por supuesto la ululación del búho que va desapareciendo mientras la guitarra distorsionada zumba y como enjambre  da la entrada a los demás acompañantes del viaje. Un tema atmosférico que no da tregua en la interpretación y es apetecible para escucharlo varias veces.

El tema final, «Sombras de Mictlan» coquetea casi con los 11 minutos de duración. Un tema instrumental que inicia con unos cantos en lo que parece ser nauatl acompañados por el eco y una flauta solitaria. Da la sensación de que algo bueno viene a continuación. Los cantos se amalgaman con los tambores retumbando y las guitarras creando una disonancia de la que no te puedes librar. Nuevamente me encuentro con aquél ángel de Iced Earth aunque es de manera esporádica. Todos los músicos hacen una gran labor terminando su nueva producción. La batería y el bajo hacen ritmos muy deliciosos y las guitarras se lucen como nunca. Hay mucha textura en la canción, cambio de tiempos, ritmos y el uso de los instrumentos de viento hacen que entendamos diferente la canción; sin ellos, eventualmente que no sería lo mismo. Es una manera épica de terminar con un trabajo épico.