Crónica y fotos del concierto de Yngwie J. Malmsteen - Sala Razzmatazz (Barcelona), 23 de septiembre de 2018

Un Yngwie J. Malmsteen omnipresente luce ego y maestría en Razzmatazz

Datos del Concierto

Bandas:
Yngwie J. Malmsteen
 
Fecha: 23 de septiembre de 2018
Lugar: Sala Razzmatazz (Barcelona)
Promotora: R.M. Concert Promotions
Asistencia aproximada: 900 personas

Fotos

Fotos por Antonio Rodríguez

Fue una enorme sorpresa cuando se me presentó la oportunidad de asistir al concierto que llevaba la friolera de veintitantos años esperando poder asistir algún día. Sí, si contamos que nuestro divo de las seis cuerdas llevaba unos diez años sin pisar salas nacionales, más los habituales inconvenientes que van surgiendo en nuestro día a día. Pues lo que os comento, en mis años de instituto no pude ir a ver la gira que acompañaba el genial Seventh Sign (1994) y desde entonces no paraba de escuchar lo bueno que era, así que al fin he podido quitarme la espinita clavada todos estos años.

Parecía que los astros previamente se habían alineado para favorecer la velada, el tiempo era bueno, extrañamente el tráfico era más fluido de lo habitual (hay que sumar que el lunes era festivo en Barcelona) y pude encontrar aparcamiento cerca de la Sala Razzmatazz. La cola que pude observar a la entrada de la sala, una hora y pico antes del inicio del concierto (21:00) hizo que las expectativas que me había creado fueran en aumento; podría haber apostado sin equivocarme que la sala se llenaría.

Después de abrir cerca de veinte minutos más tarde de las 20:00, entramos rápidamente a coger posiciones. Durante la hora de espera hasta el comienzo del show, tuvimos tiempo de comentar lo rápido que se estaba llenando la sala y lo extraño de la ubicación de los instrumentos. El fondo del escenario estaba ocupado por un muro de amplis y los músicos estaban arrinconados a nuestra izquierda. El único pié de micro que había en el centro del escenario estaba decorado con multitud de púas. Así que no había lugar a dudas que el amigo Yngwie iba a acaparar todo el protagonismo.

Tocadas las 21:15, y después de varias quejas por parte del público que llenaba la pista de la sala, empezaron a sonar algunas notas de guitarra para calentar al personal y seguidamente la intro que daría paso a “Rising Force”, temazo. El público tenía ganas de disfrutar y se notó en la ovación con la que recibió a Yngwie al saltar al escenario. No paró en ningún momento de dar su clásica patada al aire y sus poses. En cada patada y en cada movimiento lanzaba tal cantidad de púas para abastecer a los asistentes apiñados en las primeras filas (no es mi caso, una lástima). Pero aún así algo no acababa de convencerme… ¿Había banda? Sí, aunque pareciera que no existieran. Quedaban en la penumbra del escenario siempre por detrás de Yngwie y toda su arrogancia, una lástima, ya que el teclista y voz Nick Marino se destapó con un chorro de voz digno de los mejores cantantes que hayan pasado por las diferentes formaciones del guitarra sueco y eso que parecía que su micrófono no llegaba a escucharse del todo bien ¿Premeditado? Solo Yngwie lo sabe. Tampoco hay que dejar de lado al joven batería Mark Ellis y al bajista Emilio Martínez, el cual fue el encargado de comunicarse esporádicamente con los asistentes mientras el protagonista indiscutible se marchaba a acicalarse o cambiar de guitarra. Mark Ellis, fue una agradable sorpresa. Ojalá se le abran nuevas puertas para poder demostrar todo su potencial.

El resto del concierto fue un acto de onanismo guitarrero, un solo de guitarra de hora y media al cual asistía boquiabierto entre la sorpresa por el derroche de maestría y el estupor por algunos gestos durante la actuación. En ocasiones estaba más preocupado de colocarse bien el cabello. Nunca se dirigía a la banda y cuando lo hacía era mediante gestos sin cruzar miradas.

Continuando con lo que a música se refiere, llegó el momento en que Yngwie tomó el control del micrófono en la canción “Soldier”, pero no me convence el empeño que pone en cantar. Si dejara que las interpretaran otros, ganarían muchísimo.

El punto álgido de la noche llegó con la interpretación de “Seventh Sign”, temazo en el que Nick dio las notas altas a la perfección, insisto en destacar que el volumen del micro no estaba como debiera. Si comparamos este tema con “World of Fire”, que sonó poco después o la anterior “Soldier”, ambas interpretadas por Yngwie, nos damos cuenta de que no hay color. En los bises finales cayó el último tema cantado que quedaba, “I’ll See the Light Tonight”, como final de fiesta. El resto de las composiciones sirvieron para que desplegara todo su potencial y virtuosismo, mostrándonos de tanto en tanto las pegatinas de Ferrari que decoran la parte posterior de sus Fender.

Otro de los detalles que me devolvieron a la realidad fue el continuo murmullo en la sala, incluso en ocasiones llegó a incomodarme. Se hacía evidente cada vez que mandaba bajar el volumen a la banda para que él pudiera tocar notas más bajas y que éstas fueran apreciadas.

No me gustaron un par de detalles. Uno, que en ningún momento presentara a la banda. Lo sentí como una falta de respeto hacia la magnífica interpretación que realizaron. Así también habría que destacar la labor del sufrido roadie encargado de recoger las guitarras al vuelo y de reponer la cantidad de púas que eran utilizadas y lanzadas. Cada vez que aparecía en el escenario parecía tener una expresión de excusarse por pisar el suelo del divo guitarrista. Y dos, que no se despidiera del público al finalizar el concierto. El final fue un tanto brusco.

En definitiva, Yngwie es un monstruo de la guitarra, un portento que arrastra a unos fieles seguidores allá por donde toca y que me tuvo con la boca abierta en muchos momentos durante el concierto. Siempre es un espectáculo poder disfrutarlo en directo y aunque he sido bastante crítico en frío, espero poder disfrutarlo en un formato de banda como se merecen muchas de las composiciones que se dejó en el tintero. Tiene canciones maravillosas que obviaron en esta gira.

Está claro que la fama de egocéntrico y cabroncete pesa sobre este monstruo, pero musicalmente hablando es el puto amo. Pueden cansar sus solos y sus tsunamis de escalas, pero que después de tanto tiempo sin estar por aquí acabe por llenar Razzmatazz, dice mucho de su valor como músico. Lo podremos criticar, pero no perdamos la oportunidad de disfrutarlo antes de que sea demasiado tarde.

¡Salud y heavy metal!

Abel Marín
Sobre Abel Marín 213 Artículos
Amante del metal en su variedad de estilos. Vivo con la esperanza de poder llegar a viejo acudiendo a salas de conciertos y festivales. Si los rockeros van al infierno, que me guarden sitio y una cervecita. Salud y Heavy Metal.